miércoles, agosto 29, 2007

Adlib ya sabe a rancio


La moda Adlib nació a comienzos de los años 70 y actuó de inmediato como una cuña y como un efecto dominó. Significaba libertad en un momento en que no la había.
Por aquella época yo escribía artículos en el semanario Destino, en Diario de Mallorca y por supuesto en el Diario de Ibiza argumentando los beneficios del nudismo. La naturalidad del naturismo en la naturaleza.
Franco no sólo vivía sino que fusiló a unos cuantos antes de yo acabar la mili en África, de manera que en Ibiza la Guardia Civil perseguía nudistas en las playas y en Burgos, Madrid o Barcelona buscaba terroristas contra el sistema. En aquellos tiempos nació la moda adlib.
Y consiguió mucho: promocionar y canalizar un producto inventado, pero no comercializable; luchar por una imagen de Ibiza que hacía suyas algunas de las reivindicaciones hippies; promocionar la isla con una potencia de fuego impresionante. Y también supimos entre todos (yo hasta gané un premio, de los pocos que me han dado en mi vida) vender el producto, teorizarlo, divulgarlo.
Bueno, pues todo esto ya se acabó.
Si al Consell Insular y a algunos de sus consejeros les gustaba sentarse con actrices de segunda, cenas bobaliconas, un arrastre de periodistas triperos, etc., eso ya es otro cantar.
Pero este evento no aporta nada o muy poco a la moda de Ibiza. He dicho moda de Ibiza, la que existe, al margen de folklóricos (caros y poco rentables) desfiles. Porque eso sería una moda de Ibiza oficial: folklore. Ibiza es todo lo contrario: mil tendencias, improvisación, innovación (miren las discotecas), independencia. Han pasado más de treinta años y nadie lo ha querido entender. Por eso Adlib suena a rancio. Incluso yo diría que estos desfiles son contraproducentes.
Ahora bien, los creadores de Ibiza son muy libres (ahora, en 1972 les hubiera querido ver) de unirse, formar algún acto en discotecas, vender su producto confeccionado quién sabe dónde y de aprovechar la inercia comercial de Ibiza.
Pero Adlib, ¿adlib? Esto está muerto y mal enterrado. Tiene razón el conseller Joan Serra Mayans al ser escéptico. Precisamente porque Adlib tuvo éxito, creció, se divulgó y ya no es aquel niño no necesita más biberones.
Comprendo que los directamente implicados se sientan chocados por mis ideas. Ya hace tiempo que las tengo escritas, yo diría que décadas. Pero aquí nadie atiende.
Quienes piensen que pueden aportar alguna novedad pueden idear otro sistema para airear las cientos de tendencias de la moda de Ibiza. No lo duden. Y lo harán muy bien.

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domingo, agosto 26, 2007

Descompensados


Antes de salir pitando de Ibiza, aproximadamente en 1997, yo fui detectando indicios de que en la isla se estaban acercando grandes cambios. Todo está lleno de señales, indicios, sugerencias.

No es cosa de crear una sensación de catastrofismo ni de alarma terminal, como haría un buen paranoico, pero es de tontos no aprovecharse de estas indicaciones.

Es evidente que yo soy sólo un aprendiz de payés, de paranoico, de chamán, pero no ando sólo este camino. Mucha gente se da cuenta y me lo explica.

Supe de las primeras culebrillas, de la huelga de culo de las gallinas ponedoras, supe de las mermadas abejas y de la proliferación monstruosa de ratas (por tierra) y de gaviotas (por aire).

Cavilamos nosotros todos juntos sobre las posibles consecuencias de la salinización de los acuíferos de las islas: Que Ibiza hubiera sido durante dos mil años el proveedor de agua dulce a todas las barcas del mundo (Mare Nostrum) y de repente se quedara con las entrañas saladas… eso no podía ser buena señal. Melqart, dios de la navegación, nos enviaba un primer mensaje.

Nadie hizo mucho caso, siguieron creciendo las colonias de gaviotas y hemos seguido depositando miles de toneladas de materia orgánica en nuestras costas, que hay que sumar a los miles (quizás millones, ya no calculo, da igual) de aguas asalitradas procedentes de las plantas deseadoras.

