sábado, septiembre 28, 2013

Hojas caídas de otoño

Ballena en Ibiza, foto OctopusC
Un verano pesadísimo, raro, donde se han superado por poco las cifras de 2012, da paso a un otoño que ha de ser muy activo, aunque yo veo cosas que no me gustan un pelo. Llámenme timorato, pero me da mucho miedo que hurguen tanto en las murallas. Debieran tratarse con pies de plomo y mucha prudencia.
Lo digo en parte por las covachas que se han ido desbrozando, pero sobre todo por esta vieja idea de construir un ascensor para subir a Dalt Vila. Una vieja idea mala. Ni se les ocurra.
Casi me da tanto miedo como que nuestro retablo gótico de Jesús sea trasladado a algún taller catalán, de donde nunca se sabe que pueda resultar ni si jamás volverá a Ibiza. Ya dan miedo. Ni se les ocurra sacarlo de Ibiza. Quieto, parado. Otra opción sería, ya que de Valencia vino -del taller de los Osona- que sea restaurado en aquella ciudad de origen.
Seguir agujereando las piedras de las murallas es peligroso, casi tanto como bañarse en las costas de Ibiza, repletas de medusas, tantas como jamás se hayan visto. Ya hace al menos diez años me di cuenta del fenómeno, pero uno siempre espera que sean tandas episódicas. Parece que el verano del año 13 quedará recordado como el año de las medusas. Nos consuela saber que no solo es en Ibiza.
Los mayores peligros de las costas de San José no son las medusas, sino los políticos, si es cierto, según el informe de Greenpeace, que es uno de los diez municipios de España en el que más costa se ha destruido. ¿Quedará algún metro de costa sin tapar de urbanizaciones, hoteles y casetas centenarias de pescadores domingueros?
Sant Josep es una vergüenza, mientras San Antonio pretende triplicar su población actual, según las previsiones de las nuevas normas, nada menos que 60.000 habitantes. No lo dice, pero se supone que la mitad cocidos en cerveza.
En Formentera no pueden dormir tranquilos. Se teme que la futura Ley de Costas y el consecuente deslinde de la isla provoque una nueva explosión de pequeños apartamentos, hostales y chalés. Sería el golpe definitivo para esta isla tan personal y hermosa. Bueno, como casi todas las zonas costeras (y ahora del interior) de las Pitiusas. Se teme que estos dos últimos años de bonanza y las erráticas modificaciones urbanísticas del Govern propicien una nueva etapa de enladrillamiento.
¿Caerán las dos islas definitivamente? No se salva ni el isloteTagomago. Sobre la Conejera no se sabe nada y el Cetis se ha convertido en otro islote de discusiones sobre fallos y errores.
Como las hojas y los días de otoño, van cayendo los problemas sobre las islas, casi siempre los mismos. Al menos tenemos siete meses para intentar mejorar muchas cosas.

miércoles, septiembre 25, 2013

Retenes para borrachos

Celda para borrachos en Sydney. Nathan Edwards Fuente: The Daily Telegraph
Me parece lógico que en Gran Bretaña se esté discutiendo acaloradamente sobre la creación de drunk tanks, algo así como retenes para borrachos. No se refiere al mendigo colgado en la calle, que vive en permanente crápula a la intemperie, sino a estas hordas salvajes de jovenzuelos y chicas (casi tantas como chicos, de esto en Ibiza podemos dar fe). Son jóvenes trabajadores, gastan cierta cantidad de dinero, son buena gente, pero tienen esta peligrosa costumbre, que yo intuyo más en los británicos galeses y escoceses; el inglés medio sabe beber con corrección, despacio, deleitándose en la conversación.
Esta dichosa manía de beber compitiendo, en prisas y en cantidad. El resultado suele ser nefasto, desde la borrachera ciega hasta estados de coma etílicos muy peligrosos, pasando por los diversos estados intermedios.
En Lloret de Mar, en Palmanova y en casi media Ibiza conocemos los embates de estos muchachos insoportables que viven el consumo de alcohol como una efervescencia gritona y a menudo bronca. En Ibiza, uno de cada veinte turistas se ve envuelto en una pelea seria a lo largo de sus vacaciones. Es un triste récord. Los oficiales de policía han aceptado de buen grado la creación de estos drunk tanks donde alojar a las víctimas del alcohol y donde serían atendidas por personal específico.
La idea es que la Policía no da abasto para todo y se pretende que cada cual se responsabilice o pague por su conducta. Las multas que impone la policía inglesa son de 80 libras, cuando el coste para el Estado va desde las 300 hasta las 400. Mediante los centros para embriagados sacarían de las urgencias hospitalarias a decenas de muchachos pasados y serían igualmente atendidos por sanitarios concretos. Al día siguiente la vida sigue, pero el borracho se llevará una factura que puede ascender al coste de una suite de hotel, pues estos retenes estarían gestionados por una empresa privada. Es posible que el recuerdo de la factura le sirva de repelente ante la próxima cerveza.
Me quedan pocas ganas de bromear con este turismo de Ibiza, casi tan pocas como los intoxicados por drogas químicas. No sé cuánto ganarán los hoteleros con estos tipos, pero al Estado español le sale un negocio ruinoso. Tanto que no se puede seguir soportando. Si no quieren pagar las facturas que se traigan sus polis, sus enfermeras, como se traen a sus camellos, sus ticketeros y sus drogas. Otra solución sería implantar los drunk tanks en Ibiza, empleando los dragaminas que ahora ejercen de party boats o que las fragatas inglesas que surcan las aguas mediterráneas los vayan alistando para la guerra que mejor convenga.
Cómo estará la situación cuando la misma Policía inglesa está cansada de recoger borrachos, dejando de atender misiones más importantes de la sociedad y más propiamente policiales. Me imagino que les pasa lo mismo a los sufridos sanitarios y policías españoles.

