miércoles, diciembre 31, 2014

Prospecciones, sí pero no

Dos aparatosas plataformas de extracción de crudo en pleno Rio de Janeiro (Brasil)
No me sorprende que Exceltur, la asociación de los hoteleros, no se muestre abiertamente en contra de las prospecciones petrolíferas, porque ellos están obligados a poner una vela a Dios y otra al diablo. También tienen razón que es un asunto complejo y con matices. ¿Qué tema no lo es?
La verdad es que yo estoy en contra de las prospecciones en Baleares, pero me cabrea mucho que en el Atlántico, Marruecos saque el crudo y que nosotros nos quedemos con un palmo de narices. Vamos, que sería de tontos no extraer cuanto petróleo nos fuera posible.
Es la misma situación con la energía nuclear. El acomodaticio Felipe González se bajó los pantalones ante la ETA y los demás presidentes han seguido la política del avestruz. Patadón al problema o escóndelo bajo la alfombra y que lo solucione el próximo. Así han dejado el panorama de las eléctricas en España, donde nos están expoliando con mil triquiñuelas de leguleyo interesado.
España se está quedando sin centrales nucleares, mientras estamos comprando a precios amargos la electricidad a Francia. La energía que Francia genera con sus nucleares. Es decir, que somos tontos de remate. Porque si hubiera un accidente nuclear en el país vecino recibiríamos exactamente igual la radiación. O más.
También conozco los desastres del Caribe, el mayor vertido de petróleo de la historia, Deep Horizon, pero por contra en todo el Mediterráneo se está extrayendo petróleo con una seguridad –hasta ahora– a prueba de bombas, literalmente.
También conozco la situación de Río de Janeiro, porque la cuenta Daniel Lacalle en su último libro –cuando yo fui ya hace unos años no vi nada. O sea, hay plataformas de extracción a menos de dos kilómetros de las playas. Y no pasa nada o al menos no ha pasado nada hasta ahora. La auténtica basura que se acumula en las aguas litorales de la ciudad carioca no tiene nada que ver con el petróleo. Amancio López, presidente de Exceltur y de la cadena Hotusa se ve obligado a contemporizar, a diferencia de Abel Matutes Juan, que en su día se mostró contrario. No sé lo que opinará hoy. Esto sí, López no desaprovecha la ocasión de manifestarse en contra de la ecotasa, en base a que solo la recaudan los hoteleros y no todas las empresas que se benefician del turismo. El argumento es entendible. Yo tampoco creo que la ecotasa sea beneficiosa ni necesaria para nuestro turismo. Y menos tras las últimas subidas del IVA.
En suma, a lo largo del 2015 las pruebas de prospección se seguirán llevando a cabo para conocer al menos el alcance de los depósitos de crudo. Otra cosa es que a los baleáricos nos guste. No nos gusta, de hecho nos desagrada profundamente. Ya saca bastante dinero el estado de nuestras islas, a cambio de lo cual solo revierte miseria.