Un panorama del desfase. Una fábrica de problemas. Un montón de desfases, eso es la Ibiza de hoy. Y lo sabe todo el mundo.

Solucionas o parcheas un problema y creas otros tres inesperados. Por eso es tan difícil mover el pie izquierdo sin pisar al vecino con el pie derecho. No cabemos.

Y estaba en éstas, cuando me entero de que el mar ya está harto de tanta mierda. Tendrá que defenderse ¿no es cierto? Y nos manda lechugas de mar y nos manda medusas de mar y nos manda mar, mucho mar. Y muchas lanchas y catamaranes que chocan.

En tierra, hasta el tomate se siente intoxicado. Pero ¿es qué nadie va a prestar atención?


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sábado, agosto 25, 2007

¿El mar? No, nada, muchas gracias


Yo comprendo que el mar es muy atractivo. Nadie hablará mal de estos baños en julio y agosto. Pero es curioso, poco más. Muy pocos se bañan en diciembre y muchos menos en marzo.
El mar es horroroso. En Ibiza era un mal menor, en una tierra en la que todo eran males. Lo mejor que podía hacer un ibicenco, para gestionar su vida con una sonrisa, era conseguir un billete, cruzar el mar (o sea sufrirlo, no disfrutarlo) y hacerse con un trabajo en la Península, en Argelia o en Cuba, cuando en Cuba había trabajo, sueldos y una vida inmersa en un mercado.
Y olvidarse cuento antes del mar.
Pero el mar, con sus humedades invencibles, siempre ha estado ahí (bueno, sabemos que no es cierto, pero hablo de períodos de tiempo humanos). El mar siempre está ahí.
Antes de la llegada de esta desgracia que es el turismo (desgracia que, paradójicamente nos ha excusado de cruzar el Atlántico para ganarnos la vida) las aguas ofrecían abundante riqueza.
Existía tanto pescado y tanta variedad en las redes que muchas especies se devolvían vivas o muertas al mar. Otro tipo de pesca se donaba graciosamente a hospicios, hospitales o a gente más pobre, que necesitaba cierta asistencia. El mar era muy generoso.
A esta generosidad se respondía con mucho respeto y miedo: las aguas de los Freos se cobraban también antes muchas víctimas humanas. El día de San Cristóbal, el mar exigía una víctima humana, un tributo. Lo cierto es que no era menester ajustar la víctima propiciatoria al calendario: todo el año, los mares de Ibiza se han cobrado sus piezas. Poco vale la vida en el mar.
Pero hoy nos encontramos con que hemos prolongado nuestra ambición (imbecilidad, estulticia, ceguera... añádase aquí el sustantivo preferido por la familia) terrestre y la hemos llevado más allá.
¿Más allá es hasta la costa? No, todavía más adentro. Mar adentro, como el título de la película del suicida gallego.
Yo leo estos días las páginas del Diario de Ibiza y observo que, finalmente, no ha quedado más remedio que convertir en noticia esta vertiginosa normalidad que es el mar de vuestras vacaciones, perdón, vuestras digo y digo bien. Yo prefiero ya otros parajes, el mar es para los cangrejos y Belén Esteban.
Y todavía saldrán más cosas. El mar de Ibiza se ha convertido en un sitio muy peligroso. Ojo, pues: Melqart, dios de las aguas y del viaje se une a Baal. No están nada contentos de Ibiza, Iviza, Ibosim.