sábado, septiembre 21, 2013

Aquí no paga nadie

Leyendo el Diario este verano he llegado a la asombrosa deducción de que en Ibiza no paga nadie, y si paga alguien, acaba en las faltriqueras de Montoro. No es broma, aunque el título lo he tomado de una popular obra teatral de Dario Fo. Una obra significativa porque además es un precedente histórico de estos sindicalistas apocalípticos al estilo Curro Jiménez que ha generado la vieja Andalucía de siempre.
En efecto, los Sánchez Gordillo, los Cañameros y sus palmeros y palmeras, se acercan organizadamente a un mercadona o a un carrefour, zarandean a la cajera, amenazan al segurata y comienzan a cargar con los frutos apetitosos que el capitalismo ha creado para deleite de quien los pague. Este comunismo al descuido es una recreación histórica que califica más a nuestros políticos y jueces (al menos a algunos) que a los caraduras mesiánicos que arramblan con los bienes ajenos. En la obra de Fo son dos mujeres cansadas de los estragos de la inflación, no consiguen llegar a final de mes y deciden desvalijar un supermercado. Cómo no, el marido de una de ellas pertenece al Partido Comunista. No voy a destripar el argumento para quienes no la hayan visto, pero me hace gracia señalar el precedente.
En Ibiza ¿paga alguien o vienen con los carritos vacíos y se los llevan llenos? Me gustaría la colaboración de mis lectores para que añadan a la lista a los no paganos. Por ejemplo, estos centenares de autocaravanas que vienen atiborradas de latas y galletas compradas en Alemania, o estos yates enormes que llevan la despensa a reventar, repostada en la península o en otro país. Poco compran en Ibiza, aquí solo vacían las sentinas y desparraman las bolsas de plástico (algunos, se supone).
Ni que decir tiene que tampoco dejan nada o apenas nada los queridos clientes del ´todo incluido´. Muchos pagan en el extranjero y cuando llegan a Ibiza no salen ni compran en las restaurantes ni en las tiendas de nuestros pueblos y ciudad. Discotecas y bares se quejan de la competencia, pero ellos mismos han generado con sus precios astronómicos un mercado sumergido, llámese botellón o garrafón. Muchos jóvenes prefieren ir a la bodega y beber a la luz de la luna. De todas formas, se encuentren donde se encuentren, beberán sumergidos en el chunda-chunda inesquivable que embrutece toda la isla.
Por si fuera poco, muchos de estos hooligans y sub-clubbers están manejados por unos 4.000 capos ingleses que cotizan en su país. No dejan nada aquí. Incluso los camellos son extranjeros, como las porquerías asesinas que venden.
Por no hablar de estos contratos basura que algunos hoteleros firmaban con las trabajadoras checas o rumanas. Incluso las nada despreciables migajas de los subsaharianos deben acabar en Kenia o en Senegal. En Ibiza sólo el ruido, la humedad, las facturas y la leña que se reparten a diario. A veces tengo la impresión de que nos hemos equivocado, porque aquí no paga nadie.