sábado, diciembre 27, 2014

Acaba el año, nosotros seguimos


Las islas culminan un año lleno de paradojas, con sus sombras y con algunos éxitos que no podemos despreciar.
Formentera e Ibiza han conseguido sobresalir en sus cifras, logrando unos récords históricos. Gracias al trabajo de muchos empresarios que han sabido adaptarse a una legislación endiablada y expoliadora y que en materia de promoción han logrado engrasar (no digo untar) a la administración para que vierta su energía y su dinero en el siempre proceloso mundo de la promoción.
Pero de ser ustedes, yo no me cargaría de medallas, porque llevamos años recogiendo los restos de los naufragios mediterráneos y subiendo precios gracias a estos millones de turistas prestados.
Vaya, pues, la parte agria y la parte dulce de la misma situación.
Felicítense, pero ni un minuto más de lo necesario para proseguir la captación de mercados.
¿Tendríamos que haber destinado el dinero de la promoción a arreglar los emisarios submarinos que revientan en toda la isla cada inicio de temporada? Etc.
Está claro que la empresa privada genera muchos impuestos, pero seguramente se dedican a la creación de cientos de miles de empleados públicos que no sirven para nada, en vez de ir solucionando las infraestructuras de toda España, que son en definitiva las que nos dan de comer.
El Partido Popular, la gran decepción del siglo XXI disponía de mayoría absoluta y podría haber emprendido la ardua tarea de optimizar recursos, reestructurar el Estado y suprimir mucho gasto público. Y poner el idioma español en las escuelas de Cataluña, Valencia y Baleares en igualdad de condiciones con el catalán. Pues no. Ni siquiera lo ha intentado en serio. Ya no lo hará nunca, porque es un partido que va a quedar -como el PSOE- para entrar al desguace. Son tantas las ocasiones históricas perdidas, los trenes que hemos dejado pasar, que la gente ya no va a renovar su confianza a quienes les han traicionado.
El 2014 ha dejado claro quien sirve, quien engaña y quien traiciona. Ahora vendrán (elecciones en mayo) en manadas de cuatro o cinco a pedirte el voto, se acercarán a ti con una sonrisa. Venid, venid a mi los políticos.
Año de fumigaciones sobre Ibiza, un auténtico bombardeo con el Dimilín (o como se llame) sobre cuyos nefastos efectos colaterales parece haber polémica. Y hay ya denuncias contra la Consejeria.
Los políticos debieran de haberlo detectado: la sociedad balear está hipersensibilizada ante las agresiones al medio: es demasiada destrucción acumulada y vertiginosa a lo largo de cincuenta años. Y costará muchos votos.
Aun así, ya verán como en 2015 tendremos que seguir hablando de los mismos temas. Por desgracia.

miércoles, diciembre 24, 2014

Cuba, otra vez en el mapa


Los emigrantes ibicencos a Cuba ayudaron mucho a la isla, como demuestran estos cheques bancarios del año 1921. Solían mandar importantes remesas de dinero a los familiares, mediante estos pagarés bancarios. Algunos se podían hacer efectivos en la banca Matutes. Aunque como tal S.A. nació en 1935, el fundador Abel Matutes Torres ya trabajaba como tal. Otros cheques o letras de cambio se cobraban en bancos corresponsales de Madrid, Barcelona o lugares más lejanos. Obsérvese en el tercero que en el reverso firmaban dos testigos. El cobrador a menudo no sabía firmar y se usaba el dedo o los testigos. Estos y otros documentos de relevante valor histórico pertenecen al archivo personal de Pedro Matutes Barceló, director General del grupo Sirenis (el que operó en Cuba, como narro en las líneas de más abajo) y atento observador y estudioso de todo lo ibicenco. Conserva pagarés de Cuba, Argentina y otros destinos de la emigración. Un archivo que agradecerán probablemente los futuros investigadores de la economía pitiusa. (Clicando encima las fotos se expanden)

Políticos y empresarios españoles y de todo el planeta han recuperado sus mapas para fijar de nuevo la atención en Cuba, una isla con un clima y una situación privilegiados que había sido borrada de la hoja de ruta de la empresas más exigentes ante las dificultades impuestas por el régimen comunista. Cuando hayan pasado unas semanas o meses, los estudios ecológicos efectuados por los técnicos cubanos (de las pocas cosas bien hechas que vi en aquel régimen ruinoso y sátrapa) podrán cristalizar en antiguos planes hoteleros y de urbanismo. O no. 
Cuba es un pastelito y que nadie crea que será solo para la docena de hoteleros españoles. De hecho, Sirenis (Matutes) gestionó dos importantes hoteles hasta hace unos años, pero cesó por diferencias insalvables de criterio profesional. Uno en Varadero, el más grande de Cuba, con mil habitaciones, y el otro en Holguín. Ibicencos no hay más, que yo sepa. 
Ahora ya tenemos empresarios como los mallorquines Fluxá (Iberostar), Escarrer (Meliá) y otros que explotan miles de plazas. Pero los problemas son enormes y la compleja red de transportes, pagos, cambio, legislación, contratos tendrá que adaptarse a un mercado mundial de libre comercio. Como está, no puede seguir. Lo saben bien compañías como Iberia que es de presumir que muy pronto recuperará la ruta interrumpida. Lo saben bien otros empresarios, algunos baleáricos, que han intentado asentarse con grandes inversiones. Tienen todos los estudios técnicos previos preparados.
 Al menos a un hotelero ibicenco que me consultó a primeros de los 90 sobre la conveniencia de invertir en Cuba le confirmé lo que él ya sabía: «Ni se te ocurra». Al margen de la alambicada técnica de operar los pagos y los controles (vía Méjico, Canadá, qué sé yo, de locos) del negocio diario, hay un asunto de fondo. Los españoles que venían de una guerra civil quizás podían pasarlo por alto, pero los EEUU no lo van a hacer: hay que revisar todas las propiedades robadas por la revolución comunista para que sean reintegradas a los dueños o a los herederos. Con Canadá ya se consiguieron resultados y EEUU va a exigir con firmeza la reposición del derecho de propiedad. Nadie lo dude. 
En el caso de las tierras no puede haber mayor problema, en las fincas urbanas ­–la mayor parte de las cuales se derrumban solas, víctimas de la miseria acarreada por el comunismo– tampoco. Pero ¿qué se hace con el terreno sobre el cual un hotelero ibicenco ha construido un hotel? Es uno de tantos ejemplos. 
Pero quiero concluir con una mirada alegre y optimista. Esa gente ya ha sufrido bastante. Ignoro si habrá elecciones libres, supongo que no en unos años. Pero al menos que cese la brutalidad y el mal trato sistemático a la oposición. Créese un espacio de discusión, de concordia y de reencuentro. Cuba tienen mucha potencialidad natural, climática, turística y humana. No hay arte que los cubanos no borden ni eleven hasta alturas excelsas. Dadles ilusión, medios y libertad. Lo decía el otro día, en apenas unos años se convertirá en una Ibiza del Caribe, pero con voz propia. Una voz que tiene mucho que decir si no se la ahoga.