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miércoles, agosto 22, 2007

A por ella,como en Marbella



A por ella, como en Marbella, parece el lema de estos semifamosillos que han huido de las miasmas maléficas marbellíes y han tomado la Ibiza de agosto al asalto.
Y han colapsado la isla, las aguas del puerto y los fondeaderos.
Decir que aquí no hacen ninguna falta es poco. Pero sí vamos a decir que Ibiza ya no puede cometer más locuras y reventar toda la isla porque a unos miles de señores se les viene a la mente irse a Ibiza durante el mes de agosto. Y algunos el mes de julio o de septiembre.
Para eso, no hacen falta más amarres. Ni para otra cosa. El que a estas alturas ya no esté amarrado, se queda como yo, para vestir santos y desvestir vírgenes. Aquí ya no se cabe.
Este era un miedo que siempre expresaba Vicente Ribas Ribas. Sentía pánico a expresar la menor opinión consistente (me refiero en público, en privado era un saco de crótalos), en disentir en algo, pero en este tema siempre decía lo mismo: la evolución de Ibiza sigue peligrosamente el camino de Marbella.
Lo marco y lo remarco, porque esa no era una apreciación muy apreciativa. Ibiza representaba un mundo, un universo, pero donde todas las clases de nacionalidades se relacionaban de forma transversal y permeable. Este era uno de lo encantos de Ibiza.
La Marbella-set estaba formada por algunos personajes salidos de la sombra de la especulación urbanística y algunas caras de las clases medias, muchas veces mesetarias, que conformaban un círculo más o menos cerrado. Ni eran famosos ni dejaban de serlo, pero que nadie esperase la llegada de Mick Jagger, Joaquín Sabina, Bob Marley o Antonio Escohotado.
Todo lo contrario de Ibiza (yo hablo de la Ibiza de antes; me cuentan que los tránsfugas de Marbella han tomado Ibiza al asalto. Con la benevolencia de un tal Pocholo que se representa en televisión como el embajador de Ibiza).
A por Ibiza, a por ella, como en Marbella.
No saben nada de Ibiza y si les preguntas si han probado algún plato típico de Ibiza y te contestan que sí, una fideuá y una fabada asturiana. En fin.
A por ella, como en Marbella.
De manera que la ciudad malagueña ha tenido suerte en el caso Malaya: ha servido para sacarse de encima a cientos de personajes que no tienen oficio ni beneficio. Personajillos que van saliendo en la telebasura. Pocholo. Gente de agosto. Una avalancha poco presentable.
El problema es que con la sacudida, esta tropa ha dado en caer en Ibiza. A por ella, como en Marbella.

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domingo, agosto 19, 2007

Víctimas a goteo

Estos accidentes terribles que casi cada año nos ponen en el mapa de la actualidad en todos los informativos nacionales y a veces europeos, no suelen cobrarse víctimas humanas.

Es muy curioso. Tenemos víctimas en abundancia, pero las servimos al goteo: asfixiados en cisternas, ahogados en el mar, suicidas que se ahorcan o se hacen cosas en algún suicidio ritual, prosaicos accidentes de tráfico, muerte por excesos de droga o/y alcohol. Pero vamos de uno en uno.

En esto somos distintos.

Que yo recuerde, sólo una vez, y fue a comienzos de enero de 1972 (cito de memoria) cuando un Caravelle de Aviaco se estrelló contra Ses Roques Altas, en la Atalaya de San José. Dejó a más de cien víctimas. Recuerdo que Smilja (y otros personajes) siempre lo contaba: Ella debía venir en este vuelo exactamente. Perdió su vuelo y ganó unos años muy fecundos a su curiosa biografía.

En el resto, Ibiza es una buena suministradora de noticias. Pero huye de la gran masificación, y eso ya es en lo único, porque en el resto la isla es una gran masa. Sólo faltaría que también en eso, nuestra zarandeada Ibiza homologara sus parámetros con otros puertos, aeropuertos o capitales.

No es por ganas y de verdad que no lo entiendo.

La Eta, que no existe porque es ilegal, según la brillantísima argumentación de algunas impresentables ministras (y ministros, aquí sí cabe la precisión) nos tiene en el punto de mira desde hace mucho tiempo.

En Mallorca quisieron cometer el regicidio que hubiera sido más sonado: matar a Juan Carlos, nuestro Rey. Después, una simple casualidad –una avería en uno de los coches creo recordar- nos libró de que un malnacido de la eta, subiera en las bodegas de un ferry un coche cargado de explosivos.

Y no conozco otro caso, en el bien entendido de que recuerdo la amenaza de bomba de este verano en nuestro aeropuerto.

