Shit happens! En inglés significa algo así como las desgracias ocurren. Claro que la frase se me quedó porque la refieren a Forrest Gump. Alguien pisa una caca y le pregunta a Forrest, mientras corre, si se le ocurre algo. Éste contesta: «Shit happens!»
Las desgracias ocurren, y apenas había tocado fondo el buque `Don Pedro´ en la bocana del puerto de Ibiza, Gran Canaria comenzaba a arder casi por su centro geométrico. A las pocas horas, la devastación era visible desde el espacio. Y al día siguiente se inició la locura de Tenerife.
O sea, las islas de la competencia estaban sufriendo sus propias desgracias.
Los informativos suelen sacar la opinión de alguien que no dice nada, pero está ahí. Estar ahí es básico para salir en la tele.
Casi todos repiten la misma frase, lo cual me causa mucho fastidio, porque me recuerda a los ibicencos.
Es algo así como «qué desgracia, y ahora qué dirán los turistas cuando vean nuestra isla negra, carbonizada».
En primer lugar, las islas acaban carbonizadas en su mayor parte (nunca del todo, es curioso) cada ciento y pico de años. Son islas volcánicas y el pino canario, a diferencia del ibicenco, soporta bien el fuego. La naturaleza tiene curiosos mecanismos de supervivencia y de reposición.
Pero lo que me enerva es el servilismo del canario, tan parecido al nuestro. Pensamos primero en la opinión del turista que en nuestros propios beneficios o maleficios.
Claro que ello se debe a la dependencia casi total del turismo, pero ya hace años que nuestra isla (hablo de Ibiza) está tan mal porque hemos mirado demasiado lo que prefiere el turista en vez de lo que conviene a la isla y a los residentes.
En primer lugar porque el turista no sabe lo que quiere. El turista de antes quería sol y más sol, mar limpio y arenas donde pudiera descansar. Ahora esto ya lo tiene difícil, pero hemos cambiado al turista búho, al noctífago que apenas necesita habitación en el hotel y sólo pide música y pastillas. No busca otra cosa.
Cuando la desgracia se ceba en la isla, porque shit happens!, debemos pensar primero en quienes la soportan y la apuntalan todo el año. Y debemos pensar en la propia isla. Por no hacerlo se nos han caído encima unas autopistas, unas obras y unas animaladas que ahora no podemos absorber, porque son irracionales.
Cuando se incendia la isla debemos pensar en apagar el fuego y repoblar con sentido común. Cuando se hundan estos armatostes arcaicos, cuando se golpeen entre sí los fastidiosos yates y lanchones, debemos pensar en nosotros. Sólo se vive una vez. Vendemos el trabajo y eso no incluye la vida.
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