sábado, diciembre 20, 2014

Cuba libre, la Ibiza del Caribe

Cuba, paupérrima y hermosa (Foto Yusnaby.com)
El bombazo informativo está servido: Cuba y Estados Unidos reabren las relaciones diplomáticas suspendidas en 1961. Supe unas horas antes del anuncio que Raúl Castro iba a dar una importante noticia por televisión. Ya está, Fidel ha muerto. Lo puse en mi Twitter con signo de interrogación, porque la muerte de Fidel se ha dado ya cincuenta veces y siempre en falso.
Cuba es un caso entrañable para los ibicencos, es como nuestra segunda casa. Siempre la hemos llevado en el corazón. Mi tío, hermano de mi padre, en plena posguerra se largó a Cuba. Ibiza debía ser insoportable. Y en Camagüey levantó su familia, tuvo hijos y se labró un futuro, sin sospechar que en 1959 unos centenares de barbudos refugiados en Sierra Maestra llevarían otra vez la zozobra a sus vidas.
No era comunista entonces Fidel Castro, pero sí lo era el Che y las circunstancias forzaron a Castro a recalar en los poco tranquilizadores brazos de la Unión Soviética, en plena guerra fría. Poco sospechaba mi tío Miguel Planells Tur y los otros cubanos de bien, humillados y expropiados por los pistoleros, que en apenas dos años vivirían uno de los episodios más peligrosos de la reciente historia de la humanidad: la crisis de los misiles con cabeza nuclear apuntando a Estados Unidos. Unos años después -¿1973?- nos escribía desesperado pidiendo que le repatriáramos a sus hijos, en edad de servicio militar, pues el dictador Fidel los estaba destinando a luchar [al Congo*] a Angola. Pocos regresaban y quienes lo hacían parecían fantasmales despojos. Nada pude hacer yo ni el presbítero don Vicente Boned, quien a la sazón se encargaba de este tipo de reclamaciones en Ibiza. Bien que lo intenté, pero no estaba el horno para bollos. Casi medio millón de cubanos combatieron en África.
Ahora EE UU sabe que no perderá nada con esta apertura. Y tiene mucho que ganar, al captar a un molesto hostigador para mear de dentro hacia fuera. Los titulares de prensa son muy optimistas. Yo no, porque leo prensa cubana (de Miami, el Granma no), colombiana, venezolana y conozco un poco el intrincado camino (irreversible, imagino) que les espera a la hora de negociar la suelta de presos, política dineraria, cambio, transportes, inversiones y sobre todo, de salida de cubanos. Sendero farragoso, lento y muy controlado. Y la reposición de los bienes robados, inmuebles y fincas a sus legítimos dueños o herederos.
Me alegro mucho por los periodistas, escritores, opositores, madres de blanco, personas desafectas al castrismo, que reciben palizas, amenazas, insultos, discriminación, penalizaciones y penalidades sin cesar. Espero que el wifi se ponga al alcance de más gente. Que Yoani Sánchez pueda sacar el periódico y espero, sobre todo y antes que nada, que suelten a un centenar de presos (o más) que están hechos un desastre física y psicológicamente. Si consiguen una mínima libertad, veremos prodigios en esa gente guapa con gran talento. Cuba proyectará una potente andanada de optimismo y de creación a Latinoamérica, tan zarandeada por las dictaduras comunistas y populistas. Veremos nacer una segunda Ibiza en el Caribe. Seamos optimistas. Pero de esto mejor hablamos otro día ¿no?
Nota del editor: Primero fue el Congo, pero el episodio personal que revelo se refiere a la guerra de Angola
***