No descartemos nada, pero mejor que sigan de uno en uno. En todo caso.



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sábado, agosto 18, 2007

Somos muchos


Me llama el pintor Antonio Villanueva. Parece un poco aburrido de tanta gente que le rodea. Harto ya de soportar y esperar largas colas para hacerse con un plato -los solteros comemos a salto de mata-, dice que se hace una exposición en La Nave.
El título será `Somos muchos´. Ya hace años que lo digo y lo repito: casi todos los problemas de Ibiza se derivan de este desarrollismo estéril -porque no nos hace más ricos ni más felices, salvo a los dos o tres de siempre. Un desarrollismo sin sentido.
Hace al menos dos décadas que Ibiza debiera haber crecido muy poco. Muy al contrario, a partir de 1995 se lanzó a una furiosa y frenética carrera para construir, dicen que para invertir el dinero negro que no podría blanquearse ante el cambio de moneda por el nuevo euro, y después ya llevada por el frenesí de los bajos tipos de interés.
Ahora nos encontramos casi reventados por el apretón, por el acelerón y hemos reventado la isla -y gran parte de su futuro, eso se tendrá que ver- con unas autopistas y con centenares de nuevas urbanizaciones. El dinero de las hipotecas hay que devolverlo y el cuento de los bajos tipos de interés era una trampa. Y el dinero negro, ahora es negro y enterrado porque en muchos casos habrá que renovarse totalmente de cara a un nuevo tipo de turismo.
Porque algo está claro: Ibiza ya no seguirá funcionando, y de hecho ya no lo hace, como en los últimos treinta años. Estamos ante otro tipo de vida, de turismo, de transportes, de ubicación y de usos del espacio.
Se ha acabado la Ibiza de antes. Ya no existe. Sólo a Paris Hilton, a Sandra Bullock o a la Cicciolina se le permite decir eso de una isla mágica. Mágica, por los testosterones.
Todo esto se ha terminado.
Somos muchos. Y una vez que aceptemos esto, sólo debemos encontrar el modo de dilucidar el otro problema: ¿Porque siendo solamente muchos parecemos demasiados?
Aquí ya topamos, con perdón, como los barcos de Iscomar, con los fondos traidores y con la evidencia de que hay algún capitán que necesita que se le dé urgentemente un generoso relevo.
Por lo demás, y ya que estamos en el terreno de la organización, de la gestión, no vendrá de más decir que Ibiza tiene que comprarse un calendario que tenga doce meses. Hay que olvidarse de la construcción. Hay que vivir doce meses en la isla, con actividad económica. Siendo tantos no ha de ser tan difícil.

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miércoles, agosto 15, 2007

Cerdeña, como la Ibiza de los años 60




Ya hemos pasado julio y nos estamos tragando agosto. La Asunción de la Virgen marca la mitad de este mes terrible que no tiene misericordia con los débiles. El ferragosto, el dolor y los cansancios acumulados, las agujetas y las resacas comienzan a hacer mella.
También comienzan a salir en revistas y en blogs las impresiones de los periodistas que han viajado su semanita de vacación. Muchos de ellos hablan de las islas mediterráneas.
Los sigo sin prisa, relajadamente.
Veo que Enrique Arias Vega, publica en su blog un vaticinio fácil: el final de la armonía actual de Cerdeña. Bueno, dicho así, todos estamos en peligro. Unos porque hemos llegado y nos hemos pasado, y otros porque ya se están pasando antes de llegar. Cerdeña, dice, está en peligro.
Sí, pero de momento, la costa Esmeralda se ha convertido en un reducto selecto, donde se recogen los personajes más importantes de la política, el cine, las finanzas, como Berlusconi, Tom Cruise, y toda la gran legión de bellezas de moda.
Cerdeña es una isla enorme con sólo un millón medio de habitantes. Sus costas son de ensueño y hasta ahora se ha conservado porque teníamos al capital entretenido masacrando Ibiza, Mallorca, algo menos Menorca, y la costa de Italia y de Francia.
Sitios como Saint Tropez han sabido ironizar sobre su propia decadencia y se han convertido, en efecto, en un enclave de decadencia y de mucho dinero. Lo mismo Italia, que es un país siempre a punto de explotar, de desaparecer, de arruinarse, pero a la postre sólo es comedia, porque parece un país indestructible.
Ahora mismo, se podría trazar un triángulo donde se esconden los millonarios y las bellezas del planeta. Desde Saint Tropez, tomando el arco de la costa italiana con sus islas maravillosas, bajando hasta Sicilia y cerrando con Cerdeña. Claro que quedan tantas islitas (a cientos) griegas, repletas de encanto, buen precio, rusticidad natural.
Ahora mismo la costa española se ha convertido en una residencia de ancianos ingleses, Ibiza es un patio de recreo de pastilleo y ruidos insoportables, Mallorca se mantiene mal que bien con los alemanes y sus visitas de la realeza española, Menorca se nutre de los catalanes y mientras paguen les permite que se hagan la ilusión de que la isla es suya.
Pero las Baleares hemos salido del circuito.
El camino que ha escogido nuestra derecha (y ya veremos la izquierda) es un desarrollismo caótico.
Precisamente lo contrario de lo que se necesita. Y todavía no hemos escarmentado.

