martes, agosto 30, 2016

'Emborrachar a niños de 14 años'



Que las habitaciones de San Antonio se vendan bastante más baratas que las de otros puntos de Ibiza y Formentera es algo muy significativo: queda mucho margen de mejora en las Pitiusas en general y en esa zona en particular. Llevan muchos años intentando dignificar y mejorar el nivel, pero mientras la clientela sea del tipo jovenzuelo lanzado de cabeza al barreño de cerveza, ruidoso, bronco y vomitón, hay pocas opciones para la salida del foso.
Hoy, dormir en San Antonio es 111€ más barato que hacerlo en uno de Ibiza. La tarifa media en Ibiza en julio fue de 201€, mientras las de San Antonio se queda en 90. La diferencia de categoría es sustancial y debería alarmar a empresarios y a los políticos de la villa.

"No podemos vivir de emborrachar a niños de 14 años" explica Joan Gou, un empresario y exconcejal de turismo de Lloret de Mar. El cultivo del turismo low cost abruma a los pocos empresarios que pretenden ofrecer mayor calidad y acaban por abandonar la búsqueda de la excelencia.
Y no será por falta de ejemplos y de modelos a seguir. En el resto de isla, en general, se demuestra con hechos que un turismo cuidado y con cierto empaque -ya no pido turismo de lujo para las cien mil plazas de Ibiza, esto es imposible- resulta más rentable incluso a corto plazo.

La villa de Portmany, de una singular belleza, pese a esta masificación asfixiante, repite siempre los mismos errores y acaba de cometer el último, por la información que tengo, en este millonario plan de reestructuración turística. El tiempo dirá si estoy en lo cierto. Otro error que se repite hasta la saciedad es traspasar las instalaciones ya devastadas a otro empresario que las exprime para sacar hasta la última gota. Solo se consigue encanallar, al menos empeorar cada vez más los servicios.

Con este tipo de turistas no se podría atender la solicitud de los amos de s'Espalmador : que el turismo costee el mantenimiento del islote. Supongo que pretenden aprovechar la brutal agresión por el fuego de este verano para presentar algún proyecto de instalaciones de bares, tiendas o servicios. No lo sé. El asunto es de envergadura y merecería toda la atención del Govern, ya que imagino que es imposible conseguir los veinte millones (o los que sean) que pedirían los dueños.


sábado, agosto 27, 2016

El verano más terrible de la historia

Una imagen imposible en Ibiza. Ya se acabaron los buenos tiempos
Acabando agosto, miro hacia atrás con un poco de cansancio y alivio, porque incluso esto ya lo esperábamos. Ha sido –es todavía– el verano más exagerado, más agresivo y sangriento, más espeso y deshidratado de nuestra historia reciente. Nadie recuerda un verano como 2016 porque jamás había existido. No es necesario explicar qué ni por qué: lo ha hecho mucha gente ya. Echo una ojeada y nuestros días están repletos de eventos peculiares, pero incluso estos han sido previsibles. Por mucho que las islas hayan reventado por todas las costuras, ni siquiera nos ha sorprendido porque ha sido más –mucho más– de lo mismo. La avalancha de trastos, gente y máquinas no ha generado ni una sola contradicción, solo ha exacerbado en su máxima potencia las que ya había. Resultado: nefasto. No hemos superado los test de estrés.
Quienes gobiernan apenas abren la boca y sueltan un rosario de banalidades. Por ejemplo, ya que vienen demasiados turistas, hay que regular el turismo para evitar la masificación. Supongo que sólo podrían venir quienes ellos digan y cuando ellos decidan. Un hablar por hablar. Lo mejor sería quedar callados y preguntar a quien sabe. Pero no lo consiguen, primero sueltan la tontería y al cabo de unos meses se desdicen, a menudo alegando que la UE no lo permite.
Hay algo que no debe olvidar el Pacto de Progreso: aunque vivimos en un Estado muy socializado, aún no somos comunistas. El consumidor tiene sus derechos y uno de los primeros es la libertad de movimientos. Y el empresario también.
Otra regla de oro en el turismo: es muy difícil levantar un destino turístico, pero es relativamente fácil cargárselo. Hoy se dan por perdidos o muy mermados los países del litoral: si empezamos por Mauritania en el Atlántico, Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Jordania, Líbano, Israel, Turquía, Grecia, etc., solo nos quedan Grecia, Croacia, Eslovenia, Italia, Francia y España. Los tres primeros con reservas. Francia ha perdido un millón de visitantes en 2016, ya pueden imaginar el porqué.
Bromear con el turismo sale carísimo. Que en Baleares tengamos al frente del área a un incompetente como Biel Barceló puede tenernos muy preocupados. Que alguien del Pacte le ponga un filtro o varios para vigilar sus palabras y sus hechos. Quizás mantengan en su cabeza la idea comunista o catalanista de que el gobierno puede actuar de cuña para manipular la sociedad, obligando a primar un idioma (el catalán) sobre el resto o a rotular y a contratar empleados que hablen en catalán.

