sábado, agosto 18, 2007

Somos muchos


Me llama el pintor Antonio Villanueva. Parece un poco aburrido de tanta gente que le rodea. Harto ya de soportar y esperar largas colas para hacerse con un plato -los solteros comemos a salto de mata-, dice que se hace una exposición en La Nave.
El título será `Somos muchos´. Ya hace años que lo digo y lo repito: casi todos los problemas de Ibiza se derivan de este desarrollismo estéril -porque no nos hace más ricos ni más felices, salvo a los dos o tres de siempre. Un desarrollismo sin sentido.
Hace al menos dos décadas que Ibiza debiera haber crecido muy poco. Muy al contrario, a partir de 1995 se lanzó a una furiosa y frenética carrera para construir, dicen que para invertir el dinero negro que no podría blanquearse ante el cambio de moneda por el nuevo euro, y después ya llevada por el frenesí de los bajos tipos de interés.
Ahora nos encontramos casi reventados por el apretón, por el acelerón y hemos reventado la isla -y gran parte de su futuro, eso se tendrá que ver- con unas autopistas y con centenares de nuevas urbanizaciones. El dinero de las hipotecas hay que devolverlo y el cuento de los bajos tipos de interés era una trampa. Y el dinero negro, ahora es negro y enterrado porque en muchos casos habrá que renovarse totalmente de cara a un nuevo tipo de turismo.
Porque algo está claro: Ibiza ya no seguirá funcionando, y de hecho ya no lo hace, como en los últimos treinta años. Estamos ante otro tipo de vida, de turismo, de transportes, de ubicación y de usos del espacio.
Se ha acabado la Ibiza de antes. Ya no existe. Sólo a Paris Hilton, a Sandra Bullock o a la Cicciolina se le permite decir eso de una isla mágica. Mágica, por los testosterones.
Todo esto se ha terminado.
Somos muchos. Y una vez que aceptemos esto, sólo debemos encontrar el modo de dilucidar el otro problema: ¿Porque siendo solamente muchos parecemos demasiados?
Aquí ya topamos, con perdón, como los barcos de Iscomar, con los fondos traidores y con la evidencia de que hay algún capitán que necesita que se le dé urgentemente un generoso relevo.
Por lo demás, y ya que estamos en el terreno de la organización, de la gestión, no vendrá de más decir que Ibiza tiene que comprarse un calendario que tenga doce meses. Hay que olvidarse de la construcción. Hay que vivir doce meses en la isla, con actividad económica. Siendo tantos no ha de ser tan difícil.

Regreso al blog principal

--