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domingo, agosto 12, 2007

Ibiza no queda bien en televisión

Ibiza debe gran parte de su fama a la prensa, pero a la prensa escrita. Los grandes semanarios de Alemania, Estados Unidos o Inglaterra y los extras dominicales han hecho una potente campaña de promoción turística desde 1968.
Pero me llama la atención un hecho sobre el que nunca había reflexionado: La televisión nos destroza, nos deja por los suelos, no es capaz de transmitir una imagen positiva o sugerente que penetre en el espectador.
Ni siquiera los programas de viajes, que suelen ser más hábiles a la hora de recoger las sensaciones táctiles, la visualidad, el sentido lírico.
Ni siquiera esos.
Sí, Ibiza es humedad, bruma, contrastada con un sol arrasador, pero también es olores. Ibiza era (ahora, más nos vale no olisquear mucho, porque en muchos sitios huele a mierda) una fábrica de olores: plantas, árboles, frutas, tierras, bosques. Todo esto no lo capta la vulgarota cámara de Tele-5, pero tampoco han sabido equilibrar las luces los mejores documentalistas.
Predije ya con fecha fija el final de la Ibiza singular, sensual, creativa, acogedora, senda de elefantes y templo de culto a la delicadeza, cuando vi la gran plataforma que montó Tele-5 en el Paseo Marítimo.
No tardaron mucho en llegar las golondrinas en minifalda, las chiquitas que dicen trabajar de modelo, las actrices –según dicen ellas- las guerreras de 300€, las buscatoreros, las marisabidillas que inventan aventuras y polémicas. Eso es la televisión basura: si la realidad aburre, se inventa.
Inventan incluso los famosos: son famosos por haber querido ser famosos y salir un cuarto de hora diciendo que se han acostado con alguien.
Las buenas profesionales siempre habían cobrado por callar.
Ahora, Ibiza ha caído en la trampa. La isla es un desfile de famosillas de segunda.
Eso se ha marbellizado. Famosotes de pacotilla.
Aquí han traído el tomate (cuando tomate ha habido siempre, pero con clase y con discreción) y mucha gente que huye literalmente de las cámaras está huyendo de Ibiza (¿más, quedará alguien?). Siempre se podrá vender el apartamento a algún inglés: Compran cualquier cosa.