miércoles, septiembre 18, 2013

Un poco apretado

Los veranos de Ibiza son cada vez más previsibles y más concentrados. Lo único inesperado es la resistencia de Bauzá para lanzar el TIL ante los embates ideologizados de parte del profesorado y su mano de hierro sindical, el STEI. No conforme con esto, lanza otra bomba contra el catalanoprogresismo: la oferta o propuesta de reducir en un 30% el número de diputados regionales y retirarles la paga gansa, gorda, inmerecida. Uy, el fin del mundo.
De manera que declaro a Bauzá como mi vedette del verano. Ni Norma Duval, Ana Obregón ni Paris Hilton. Ni Ángel Nieto, aquel hábil sorteador de las más peligrosas curvas: José Ramón, eres mi ídolo. Tómate algo, pero nada de tilas que viene mucho trabajo. Y si te relajas te quitarán hasta la cera de las orejas.
Por lo demás, todo según el guión. Si quieres ver futbolistas cargados de millones, has de venir a Ibiza o a Formentera en junio, cuando acaba la Liga. Y si quieres remolino-mix ya ha de ser en julio y agosto. Nada nuevo bajo la luna. Los mismos tipejos bronceados y las mismas esbirras descocadas o encocainadas. De esta lúgubre luminosidad nocturna vive mucho papel couché y muchas cadenas de televisión, así que cada verano alimenta la promoción del siguiente. Ya tenemos 2014 vendido y a mejor precio.
Lo que ocurre es que Ibiza ha desaparecido. No se ve. Está ahí, bajo una espesa capa de cemento y hormigón y el amanecer hará palidecer las luces cansinas de las noches químicas y cómicas. Quien lo resista que persista y que cuide su imagen, porque en Ibiza los únicos que no pagan son los guapos finos y las boas guapas.
Se ha cumplido la previsión del ruido y del asfixiante espacio húmedo, ocupado por un exceso multitudinario. Las multitudes suelen serpentear bajo un silencio relativo, excepto en Ibiza, donde si quieres ser discreto tienes que berrear, gritar y armar escándalo. Como la policía te vea estirado en una hamaca leyendo un libro estas perdido. Pensarán que eres un espía del Partido Socialista de Cataluña o mucho peor, que eres tonto de remate. A ver, pollo, documentación. Y ándese con cuidado, que no le quitamos ojo, a Ibiza no se puede venir calladito a molestar a la multitud. 
Si hasta los dragaminas militares de desguace mundial acaban en nuestras calas machacando a los vecinos. Los helicópteros dicen y se desdicen al lado de cualquier chalet. Los helicópteros, dicen cumplen la ley. Sí, la ley de la selva.
Los únicos que se quejan, frente a la afrenta frontal son los emisarios submarinos, que revientan por la presión de las vibraciones del estruendo. En realidad revienta todo. Como cada año. El año que viene habrá más y peor, salvo que estalle una guerra en España o en Alemania. Y pensar que en Los Monegros nos tienen envidia.

sábado, septiembre 14, 2013

Ibiza, la reconstrucción tras la batalla

Las grandes empresas no suelen perderse por Ibiza, si no es formando alguna UTE, unión temporal de empresas, así que las pequeñas y medianas dedicadas a la construcción estarán encantadas con el fenómeno ya explicado en nuestras páginas del Diario: licencias de obra nueva se mueven pocas, pero reconstrucciones, arreglos y apaños, remodelaciones, ampliaciones sí. Como una moto.
No me parece mal, de hecho lo invoqué repetidamente en la crisis del 92-96. En Ibiza se ha construido muchísimo y muy mal, salvo excepciones. No hay una obra que no esté por culminar, por terminar, por decorar en los últimos detalles.
A esto se añade la brutal campaña bélica de las grúas contra la isla.
¿Pensarían quizás que esta brutalidad suicida no iba a acabarse nunca?
Ignoro cuánto pueda salvarse de lo que queda de Ibiza y Formentera, pero poca cosa. El destrozo del paisaje ha sido bestial, brutal. Colosal sin más adjetivos.
Y ahora podemos comérnoslo con patatas, buscar agua donde no la hay, procurar un aparcamiento donde nunca más lo habrá, rezar para que no nos construyan una planta de energía de biomasa o una depuradora ante nuestras narices. De cualquier forma que lo enfoquemos, hemos cegado y saturado los núcleos urbanos consolidados: Vila, Santa Eulalia, Santa Gertrudis, San Antonio, San José... no se salva nadie.
Y al cabo podemos preguntarnos ¿somos más ricos ahora, más felices, tenemos mejor vida, más tranquilidad? ¿tenemos ahora más seguridad?
Y cuando nos respondamos podemos irnos a nuestros ayuntamientos respectivos para preguntarles por qué siguen desarrollando sus pueblos como si nuestro territorio fuera infinito.
No me refiero al disparate de Ibivegas de los Matutes solamente. Se están perpetrando otras operaciones que ponen los pelos de punta y que pondrán a decenas de miles de nuevos clientes potenciales sobre la isla.
Ibiza es ahora una pintura muy valiosa estropeada, acuchillada, erosionada. Los arquitectos han encontrado un filón en la restauración, pero la obra está muy dañada en profundidad.
Tras la enorme batalla que se recrudeció a partir de 1982 queda un panorama desolador. Da auténtica pena. Da llorera. Quien pueda elegir, puede marcharse para no verlo ni sufrirlo, pero muchos de los que se queden descubrirán lo que son las desventajas de la isla, sin obtener ni una sola ventaja. Reconstruyan, pero ¿para qué las desmedidas operaciones urbanísticas?
Las Vegas va sobrada de territorio. Incluso de agua. Pero la islita de Ibiza no es Las Vegas.