Sáquenselo de la cabeza. Ni somos Cataluña, por fortuna para el millón de habitantes de Baleares y me temo que no queremos serlo. Ni somos comunistas, al menos de momento. Solucionen problemas reales, existentes. No se inventan otros que jamás han existido.

miércoles, agosto 24, 2016

Extraño final de verano

Foto gentileza de EssentialIbiza.com


Sobre el improvisado y sectario funcionamiento de nuestro Govern Balear basta dar dos fechas: la ecotasa jamás debiera de haberse reimplantado y entró en vigor el uno de julio; la suspensión o restricción de los party boats era urgente e imprescindible y entró en vigor un mes más tarde de lo programado. O sea, preocupados por la recaudación aceleraron la ecotasa, dejando el ruidoso trajín de barcos atiborrados de turistas en estado muy delicado para los últimas días del verano. Ni hecho aposta.
Que solo paguen la tasa hotelera los establecimientos legalizados, dejando a más de la mitad libre de cargas, es algo que clama al cielo. Por supuesto, tampoco saben cómo enfrentarse al problema agudísimo de la legalización para el comercio turístico de los pisos y apartamentos. Lo anuncian para Navidad, pero obviamente, no estará ultimado.
Todos conocen esta indecente situación, por lo que extraña un poco el silencio ovino de los hoteleros. Un buen equipo de abogados tumbaría la ecotasa por denigrante y discriminatoria. A no ser que el objetivo no sea cargarse la ecotasa sino el Pacto de Progreso directamente. Creo que ambas cosas irán relacionadas en el mismo lote.
El hecho es que la ecotasa ya está vigente y los party boats tienen delimitadas las zonas de actuación. Otra cosa es que se cumplan. A partir del 8 de agosto las discotecas flotantes no pueden alterar el silencio en las zonas protegidas ni la isla de Formentera.
Un extraño comunicado del Foreign Office (ministerio de Asuntos Exteriores) de Reino Unido, también finalizando ya el verano, avisa a los británicos de que España está en nivel de alerta 4 y que viajar a nuestro país puede ser arriesgado por los peligros de terrorismo indiscriminado. No aporta mayores pruebas, lo que ha indignado al sector hotelero. Nos compara en peligro a Tailandia, Líbano y Turquía lo cual, obviamente, es una temeridad, máxime cuando se han vivido los atentados de Bélgica, Alemania y Francia y el propio Londres.
Muy extraño. Incluso cuando recomienda viajar a Suiza, país fuera de la Unión Europea. No dice que su anterior mandatario, Cameron, visitaba Ibiza una vez al año, como mínimo. Pero no me importaría que doscientos mil cabestros británicos se fueran a Suiza, de donde seguramente les expulsarían a las pocas horas y a nosotros nos liberaría de una tortura que no merecemos.

sábado, agosto 20, 2016

Pacte: tres veces con la misma piedra


El problema de la vivienda no se solucionará nunca, a la vista de lo ocurrido este verano: los pisos urbanos se siguen alquilando a los turistas, excluyendo del banquete a los trabajadores más necesitados. Parece que incluso se niegan a pagar la ecotasa, que castiga a hostales, pensiones, apartamentos y hoteles.
Estos propietarios de pisos urbanos en fincas plurifamiliares han decidido prescindir del lío legal y han salido por la tangente, al acogerse a un ley de rango nacional, la de Arrendamientos Urbanos (LAU). El único requisito es que no se comercialicen por canales ni con servicios turísticos. Siempre que en la próxima declaración de renta declaren estos ingresos, están dentro de la legalidad que ofrece el artículo 3 de la LAU.
Los propietarios de pisos, mediante este mecanismo, prescinden del pago de la ecotasa y se sienten a salvo de las inspecciones del Govern Balear, el cual con 15 inspectores para todas las Baleares no puede ni siquiera intentar un control racional. Biel Barceló, el vicepresidente y consejero de Turismo del Govern, insiste en la necesidad de regular los alquileres turísticos y tiene razón, por lo menos por lo que tiene de injusta y discriminatoria la actual situación. Es comprensible que los inspectores solo puedan atender una mínima parte de las denuncias.
Se entiende mejor el alcance del problema si recordamos que en las Pitiusas hay algo más de 80.000 plazas legalizadas por otras tantas que trabajan al margen, cuanto menos en un difuso campo de alegalidad administrativa. Las plazas de Mallorca rozan las 400.000, sin contar las de Menorca. Ante estas magnitudes, un miserable pelotón de 15 inspectores no puede hacer nada.