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sábado, agosto 11, 2007

Las desgracias ocurren

Shit happens! En inglés significa algo así como las desgracias ocurren. Claro que la frase se me quedó porque la refieren a Forrest Gump. Alguien pisa una caca y le pregunta a Forrest, mientras corre, si se le ocurre algo. Éste contesta: «Shit happens!»
Las desgracias ocurren, y apenas había tocado fondo el buque `Don Pedro´ en la bocana del puerto de Ibiza, Gran Canaria comenzaba a arder casi por su centro geométrico. A las pocas horas, la devastación era visible desde el espacio. Y al día siguiente se inició la locura de Tenerife.
O sea, las islas de la competencia estaban sufriendo sus propias desgracias.
Los informativos suelen sacar la opinión de alguien que no dice nada, pero está ahí. Estar ahí es básico para salir en la tele.
Casi todos repiten la misma frase, lo cual me causa mucho fastidio, porque me recuerda a los ibicencos.
Es algo así como «qué desgracia, y ahora qué dirán los turistas cuando vean nuestra isla negra, carbonizada».
En primer lugar, las islas acaban carbonizadas en su mayor parte (nunca del todo, es curioso) cada ciento y pico de años. Son islas volcánicas y el pino canario, a diferencia del ibicenco, soporta bien el fuego. La naturaleza tiene curiosos mecanismos de supervivencia y de reposición.
Pero lo que me enerva es el servilismo del canario, tan parecido al nuestro. Pensamos primero en la opinión del turista que en nuestros propios beneficios o maleficios.
Claro que ello se debe a la dependencia casi total del turismo, pero ya hace años que nuestra isla (hablo de Ibiza) está tan mal porque hemos mirado demasiado lo que prefiere el turista en vez de lo que conviene a la isla y a los residentes.
En primer lugar porque el turista no sabe lo que quiere. El turista de antes quería sol y más sol, mar limpio y arenas donde pudiera descansar. Ahora esto ya lo tiene difícil, pero hemos cambiado al turista búho, al noctífago que apenas necesita habitación en el hotel y sólo pide música y pastillas. No busca otra cosa.
Cuando la desgracia se ceba en la isla, porque shit happens!, debemos pensar primero en quienes la soportan y la apuntalan todo el año. Y debemos pensar en la propia isla. Por no hacerlo se nos han caído encima unas autopistas, unas obras y unas animaladas que ahora no podemos absorber, porque son irracionales.
Cuando se incendia la isla debemos pensar en apagar el fuego y repoblar con sentido común. Cuando se hundan estos armatostes arcaicos, cuando se golpeen entre sí los fastidiosos yates y lanchones, debemos pensar en nosotros. Sólo se vive una vez. Vendemos el trabajo y eso no incluye la vida.

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miércoles, agosto 08, 2007

Permitido ganar más sin desarrollar más

Somos cada vez más gente quienes pensamos que Ibiza, y seguramente Formentera, debiera haber reducido o cesado el consumo de recursos y de territorio. Hoy ya es algo más que una sensación: sobra mucho en casi todas partes. La isla no puede absorber las hordas de turistas que llegan durante dos meses y colapsan la isla, su personal y sus instalaciones.
Sobre este tema la isla está divida en dos grupos (según leí en el suplemento DNit realizado por nuestro Diario). Por una parte, cuatro o cinco dueños de discotecas que parecen opinar que el turismo clubber es el mejor del mundo, que este turismo salva la isla, en fin... Y por otra parte, todo el resto de la isla, que ha descubierto con alarma y pasmo que el turismo clubber sólo es bueno (incluso yo diría que muy bueno) para las discotecas y los vendedores de pastillas. Y poco más.
Estamos en lo de siempre: la gente quiere diversión, noche, cena, discotecas.
Pero Ibiza ha hecho de las discotecas el eje central de su crecimiento, de su turismo, de su desarrollismo. Si el Pacto no entiende con claridad el porqué les ha votado la gente, se encontrará de frente muy pronto con estos 37 votantes que le han dado la victoria.
La mentalidad está arraigada: hay que crecer, hay que crecer, hay que crecer. Incluso desde el mar se nos anuncia que la falta de amarres coarta o constriñe el crecimiento náutico.
Pues me parece muy bien: el sector náutico apenas tiene que crecer más si es a costa de las costas. Es mucho mejor que aumente, que crezca y que desarrolle sus beneficios. Trabajen ahí. Pero no a costa de lo poco que nos va quedando.
Estas grandes autopistas no sólo son pésimas en sí mismas. Lo peor es que revelan nuestra mentalidad: hay que crecer. Detrás de estas autopistas vienen centenares de grupos de apartamentos, una lluvia de peticiones y de permisos para otras instalaciones. Crecer. Cáncer.
Desde la crisis de 1973, la de 1982, la de 1989 y la de ahora o del 2005-6, apenas se ha aprendido nada. Ibiza y Formentera tienen en oferta cada vez más miles de plazas. Pasamos de las cien mil plazas hoteleras.
Y a pesar de ello se sigue con esta mentalidad desarrollista, a costa de nuestra propia piel.
Prohibido crecer más. Al contrario: sólo se puede esponjar, mejorar cualitativamente. Más imaginación y menos tractores y grúas. Hay que centrarse en ganar más dinero y en mejores condiciones, pero olvidarse ya de una vez para siempre de ir rellenando la isla. Esto no es crecer, es cáncer.