miércoles, septiembre 11, 2013

Salva Ibiza, cómete un coche


En Ibiza ya no cabe ni un tonto más. Ni un listísimo. Hace años que estamos perfeccionando un modelo de riqueza que nos ha superespecializado y no está llevando a la ruina. Aquí ya no cabe nadie más ni nadie está a salvo.
Es demencial acumular el trabajo en julio y agosto. ¿Podría hacerse de otra manera?
Quizá, el hecho es que nadie lo ha estudiado en serio.
Casi todos los males de las islas provienen de la saturación del verano.
Ya en este julio se ha hecho patente que nadie va a solucionarnos los problemas.
Sobran miles de coches, pero siguen faltando taxis. Los transportes de Ibiza siguen siendo deficientes y poco funcionales pero ya no sabemos donde aparcar los vehículos.
Ignoro si en Formentera hablaban en serio cuando plantearon la posibilidad de limitar la entrada de vehículos en verano desde la Península. En Ibiza se acabará haciendo lo mismo.
Da lo mismo que se prohíba o se limite la entrada de coches a la playa de Benirrás, que es un callejón sin salida cargado de peligros.
Hace años que se ha sobrepasado el límite de vehículos que puede absorber la cabeza de playa, que ya linda plenamente con los pinares.
Todavía se recuerda con horror los incendios de Benirrás.
Remember Benirrás. Recuérdalo siempre. Todo el Norte de Ibiza es una enorme bomba que puede explotar en cualquier momento y lo coches no ayudan, al contrario taponan cualquier posibilidad de solución en caso de emergencia grave.
¿Podría habilitarse un bus con salidas desde San Juan y San Miguel? En cualquier caso, donde se dejen los coches molestarán.
Nadie querrá hacerse cargo de esta marabunta que va en busca de un paraíso salvaje, donde jipis de plástico hacen el payaso y algunos listos hacen su agosto.
En la ciudad de Ibiza puede abandonarse toda esperanza de aparcar. Incluso los vecinos de es Puig des Molins solicitan una zona azul para que no les invadan los coches de la parte baja. Cada vez hay más gente, más coches y la incomodidad aumenta geométricamente. Y aun así la gente quiere seguir visitando Ibiza y Formentera en julio y agosto.
La solución solo sería que cada uno de los 300.000 habitantes se comiera un coche. O que uno de cada cuatro entendiera que las islas son mucho más agradecidas en mayo, junio, septiembre y octubre. Ahora se va hacia el gran colapso final.