miércoles, diciembre 17, 2014

Al ibicenco, clavadle


A los ibicencos siempre nos cobran más caro. Los ibicencos por lo mismo pagamos más que un mallorquín, un menorquín o un valenciano. No digamos ya un extremeño o un turolense, donde todavía conservan unos precios sensatos y piadosos. 
El fenicio cavilaba sobre esto hace unos quince años y llegó a una conclusión irrebatible: nos clavan por un sencillo sentido de la venganza. Como los ibicencos pegamos unos clavos de espanto en los alquileres, en algunos bares y en algunos restaurantes, en los taxis, buses y en los transportes, el peninsular piensa que aquí estamos todos podridos de dinero. Y nos paga con la misma moneda cuando tiene la menor oportunidad, o sea, cobrándonos mucho más caro que a un mallorquín. Suena convincente ¿verdad?
Pues no, porque los mismos ibicencos nos cobramos unos sobreprecios exorbitantes y desorbitados los unos a los otros. Mira que hemos tenido tiempo desde el inicio de la crisis, en 2007 para racionalizar un poco nuestras relaciones comerciales domésticas. Pues no hemos sabido. Bien es verdad que en numerosos comercios ya han dulcificado sus tarifas, porque viven el día a día y saben que la pobreza está instalada en el tuétano de la sociedad pitiusa. Y mira que sale publicado en el Diario al menos cuatro veces al año: en Ibiza y en Formentera se pagan las nóminas más bajas de España. Bajísimas. Aun así no serán tan malas cuando a principios de abril la isla se llena de chicos y chicas de toda la península en espera de conseguir un trabajo estacional. Y no son pocos los que al cabo de un mes, después de dar vueltas y de dormir en la furgoneta, se han de dar media vuelta y regresar al pueblo con las manos vacías. Las Pitiusas tampoco pueden emplear a todos.
No son solo las nóminas. Las pagas de jubilación o pensiones son desoladoras, de las más bajas de nuestro país. Todo ello en conjunto, en siete años de crisis, ya debiera de habernos resituado en el panorama inflacionario nacional. Pero no lo hemos conseguido, por el factor distorsionador del turismo que presiona los precios al alza como un cohete. En Ibiza, las rentas sí que están mal distribuidas.
Aquí el dinero se va a una decena de discotecas y de hoteles, el resto está de comparsa. Incluso las navieras recibieron un palo en forma de multa de 54 millones (ahora una sentencia anulada y en fase de nueva instrucción, creo) por alterar los precios y ponerse de acuerdo en la competencia. Nos cobraban más de Ibiza a Denia que de Mallorca a Denia. Y cosas así. Los transportes aéreos son más hábiles: cuando hay más demanda de plazas, suben el precio, en vez de aumentar la oferta (aviones). Salir en fechas señaladas es complicado, además de más caro.
Por todo lo cual, a ver si llega pronto el comunismo de Podemos y nos da una paga a todos los isleños que quedemos viviendo en Ibiza, guardando la isla de los temporales. Yo con mil euritos al mes ya me apaño.

Diario de Ibiza

sábado, diciembre 13, 2014

6 millones

Tres millones de turistas, pero buscan emociones fuertes. Algunos acaban mal

La pista del aeropuerto se abrió en 1958 y funcionaba con grandes limitaciones, casi rozando la consideración de lo que técnicamente se llama aeródromo. En los años sesenta se recibió al pasajero cien mil con efusivas muestras de júbilo y sorpresa. No en vano en toda la isla no habría más de sesenta mil habitantes. Si llegaba. Aquella pista de tierra de es Codolar ha progresado muy deprisa, quizás demasiado. No tardó en ampliar instalaciones y en abrir una pista para recibir el turismo chárter internacional. Desde entonces las remodelaciones han sido constantes.

