miércoles, enero 31, 2007

Tomate


De verdad ¿alguien puede imaginarse un mundo donde no haya tomates? Ya no digo tabaco, patata, berenjena, pimientos.... Pues bien. Todas las mencionadas (y otras muchas bastante tétricas) son solanáceas, plantas muy curiosas y a veces potencialmente venenosas.
De manera que los regalos que nos iban llegando de América eran muy delicados. Así lo entendieron en Francia, donde desde un principio fueron reacios a incluir al tomate en sus recetas culinarias. Incluso hoy me atrevo a decir que el tomate no es un ingrediente básico en la cocina francesa. Podrían prescindir de él perfectamente y seguirían mostrando sus habilidades.
Pero el tomate es uno de los elementos gastronómicos más usados en todo el Planeta, crudos en ensaladas y cocinados de muy diversas formas.
El tomate es una planta solanácea anual (aunque en viveros se consiguen cosechas en distintas fechas, así que hay tomates durante todos los meses del año) que introdujeron los conquistadores en el siglo XVI. Una vez más, llamo la atención a los investigadores que están palpando documentos para que tomen nota cuando encuentren algún dato sobre la introducción del tomate en Ibiza. Yo dudo mucho que en el siglo XVI hubiera tomates. Había piratas y hambre.
Por Sevilla entró y fue Nicolás de Monardes, un reputado médico hispalense, el primero en sembrarlo. En Francia, queda dicho, no se entusiasmaron por la pomme d´amour y muy tardíamente la incorporaron a su dieta, un poco antes de la Revolución, siglo XVIII. En Italia sí: era el pomo d´oro y en pomodoro se quedó como miembro de honor en su cocina. Rara es la pizza que no acepte una capa de tomate como cuaje. También en Inglaterra, donde entusiasmó, al igual que en los estados del norte de América. Todavía hoy el tomate es en forma de salsa un elemento omnipresente. No digamos ya en el fast-food.
En numerosos sitios se encuentran alusiones a los peligros del tomate. No sería raro que alguien mañana nos alertada sobre alguna contraindicación. De hecho, las solanáceas no son recomendables para los artríticos o reumáticos, pues la solanina es una sustancia que inhibe la enzima que tiene efectos anti-inflamatorios, explicado mal y pronto. Pero el fruto (de una acidez endiablada, tiene mucha vitamina C, entre otras cosas) es sabroso en sus muchas variedades. Otra cosa es el tallo y las hojas rugosas y amenazantes. Se dice que mancha y huele a solanácea. Las hojas son un fuerte abrasivo y limpian mejor que la propia lejía las cazuelas más requemadas.
Si quiere mellar un cuchillo afilado, mójelo cortando unos tomates y déjelo así unas horas sin secar ni limpiar. El cuchillo está perdido.
Ya desde muy niño recuerdo que en el huerto se sembraban tomates de, al menos dos clases: la grande y carnosa para la ensalada y la otra más pequeña de piel resistente que servía para colgar y conservar para su uso durante el invierno.
Lo de restregarla sobre pan es un invento muy antiguo. En las casas ricas debieron probar el aceite de oliva, espeso y ácido, amortiguado por la molla de pan restregado en tomate. Más adelante en Valencia y en Aragón se practicó la misma mezcla. Y lo popularizó el mejor especialista en marketing, como siempre. Pero el invento es tan antiguo como la llegada del tomate.
Otra solanácea muy aceptada en Ibiza son las diversas clases de pimientos, las pimientas y pimentones, una base imprescindible para la elaboración de la sobrasada. Entre otras cosas.
Venenosas y con mala fama, pero con el tiempo las solanáceas se han hecho imprescindibles como las drogas que -casi- son. Incluido el mismísimo tabaco, una solanácea con pésima reputación muy merecida.

Diario de Ibiza, 31 de enero, 2007

domingo, enero 28, 2007

Una imagen gratuita y singular

Ya nos va bien el reportaje de J.M.L. Romero publicado en el Dominical del Diario de Ibiza, ‘Triunfo renace en la red’.
Aprovecha la edición digital del semanario guía en las postrimerías del franquismo, por lo tanto está muy sobrevalorado y excesivamente mitificado como podrá comprobar cualquiera que se adentre en sus páginas, desde luego a menudo apasionantes.
Lo primero que pensé: A ver si viendo estas imágenes algunos ibicencos que se mantienen empecinadamente a favor de un crecimiento ilimitado en la isla se dan cuenta de la antigua belleza y cobran conciencia.
No lo harán. Ya se dan cuenta. Ya lo saben: están masacrando el poco futuro que nos quedaba, pero a ellos les da exactamente lo mismo, porque ande yo caliente y ríase la gente.
Romero ha abierto las páginas de Triunfo, pero podría haber recurrido a la Actualidad Española, Sábado Gráfico, Destino o a la Gaceta Ilustrada, sin olvidarnos de un excelente Blanco y Negro. Entre otros.
Llegaban los reporteros –no pocas veces notables escritores que no podían ni publicar sus libros o, en caso de hacerlo, apenas vendían para pagarse una semana de alquiler. O sea, como hoy- y quedaban deslumbrados.
Deslumbrados por los autóctonos, los nativos, los arcaicos ibicencos, que no serían muy distintos a los antiguos habitantes fenicios de los tiempos de Cristo. Asombrados por el ritmo, la cadencia, el talante, la atmósfera. Y por aquella extraña y súbita riada de gente absolutamente disfrazada en colorines chillones.
Y encima fumaban droga, iban sucios, no muy provistos de dinero y parecían ignorar totalmente la sobriedad seca, cuando no agresiva de los “grises” (entonces la Policía Nacional).
Los periodistas españoles encontraron en Ibiza una cuña de libertad (libertaria más bien) para pasar por las narices a la mojigata y reprimida sociedad del franquismo. Y disfrutaban fotografiando notarialmente lo que ocurría en la rúa.
A ojos de hoy, todavía sorprende la cantidad y la calidad de los artistas que se cobijaron en la isla: escritores, arquitectos, urbanistas, teóricos, cineastas, pintores, escultores… Ibiza brilló en los Sesenta. Después, rumbo a la destrucción final.