sábado, septiembre 07, 2013

No se llena ni en julio ni en agosto

En Baleares sí ha seguido creciendo la oferta hotelera desmesuradamente, por mucho que algunos lo nieguen o lo disimulen. Crece la oferta estrictamente hotelera, las urbanizaciones y los establecimientos como albergues, campings, pensiones, pisos, apartamentos.
De no ser así ¿dónde es esconde la gente? Porque cada vez vienen más veraneantes. Ignoro en qué tipología encuadrarlos: turistas, viajeros, peregrinos, curiosos, ambulantes o vividores. El aumento vertiginoso de los vuelos de bajo coste ha de tener su expresión en la economía, empezando por el hospedaje. Es un aumento imbatible, incontestable y que puede cuantificarse con toda facilidad. Ocurre en Madrid, en Cataluña y en Baleares. Una vez más, Ibiza se lleva el triste récord de ser el aeropuerto que registra el mayor aumento de este tipo de pasajeros, en general jóvenes con muchas ganas de gresca pero con muy bajo poder adquisitivo.
Ibiza –ya lo ha dicho la prensa– registra el mayor aumento de pasajeros low-cost de toda España. Desde enero hasta junio, 398.137 viajeros (entrada o salida) emplearon estas compañías. Un 15% más que el año pasado.
¿Nos atrevemos a suponer que julio y agosto habrán seguido la misma pauta? Por supuesto. Y podemos suponer un crecimiento desmesurado de los botellones en playa d´en Bossa, en San Antonio y quizás en Santa Eulalia y San Carlos. La fama de Ibiza entre los jóvenes es explosiva. Quieren participar del banquete festivo y no todos pueden pagarse los precios (disparatados) del verano pitiuso.
Así que aplicando este razonamiento ya tenemos la explicación a otro fenómeno: a pesar del aumento de los pasajeros registrados en los aeropuertos, los hoteles no siguen el mismo aumento. Claro, puedo equivocarme, pero la explicación más sencilla suele ser la más convincente: es gente que no va a hoteles, apenas entra en los restaurantes y se supone que no puede permitirse gastos onerosos.
A finales de julio y de agosto seguían las ofertas en la prensa y en la televisión: los hoteles no están llenando. Y ocurre en Canarias, en Mallorca y también en algunos hoteles de Ibiza. Y ocurre en el Caribe, donde en algunas cadenas bajan los precios de una forma sorprendente.
Dejo estos datos aquí, para confirmar una vez más la tendencia de sobresaturar Ibiza en los meses punta y con precios bajos en algunos casos. A pesar de ello, se siguen poniendo en el mercado más plazas. Sigan, sigan. Mientras, los que se forran son los low cost y los súper y licorerías. Botellón y bronca.

miércoles, septiembre 04, 2013

Ya hace 40 años de casi todo

Punta Arabí se lanzó en plena efervescencia hippy (Foto Ibiza Experience)
Casi con alarma, uno ya se va dando cuenta de que hace 40 años de casi todo. Una amiga me recuerda que Punta Arabí, el primer mercadillo de campaña y de campiña, cumple 40 años, si es cierto que se inauguró en 1973.
En 1972, una docena de hippies de verdad, genuinos, ya vendían bajo los arcos en la entrada de nuestras murallas. Pero es que en cualquier rincón de la isla se podía uno encontrar con un hippy de pelo revolucionado que extendía súbitamente la sábana (o sari, o mantel) y exponía la mercancía más inesperada.
El no siempre agradable perfume de pachuli comienza a invadir las Pitiusas en esos años, quizás en 1970. También el sándalo, siempre más variado, menos penetrante.
Este fue uno de los primeros temas que saqué como reportero en el Diario de Mallorca, porque en el de Ibiza ya salían cosas continuamente. Y en Tele/EXprés, en Destino... los hippies interesaban.
Siempre pensé que la idea del mercadillo hippy de Punta Arabí era brillante, pero jamás había conocido al artífice. Fue cenando un grupo de amigos en París donde le conocí y tenía las ideas muy claras.
¿Por qué no comercializas algún tipo de perfume de la Ibiza hippy?, le provoqué. Pero él me miró sonriendo: «No entiendo de estas cosas sofisticadas, yo sólo entiendo de vender salchichas», me dijo con modestia y discreción.
Realmente sabe de muchas más cosas, pero ha estado siempre en un segundo plano. Aquella urbanización se ha hecho famosa en el mundo entero, saldrá en miles de películas y de fotos y todo gracias a la idea inicial de convocar a los hippies y artesanos que tuvieran algo para comercializar. Al principio, una de las más fijas, se hizo famosa la payesa de Formentera que vendía los jerséis de lana de oveja de la isla.
Durante 1974 y 1975, el movimiento hippy sufre un golpe definitivo. En España fallece Franco y todo presenta otra dinámica. Estados Unidos había firmado la paz con Vietnam y presumiblemente los prófugos encontraran distintas vías al indulto por su deserción. Las capitales como París, Londres, Roma también emprendieron un nuevo camino, lejos de la contestación y de las fiebres múltiples de 1965 en adelante. Durante aquellos dos años, las Pitiusas se vaciaron de hippies y muchos de ellos vendieron hasta los anillos y pendientes para pagarse el viaje de vuelta.
Sin embargo Punta Arabí siguió subiendo como la espuma. Los mercadillos iban arraigando en todas partes, con la ayuda constante de Las Dalias, que fue y es uno de los últimos refugios de los post-hippies y bohemios. Hoy gozan de buena salud; Las Dalias incluso ha exportado a Madrid su idea de mercadillo ocasional y con mucho éxito. Y parece que fue ayer.