La imagen de San Antonio ya estaba por los suelos, cuando el verano pasado sucedió el espectacular tiroteo. El año anterior, como ya ocurre en Málaga y en algunas películas de gánsters, varios tiros sellaron un brutal ajuste de cuentas en un restaurante de San José.
La droga corre a sus anchas, el ruido no cesa en 24 horas, las urgencias están atiborradas y los policías literalmente hechos polvo.
Todo esto ocurre en Ibiza, pero no es Ibiza. Es una delincuencia importada.
Desde junio a octubre llegaron 650.000 ingleses, el grupo más importante junto con los españoles, que conforma los dos millones y pico de turistas.
Leyendo el informe `Time´ que yo citaba la semana pasada (Tratadles con amor) se entienden muchas cosas.
Jamás había estado tan descontrolada la juventud inglesa: ni en los 50 con los Teddy-boys; ni en los 60 con los mods y los rockers; ni en los 70 con los skinheads, o cabezas rapadas. Sin generalizar.
Déjenme volver a citar el IPPR: Institute Public Policy Research, que año tras año va dando a conocer unas estadísticas estremecedoras. El joven inglés, comparado con el joven europeo continental, bebe el doble, se pelea mucho más y mucho antes, consume más drogas y fuma tabaco a destajo. Eso comparándolos con el peor, no con la media europea. Es dramático.
Pero lo que alarma, repito, alarma a la sociedad británica es el aumento del crimen y del delito. Heridos, muertos, robos, extorsión, bandas juveniles y en muchos casos un aumento del suicidio juvenil.
Dicho por el Primer Ministro Gordon Brown, literalmente en inglés y en su primera conferencia de prensa en 2008: «Kids are out of control ... They're roaming the streets. They´re out late at night. There´s an issue about gangs in Britain and an issue about gun crime as well as knife crime.»
Y en efecto, parece que el uso de pistolas y cuchillos ya se da por asumido. Nada de palos ni puños ni botellas. Salen el sábado por la noche con su sed y sus carencias y se buscan la vida robando. Otros, simplemente se dedican a gamberrear y a destrozar.
Lamentablemente, detrás de estas conductas (repito, no generalicemos) suele encontrarse una historia de familia desestructurada o desaparecida. Muchos cabecillas entran y salen en la cárcel (la edad penal en Gran Bretaña es muy temprana), para repetir eternamente el ciclo criminal.
En el caso de las chicas suele conducir a sexo promiscuo desde los 12 años, embarazos no deseados, enfermedades, sida, abandono de estudios y prostitución.
Haría muy bien el alcalde Sala en proveerse de informadores y policías ¿ingleses? (control de teléfonos móviles por ejemplo) para atajar de raíz los tiroteos, la delincuencia, la extorsión, etc. Y sin manías ni complejos. A por ellos.
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