Esta situación deja en otro espantoso ridículo a un Govern que ha decidido centrarse en los gastos y los gestos identitarios de cara a su galería de forofos, en vez de enfrentarse con gestión y trabajo a los problemas reales inaplazables: contra la escuela concertada, los toros, el español, la interrelación con la Cataluña golpista en plena rebelión, la promoción de unos inexistentes países catalanes, etc. Ya llevan tres Pactos de Progreso y siempre tropiezan con la misma piedra. Tres.

miércoles, agosto 17, 2016

Un verano grotesco


Lo que ocurre en Ibiza hogaño no es novedoso, de hecho viene pasando desde la década de los 80. Lo único que ha cambiado es el grado de presión sobre el territorio, los recursos y la gente. Pero el fenómeno obedece a la misma naturaleza.
Es importante el matiz, porque significa que estábamos avisados, sabíamos que esto podría ocurrir y algunos estábamos convencidos de que ocurriría más pronto que tarde. A los políticos locales parece haberles sorprendido con el pie cambiado, lo cual tampoco extraña. Ellos se sienten tan desorientados que han recurrido al viejo recurso de pedir informes a profesores de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), algunos de los cuales ya demostraron su acción estéril cuando fueron políticos en activo, como Carles Manera con Antich.
En Baleares ya sobran los informes, los planes de esponjamiento, los estudios turísticos y otras joyas impresas que acaban en agua de borrajas. Nunca se llevan a cabo. Ni hará nada el presidente del Consell de Formentera ni la del Govern Balear. Pero en agosto han de salir en pantalla para demostrar su interés por los análisis (así lo llaman ellos; hay que hacer análisis, balances o estudios, o sea, marear la pobre perdiz). Si se sienten fuertes amenazan con un cambio de modelo. Ya explicarán que es esto, por si tenemos que comprarnos cañones de nieve.
Mientras tanto, los que han decidido vivir en el paraíso o los que no pueden escapar de él, descubren que no hay tal. Pueden colocarte una depuradora al lado, una desalinizadora más abajo, una discoteca o un cementerio. Una lluvia de perdigones puede caerte en el jardín. Si sales a caminar, puedes enfrentarte a una manada de perros liderados por un doberman. En la playa, el más fino colchón es una capa de colillas. Si vives en la costa, una muralla de barcos fondeará en la misma orilla. Si por fin encuentras un terrenito aislado, de pronto será cruzado por torres de alta tensión.
No pretendan disfrutar del verano, ni salir a un buen restaurante, ni reunirse para disfrutar de una puesta de sol: Ibiza ha sido tomada al asalto. Las carreteras rebosan, los puertos son inaccesibles. Si vas a poner gasolina en el puerto, ojo con los novatos y si es una gasolinera en tierra, la cola puede ser de varios kilómetros.

Decía que conocemos todo esto desde los años incipientes de los ochenta. Al no haber sabido detener la espiral de crecimiento nos encontramos con la exageración grotesca de nuestra actividad. Nos encontramos desolados, menos mal que tenemos a los sabios de la UIB, que Dios les guarde.