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domingo, agosto 05, 2007

Un punto de contaminación

Cuando sucedió el desdichado accidente del buque mercante de Iscomar Don Pedro el pasado día 11, a muchos se nos revolvió el estómago.
Por experiencia ya sabemos que existen unos peligros subyacentes y que tratándose de Ibiza (esto parece la Ley de Murphy) nos encontraremos siempre en el peor caso.
Al principio, una gran alegría porque ningún trabajador se ha dejado un brazo o la vida. Después, sinceramente, estupor. ¿Cómo es posible que el capitán o cualquier que vaya a bordo no adviertan lo disparatado de la ruta? ¿Cómo es posible? No estamos en casos extremos de temporal, en los que por desgracia Iscomar ha dejado otro barcos embarrancados (si no me equivoco) en la parte de San Carlos y otras zonas. No estamos hablando de ceguera ni de nieblas espesas.
Bueno, dejando esto de lado, o lo que es lo mismo en manos de especialistas, después nos queda la seguridad de que el socorro no llegará en dos horas, ni en cuatro. ¿Medi-terráneo? ¿Cercanías, comunicaciones? Hace años que lo decimos, que lo sabemos, aquí no estamos cerca de nadie. Aquí estamos a la misma distancia que Madrid de Nueva York en avión. A nueve horas o más. O mucho más.
Pero ni eso: Pasados dos días, los regueros de la Maleni seguían destilando los hilillos de plastilina. Y las playas no están a salvo pasado más de un mes.
No estamos hablando de ochenta mil toneladas de crudo, hundido a cuatro mil metros en las frías aguas del Atlántico bajo un temporal apocalíptico.
Nos estamos refiriendo a unas cientos de toneladas de fuel, a un buque pequeño y hundido casi a distancia de pulmón.
Pues no. Hemos dado un espectáculo de eficacia socialista.
Y lo mejor del caso es la traca final: tenía un regalito guardado en las bodegas: Unas toneladas de baterías, o lo que es lo mismo, ácido sulfúrico y plomo. Venenos y tóxicos no bio-degradables.
Y la polémica: ¿Iscomar no informó, o sí lo hizo y el Govern-Gobierno de Zapatero se lo ha callado? Tiemblen después de haber reído.


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sábado, agosto 04, 2007

De las crisis se sale

Casi a finales de julio se disparó el mecanismo diabólico de cada año: La isla se vuelve incontrolable.

Cada cual va a la suya, vende su droga asesina a los ojos de mucha gente, alquila su coche como taxi pirata, rellena las cuentas del restaurante (ya con precios de vergüenza), obra incívicamente o como un desalmado con la creencia palpable de que no va a pasarle nada.

La repetición anual de esta ruidosa y ruinosa ceremonia ha sumido a los ibicencos en una creencia evidente: La isla ha caído en barrena en una crisis estructural de la que no se sabe cómo salir. Ni siquiera como enfrentarla, o como diagnosticarla.

Es más, se está convencido de que cada vez será peor. En el sentido de que, malo si no vienen turistas, pero mucho peor si vienen todos de golpe como así ocurre en Ibiza y ocurrirá siempre.

No es una sensación ficticia. No es una ensoñación ni es una alucinación: Ibiza da mucho más de lo que recibe y por ello ya no puede dar más de sí. Le han sacado hasta la última gota de agua potable. Le han rellenado casi todos los huecos de costa.