Apenas tres semanas antes de acabar el año 2014 se anuncia que el aeropuerto ha atendido a 6 millones de usuarios. Una cifra que coincide con el número de habitantes de la Cataluña de 1980, 'Somos 6 millones', que fue el inicio de su campaña pujoliana de adoctrinamiento y de derroche que ha llevado a la hermosa región española al desastre y a la quiebra. El aeropuerto de Ibiza es la gran puerta de acceso a la isla, la puerta de las estrellas a las discotecas, stargate, la pasarela incesante de rostros conocidos. No es raro que un famoso dj haya abierto un bar en la zona de salidas del aeropuerto, que no duda en presentarse como principio y fin de la música disco que se oirá en toda la isla durante las vacaciones. Ni un minuto de tregua, ni un instante de silencio: el aeropuerto también es Ibiza, e Ibiza es discotecas. Madre mía. Qué tortura. Si en Ibiza somos unos 150.000 habitantes, da un idea del alcance del trasiego: 6 millones de viajeros, en su gran mayoría vacacionistas, con o sin pastillas. La cifra es tan imponente que ya no voy a entrar en los corrillos de celebración: me parece un gran fracaso de Ibiza, como residencia acogedora. Más bien es un icono de la demencial exageración que ha arrasado con todo por tierra, mar y aire.
Hay que aclarar una vez más –como creen algunos jóvenes empresarios que enjabonan a Ibiza sin parar, porque aquí tienen sus negocios– que no son seis millones de turistas que han venido a Ibiza o a Formentera. No. En todo caso serían tres millones. El aeropuerto los atiende a su llegada y a su partida, es decir, hay que dividir seis millones entre dos. Elemental, pero todavía mucha gente no lo distingue. La parte positiva es que Ibiza tiene una demanda abrumadora, al menos para estos dos o tres millones. Lo negativo es que se acumulan en tres meses, lo cual crea colapsos de todos los órdenes y así seguirá ocurriendo.¿Nos felicitamos? No. Que vengan dos, tres, cuatro millones, pero a lo largo de nueve o diez meses. Entonces podremos felicitarnos. Ahora esto es un desastre tras otro.

miércoles, diciembre 10, 2014

Cómo cazar serpientes


Quizás porque ya he escrito numerosos artículos sobre las serpientes en Ibiza (culebras y víboras) no pocos me han hecho llegar la pregunta crucial: «Bien, pero ¿cómo se cazan?». Si seguimos inmersos en esa crisis interminable la próxima pregunta será cómo se guisan. Por cierto, están sabrosas y son comestibles.
Yo no sé cómo se cazan, pero lo he mirado. En Youtube encontrarás varios vídeos bastante curiosos. Escribe en el buscador: como se cazan serpientes. Uno de ellos muestra como un gato doméstico mata a una.
La asombrosa rapidez del ataque viperino no puede alcanzar el pie del gato, rapidísimo en la retirada. Acaba ganando el gato. Lo mismo hace el gallo, el águila, el halcón (si son culebrillas jóvenes) y el erizo. Tiene muchos depredadores naturales. Pero un buen azadón o un mango en la cabeza también dan buen resultado. Intentar manipularlas es algo reservado a los expertos. Pero se hace así: se le inmoviliza la cabeza con un palo o un gancho y se la agarra por detrás del cráneo, pinzándole el cuello con tres dedos, de modo que no pueda soltar el mordisco ni girarse.
Por supuesto, si llevas guantes de jardinero, mejor, pero puede ocurrir la alarma en una urgencia y hay que improvisar. Creo que los policías de Santa Eulalia ya están adiestrados. Mientras sean culebras no hay gran peligro, las complicadas son la víboras y, aunque me ha informado de la existencia de víboras, yo no me lo creeré mientras no se capture un ejemplar. En tal caso, deduzco que sería la víbora hocicuda. Mal rollo, no se acerquen, mejor dejarla para la cena del erizo, que es un blindado natural cuya constitución le hace muy resistente al veneno viperino.
El Consell ha invertido 44.500 euros. Si siguen proliferando acabarán con las salamanquesas y las lagartijas. Leo que en su campaña emplean perros adiestrados para localizarlas. Previamente hay que avisarles de una avistación (al número 112). Los canes las detectan con su olfato, como antaño descubrían los erizos. Mi padre le restregó delante de mí una hiel de erizo en el hocico para que le cogiera rabia. Y vaya sí funcionó. Linda era un perro erizonero. Los que entrenen ahora serán perros culebreros y darán buen resultado. También han instalado trampas, unos tubos de unos 80 cm de largo.
Abiertos por los extremos pero en forma de embudo (yo me imagino una nasa para coger langostas en el mar), así que pueden entrar pero no pueden salir. ¿Por qué deberían entrar en el tubo para refugiarse, si Ibiza está lleno de escombros, piedras y paredes de piedra seca, troncos ahuecados, bosque y follaje? Para comer. Los técnicos han dejado encerrado en el tubo dentro de una jaula inaccesible un sabroso ratón vivo. Las culebras lo huelen a distancia. Y si entra, ya no sale. Pero yo animo a los que tienen casa en el campo a usar gatos, gallos y erizos. Y azadón. Buena suerte y mejor cacería.