sábado, agosto 13, 2016

No es el modelo, son los excesos


Veo en la prensa mallorquina esporádicas alusiones a la mallorquinidad de tal o cual tema o situación. Intento buscar un sustantivo abstracto para Ibiza, pero no me sale ninguno. Tenemos el ibicenquismo, pero esto equivaldría al mallorquinismo.
¿Qué cosa es el ibicenquismo? No lo tengo muy claro. ¿La defensa desaforada y un poco irracional de las Pitiusas? A finales de los años 70 se intentó fomentar el ibicenquismo en un partido político y no sacó ni un solo representante. ¿Podemos decir ibizidad? Tan cacófono como lo de ibizear, que tampoco queda muy claro en qué consiste.
Al menos tenemos un topónimo consistente, una marca registrada mundialmente, si es que los topónimos puede registrarse, cosa que dudo. Con la misma contundencia suena Formentera, pero tampoco consigo destilar una definición para formenteridad (y aquí sí que suena mejor) lo cual viene a confirmar la vieja sospecha de que nosotros nos pensamos poco o nada a nosotros mismos.
Casi cada verano en que la isla se encuentra embarrancada por una carga de 300.000 habitantes o más, y esto suele suceder durante todo el mes de agosto, sale alguien quejumbroso y doliente preguntando por nuestro destino.
Una de las reacciones más primarias, como un acto reflejo defensivo, es cerrar las puertas y preguntar por la teoría matemática de los numerus clausus, pero cuando pasan las seis semanas de masificación nos olvidamos de nuestro propósito y volvemos a buscar en los recovecos de nuestra ibizidad: estufa o chimenea, excursiones para buscar setas, alguna torrada de sobrasada y algunos pocos ritos más que se nos ofrecen en otoño y en invierno.
O sea, procranistamos y retrasamos la tarea, porque quizás sabemos o intuimos que la solución no pasa por bloquear las entradas –como se tendrá que hacer en media docena de playas de las islas– sino en invertir menos en promoción turística y más en organización y control de las plazas hoteleras ilegales o alegales y en el comercio de alquileres: vehículos, casas, pisos, urbanizaciones, barcos, taxis pirata y un sinfín de cosas más.
Me quedo a cuadros cuando alguien propone cambiar de modelo de isla. Si es sinónimo de delimitar y limitar la construcción de nuevos inmuebles, me sumo, pero esto no es cambiar de modelo, sino hacer viable y sostenible el que ya existe.
Ayer ya era tarde.

miércoles, agosto 10, 2016

Formentera omite el español en una campaña



"Formentera necessita el teu costat verd», en catalán. En ibicenco diríamos «Formentera necessita es teu costat verd». Cuando se anunció esta campaña en prensa lo vi en catalán, pero creí –en mi incorregible buena fe– que se harían pósters y folletos en inglés y castellano. Pues no: el Consell de Formentera, que evidentemente está sobrado de dinero para derrocharlo en banalidades parecidas, ha lanzado una campaña ciudadana de concienciación, pero solo dirigida a los catalanoparlantes. Se supone que el resto de españoles está tan predispuesto como cualquier otro a darles su lado verde. Pareciera que solo los catalanoparlantes necesitan que se les recuerde estas normas básicas de urbanidad y de cultura ecológica. Si no es así, no se entiende.
¿Cabría pensar que están usando los recursos públicos –por lo que se ve abundantes– para iniciar una política de dejación ante el castellano y en consecuencia, para proseguir su política de catalanización? No ha estado mucho más lejos la jefa mallorquina catalanista, Francina Armengol con su Plan Quinquenal de implantación casi exclusiva del catalán en las empresas y en la vida pública en general. Hasta la presidenta del Govern ha tenido que dar marcha atrás. Formentera no es tan importante, pero ha dejado sembrado un precedente que desagradará a muchos españoles que se dejan mucho dinero en la isla pitiusa.
Hace tiempo que detecto indicios en el mismo sentido: pienso que estos políticos han escogido un mal camino. El peor. De seguir así, no serán necesarios los planes de contingencia y de control de entradas de vehículos. O de limitación de turistas. No gasten dinero en esto, es muy probable que muchos miles de españoles dejen de venir a la isla. Y les recomiendo que abandonen la prepotencia catalanista que ante tales avisos suelen contestar con desprecio.
Otro año más, el presidente del Consell de Ibiza, Vicent Torres, ha discurseado, aprovechando que la prensa pasaba por allí. Cada cual sabe dónde le aprieta el zapato, pero con mencionar una lista de problemas –que ellos jamás resolverán– ya no es suficiente. Los ciudadanos tienen claro que los políticos están creando muchos más problemas de los que en realidad van solucionando. Aparte de cargar a la gente con montañas de burocracia no se siente ninguna ventaja con el régimen autonómico. Y nos cuestan cinco millones de euros al año. El ciudadano empapelado y cada vez con mayor presión fiscal. Ha añadido otra importante novedad que repite habitualmente el PSOE desde hace unos veinte años: van a cambiar de modelo de isla. Ya. ¿Y qué pasa con el tranvía prometido?