Pues todavía se sigue con la filosofía desarrollista: Se quiere desarrollar el sector náutico, se quiere crecer en la costa y en el interior. Se quiere en suma seguir con la misma filosofía que nos ha conducido a un callejón de difícil salida.

Se pretende seguir sacando más de lo que se puede, y los que vienen de fuera (antes más concienzudos) ahora son los peores o igual que los peores de aquí.

Incluso el ayuntamiento, llevado por el frenesí, va a hacer próxima entrega de aquello que más sobra en Ibiza: Unos centenares de apartamentos. Que el ayuntamiento de Ibiza se convirtiera en una inmobiliaria era cuestión de tiempo. Va con la lógica de los tiempos, y ya sabe la oposición dónde aprieta el zapato. Ahí puede morder, pero que no apriete mucho que puede confundir su pata con la pata de los socialistos y catalanistas.

La isla está en crisis cronificada.

No es nada nuevo.

Y en toda situación de crisis se dan grandes oportunidades. Hay que usar las crisis para hacer limpieza de cacharros, emprender nuevas ideas y renovar el almacén. Y a partir de ahí, tratar de salir de la crisis hacia una dirección acogedora.

Para ello hace falta política insular, global, visión de conjunto. No sé si perdiendo años en Eivissa Centre no habremos perdido a la isla entera. Y él sigue.

Pero de las crisis se sale, salimos en 1973, salimos en 1989 y salimos en 1996. Y en otras y de otras hemos salido.



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miércoles, agosto 01, 2007

Un verano muy negro

No han tenido mucho éxito las proclamas de estos empresarios que piden que no se informe en exceso sobre la realidad de nuestro verano.
Yo estoy viendo Ibiza reflejada en periódicos on-line y en revistas de todo el mundo (mucho menos que hace unos años, desde luego; imagino que incluso periodísticamente los mercados se saturan) que hablan de nuestra isla.
Ya no hablan de Roman Polanski, Elle Mcpherson, Naomi Campbell y otras celebrities que llenan el papel y las páginas de la prensa mundial.
Ya no vienen.
Son pocos ya los que emplean los tópicos de la magia y de lo mágico.
Pero ahora hablan con machacona insistencia de algunas de nuestras playas oscurecidas por el fuel, de nuestro paisaje rural, ennegrecido por el asfalto. Hablan de un verano extraño, con amenazas de bomba y un desalojo del aeropuerto, hablan del chapapote que cubre tres playas hoy sí, mañana no, y viceversa, y tratan de esta indesmayable e indisimulable plaga de medusas, cuya presencia prolongada durante todo el año ya nadie pone en duda.
Hablan de todo eso. Y más.
Les quedan muchos temas para el invierno, como es la amazacotada tapia en que se ha convertido la costa, los ruidos invencibles que pueblan el aire de la isla entera durante seis meses o más (el ruido nunca entra en crisis, no tiene temporadas bajas) y, cómo no, antes de septiembre los periodistas comenzarán con esta plaga de accidentes de piernas cercenadas, de turistas voladores que se caen por el balcón y de estas puñaladas entre paisanos británicos...
Miro todo esto y consulto varias páginas web. No quiero dejarme llevar por mi tendencia al realismo.
Pero no hay manera: incluso en los grandes negocios, en las páginas inmobiliarias, se diferencia entre Ibiza y el resto de las Baleares.
Mallorca y Menorca son estudiadas por un lado. Ibiza, la Isla Blanca, pero muy ennegrecida, la presentan aparte.
Bueno, la situación tal como la veo ya no da más de sí. De acuerdo, que unos cuantos cuervos empresarios comprarán a la baja gangas e instalaciones, las explotarán con este sub-turismo y los años irán pasando.
Pero ahora sí que ha llegado el momento en que el Gobierno local tiene la posibilidad de dar un fuerte golpe de timón.
Sin miedo a equivocarse: haga lo que haga, Ibiza no quedará en una situación peor de lo que está ahora. Después, levantarse poco a poco.


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