sábado, diciembre 06, 2014

A más turistas, menos puerto

La actual configuración es asfixiante (SuInfografía) y empeorará
A lo largo de mi vida periodística no recuerdo haber encontrado jamás un solo motivo para hablar bien de Puertos o como se llame ahora y sí he tenido muchos motivos para hacerlo mal. En mis recuerdos se agolpan varios choques con los ayuntamientos de Ibiza, como si estos demarcadores de costas y puertos fueran unos colonizadores llegados de la meseta para recaudar en una zona de la que ellos se han apropiado.
Ahora ya no es así, pero incluso en los mejores términos autonómicos, cuántos disgustos siguen dando a la gente de las Pitiusas.
Además se hacía difícil interactuar con ellos. Tomaban una decisión –en general contra la estética o los intereses locales– y la tragabas y te callabas, porque en al menos durante cuarenta años no admitían, ya digo, ni el menor atisbo de diálogo. Por eso anticipo que yo puedo estar contagiado por estas impresiones personales. O por el recuerdo de cuando se intentó construir unos silos para depositar el cemento industrial. Solo Francisco Verdera, a la sazón copropietario y director de Diario de Ibiza, se jugó el cuello, oponiéndose a la monstruosidad urbanística en las cuatro páginas magras y raquíticas de nuestro decano. Ahora parece poca cosa, pero a principios de los años 70, Franco estaba vivo y de vez en cuando ejercía. Por cierto, por aquellas fechas es cuando yo defendí el uso del catalán y su enseñanza en los colegios.
O cuando unos obreros de Puertos empezaron a levantar la acera donde está el bar Marisol, alegando que la zona pertenecía al puerto y no al ayuntamiento. Se enfrentó personalmente Enrique Ramón Fajarnés, de cuerpo presente y muy cabreado.

El puerto de Ibiza, 1950 y el actual. ¡Ha desaparecido la bahía!
Sí, mis recuerdos no son muy halagüeños, por esto me han gustado las palabras de Alberto Pons, presidente de la Autoridad Portuaria de Baleares, rechazando la construcción de un gran parking subterráneo justo en el centro del puerto. «Entiendo -ha dicho- que el proyecto es ambicioso y bueno para la ciudad, pero ya lo estudiamos en su día y lamentablemente lo tuvimos que descartar».
Lo único que encuentro bien hecho es algo que no han hecho, pero ya hemos avanzado algo. Este aparcamiento era/es la última barbaridad que se le ha ocurrido a algún arquitecto o ingeniero con ganas de solucionar su facturación. No entiendo ni cómo se le puede ocurrir a nadie, cuando precisamente el problema de Ibiza es su cáncer, pues cancerígena es la forma de crecer de esta putrefacta ciudad bimilenaria y saturada: o sea, creciendo hacia dentro, canibalizando las célula malignas a las benignas, tragándose el poco espacio libre que queda. Y que vale su peso en oro, o en diamantes.
Pero a los jovencitos que me leen –los mayores ya me da igual, no tenemos remedio– les voy a decir algo, muy breve. Este puerto se declaró de refugio en 1882. En 1885 se lanzó al mar la primera piedra o bloque del dique. El muelle y el contramuelle se acabaron en 1912. Quedó una bahía maravillosa con un luminoso y amplio espejo de aguas. Mirad las fotos antiguas y se os caerán las lágrimas. Desde su nacimiento, la bahía ha sido rellenada. A partir de 1960 se empieza a robar la bahía, a medida que llegan los visitantes. Y cuantos más visitantes, menos bahía. Cuanto más espacio necesitamos, menos han ido dejando. Los visitantes ya son millones y la bahía parece un charco de orina maloliente. Y encima querían construir un aparcamiento en plena marina. Rediez, dijo el fenicio rascándose la cabeza con desasosiego.