sábado, agosto 06, 2016

Pacto de perdedores: Sin dinero no cantan

Francina Armengol, multada por esta visita de propaganda en período electoral, aunque en un principio se pensó que había sido multada por lucir este modelito de adefesio. 
Inmersos en las turbulentas convulsiones de la avalancha de turistas, no por esperada menos ingrata, apenas nos fijamos en las maniobras del Govern Balear. Nuestro gobierno está tomando medidas que nos afectan y nos seguirán afectando muy directamente.
La presidenta Francina Armengol, que solo viene a Ibiza para ser multada por la Junta Electoral y poco más, ha aprendido una lección de humildad, al encontrarse con la crudeza de los números desnudos. Se puede hacer demagogia, y de hecho la hacen sin cesar en los medios, pero la realidad es una burla a cualquier quimera. Gobernar en un pacto de perdedores y encima con la ruina amenazante y omnipresente no ha de ser nada fácil. Pero ellos disfrutan de lo que antes se llamaba la erótica del poder.
Al margen de la pugna constante con Podemos –que controla al Govern sin mojarse ni un pelo–, Francina ha recibido el mensaje claro de Montoro: se ha de reducir el gasto político improductivo, léase consorcios y empresas publicas que suelen cobijar a todos los apesebrados que no sirvan para gran cosa, aparte de ir cobrando.
Cuando José Ramón Bauzá redujo las 181 empresas públicas hasta 78, la oposición se le echó encima sin misericordia. Ahora Montoro le exige a Armengol que siga rebajando si quiere percibir fondos del FLA (Fondo de Liquidez Autonómica), que en teoría se deben devolver algún día.
De manera que de 78 empresas públicas se pasará a 67 antes de julio de 2017.
Una medida que supone un shock para la forma de gestionar del socialismo, que siempre ha tirado de gasto desproporcionado en áreas y temas prescindibles. «Dinero para hacer política» le pedía ZP al pasmado Solbes, que le solía contestar: no queda ni un céntimo. Y era cierto.
Ha tenido suerte Armengol al cerrar este capítulo en la hoja de ruta antes de que el próximo Gobierno tenga que negociar con Bruselas la interminable lista de recortes para reducir el déficit. Vienen malos tiempos para el derroche.
Francina y su equipo de perdedores, la flor y la nata de la progresía, que han arruinado las arcas de Baleares cada vez que han gobernado (dos hasta ahora, van por la tercera) necesitan dinero desesperadamente. Sin dinero no saben gobernar.
En las islas menores seguiremos pidiendo más atención, como siempre y no la recibiremos, como siempre. Item más, el grueso de los fondos de la ecotasa recaudados en Ibiza y Formentera partirán a Mallorca para nunca más volver.

miércoles, agosto 03, 2016

El arte de la Ibiza fea


Hay tanta basura en las Pitiusas, que es imposible no tropezarse con ella en el mar, en las ciudades, en el monte o en los torrentes. Acostumbrados a que nos doren la píldora con esto de que Ibiza es muy bonita, nos negamos a mirar las toneladas de desechos que se acumulan en todas partes, excepto en las papeleras, en parte porque están siempre rebosantes y pringosas, dejadas de la mano del dios municipal.
Cuando enfocas la visión descubres con horror que Ibiza es fea y está hecha un desastre ya sin remedio, tanto en invierno como en verano. Es hermoso el paisaje en la distancia, es bonita la isla desde una foto aérea. Y en estas, que el ayuntamiento de Agustinet ha sacado su lado artístico y ha emprendido una campaña en las playas para despertar la conciencia de los visitantes. Esa conciencia, en Ibiza casi siempre con resaca.
La instalación artística consiste en dispersar por algunas zonas de la playa numerosas colillas, tetrabrics y objetos de plástico desahuciados... pero de gran tamaño. No son originales, esto ya lo hizo el arte pop, hasta el punto que a la vista de los cigarrillos pensé que solo faltaban las cerillas gigantes de Claes Oldenburg. El land-art es pionero en iniciativas que ceden el protagonismo a la Madre Tierra, hollada y desfigurada.
Ibiza fue tierra de creadores que diseñaban pinturas y esculturas, pero desde antes de la explosión de televisores y medios electrónicos. Venían marchantes de Gran Bretaña a comprar cientos de pinturas –como hizo el actor Vincent Price, entre otros– y fue la época dorada de Ibiza. Años 60 y años 70. A partir de ahí, como todo lo demás, el arte de Ibiza pareció disolverse en la marea de banalidad y espectáculo.
Veo que se anuncian rutilantes exposiciones en hoteles, restaurantes y salas efímeras. Pero tampoco aportan gran cosa. Que Julian Lennon o Paris Hilton expongan unas fotografías –sin quitarles mérito personal– tiene el mismo trazado que esta sala del Museo de Arte Contemporáneo reconvertida en tienda sofisticada de una marca comercial. Es el signo y el sino de los tiempos del espectáculo: banalidad, irrelevancia y globalización despersonalizada.
Al menos el pintor ibicenco Tur Costa ha abierto su estudio como expositor de sus fondos de arte y promotor de otras posibles iniciativas, un poco al modo de Eduard Micus. Estas ventanas al arte son un bálsamo en una isla que fue Babel, que fue un nido de creadores. Pero todo esto concluyó.