miércoles, diciembre 03, 2014

Lo tuvimos en las manos y lo dejamos escapar

No me creerán pero se lo digo en serio: antes se cobraban salarios muy bajos, bajísimos, pero siempre sobraba dinero porque casi todo funcionaba sin usar moneda. No diré que todo fuera gratis, porque tenemos que aprender y meterlo en la mollera para siempre que las cosas no son gratis. Cuando no las pagas tú, las paga otro. Pero nunca son gratis. 
Ibiza y Formentera funcionaban sin plásticos ni dinero. Todo tenía un coste y un valor, como hoy, pero no se usaban monedas. Muy poco. Claro, ibas a la tienda con un cesto o una cesta y tenías que pagar por el arroz , el azúcar, pero a nadie se le hubiera ocurrido comprar fruta, la tenías en casa cuando la había. Había verduras del tiempo, patatas, incluso podías hacerte el pan si tenías harina. Pescado se comía de vez en cuando, muy barato y al día.
No se usaba nevera. No había. Los caminos se estropeaban a veces, pero los vecinos se reunían y los parcheaban. Los impuestos eran también bajísimos. Esto de ir a un hospital era inimaginable. Se iba a Mallorca o a Valencia y allá hacías a mili o te operaban del apéndice. El aparcamiento era gratis, por supuesto. Toda Ibiza era un aparcamiento porque solo había una docena de coches. 
El agua fresca, corriente en riachuelos y fuentes. No se necesitaban fontaneros ni mecánicos, pero si se daba el caso, algún vecino sabría sacarte del apuro. Cuando él tuviera necesidad de tus servicios, irías a su casa a segar, a trabajar en una pared o ayudar en las matanzas, a cuidar un enfermo o a preparar a un difunto (no había funerarias carísimas). 
Pero el dinero no corría: lo solíamos llevar atado en un pequeño hatillo con un nudo de seguridad. Bastaba un pañuelo porque el dinero era escaso. Lo del tubo de caña, tapado con un tapón y que se llevaba, como las pistolas, metido bajo el pantalón a la altura de la colloná, eso yo no lo he conocido. Cuando te dicen «salut i força a n´es canut» no te desean fuerza en la titola (que también), sino en el canuto donde guardas las monedas. Pero llegó la revolución del plástico, las prisas, la compartimentación de lo que había sido una vida total, perdimos Ibiza y perdimos aquel tiempo libre siempre ocupado en tareas creativas. 
Hasta que llegó un extranjero y te animó a comprar neveras, coches, pero debías vender tu terreno. Vendido el terreno tuviste que encontrar un trabajo de 14 horas (ahora son de 8) para poder pagar los artefactos que ni necesitabas. Ya no tenías tiempo de ir a pescar, ni de estar con tu gente. Tenías que entregarte hasta el infarto a pagar deudas que jamás hubieras sospechado que podrían existir. 
En la tele anuncian vacaciones en paraíso tropicales que solo son accesibles a gente muy adinerada. Los ibicencos teníamos este paraíso –con fatigas y obstáculos, claro– a mano, gratis y para siempre. Hasta que apareció un especulador con una bolsa de plástico. Y ahora se cobran salarios muy bajos, pero hay que pagar por todo, todo el tiempo y cuando llueve mucho todo se inunda y nadie te ayuda. Y cuando hay sequía estás solo. Levantas la cabeza al cielo y murmuras entre dientes: «Hicimos un mal negocio».