sábado, enero 27, 2007

Ibiza no pintaba nada


El fenicio anota en su Cuaderno Púrpura: Ibiza no pintaba nada, ni antes ni después de 1492. Cierto. Quienes piensan que con la llegada de la soldadesca cristiana, 1235, seguramente reforzada con levas forzosas de rufianes, canallas y criminales de toda ley, Ibiza entró en un período de fiestas, mejoras y crecimiento, se equivocan de plano.
La conquista de 1235 significó una desgracia humana y económica como no se recuerda en toda la historia conocida, desde el año 654 a.C. Hundieron un mundo estructurado que funcionaba no peor que Castellón, Valencia, Tarragona o Granada, y robaron las fincas a sus auténticos propietarios ibicencos. La isla quedó patas arriba y sin producción.
Apenas ordenada un poco la isla, llega la primera oleada de una peste que todavía vació más de población una isla que ya de por sí acababa de perder habitantes. Y la propia Cataluña no tenía suficientes habitantes para cuidarse de sus propios asuntos.
De manera que Ibiza quedó postrada, sumida, empobrecida. Pero al menos la isla aparecía en las rutas de defensa de la Corona de España. No pintaba nada, pero al menos estaba en la lista.
Y una vez descubierta América... Ibiza sigue en el mismo sitio, pero con menos atenciones. ¿Era eso posible? Sí, todo es empeorable. Las finanzas de la Península estaban más sujetas al Nuevo Mundo, que embriagó de optimismo a ciudadanos y a aristócratas por igual. El Mediterráneo había sido el centro mundial, o sea, del mundo conocido. Pero después de los viajes de Colón, a finales del XV, el Mediterráneo pierde imagen y fuerza estratégica.
Gran error, y si no que se lo pregunten a los ibicencos. Los que sobrevivieron del siglo XV se adentraron en un siglo XVI donde los ataques de los piratas eran continuos, y no sólo de hostigamiento: eran ataques brutales. Menorca fue casi vaciada de población y conducidos miles de isleños, presos, a Turquía. Y cuando cesaron los ataques turcos, tomaron el relevo los distintos enclaves del norte de África.
O sea, Ibiza sufrió las consecuencias del desvío de recursos hacia las colonias del otro mundo y no disfrutó de ninguna de sus ventajas. De hecho, el dispositivo de las murallas se concibe y ejecuta en esta época, pero su construcción hay que analizarla desde un punto más global, por intereses generales de la Corona.
De todas formas, cuando me refiero a la importancia de algunas plantas, verduras, frutales que ayudaron a paliar el hambre de España, de Europa, no aparecen en Ibiza indicios de su existencia. El tomate, la patata y el maíz aparecen mucho después. Ibiza se moría literalmente de hambre durante el siglo XVI.
¿Dónde estaban los beneficios del comercio? Ibiza no pintaba nada.
Ya en el siglo XVII, estos tres productos se van incorporando a la dieta española. Sería muy interesante encontrar datos (que deben estar registrados forzosamente) para saber cuándo llegaron a Ibiza.
La isla no parece fijar su mirada en una agricultura más racional hasta bien entrado el siglo XVIII, con la aportación de ilustrados mallorquines y agricultores valencianos.
Y entre tantas dudas, me quedo con una pregunta: si el tabaco fue importado de América ¿cuándo empezó a envenenar a los habitantes de la isla? Yo creo que en Europa se fumaba antes. ¿Qué se fumaba? ¿No fumaban los piratas turcos? Si la respuesta es no, pues vaya unos piratas de pacotilla.

Publicado en Diario de Ibiza, 27 de enero 2007
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miércoles, enero 24, 2007

Sólo los árboles bíblicos


En documentos, informes, peticiones al rey, donde se narra el estado social y sanitario de los isleños queda palpablemente evidente una deprimente postración en la enfermedad y la hambruna.
Para antes de 1235 se debería acudir a fuentes islámicas, pero no se tiene conocimiento de nada comparable al derrumbamiento que supuso la entrada de los cristianos en 1235.
No se levantaba cabeza. El siglo XVI, que podría haber dado alguna oportunidad de cultivar los tubérculos recién importados y de sembrar trigo, en realidad los pocos hombres que se tenían en pie estaban más atentos a los ataques de los berberiscos que al calendario de la cosecha.
No obstante, desde el siglo XVI, se sabe que una de las misiones principales de los grandes capitanes que navegaban por casi todo el planeta era detectar caladeros de pesca, plantas aromáticas, especias y alimentos que pudieran proveer de proteínas a los misérrimos habitantes europeos. Alemanes, británicos, irlandeses morían tanto o más que los hispanos.
Pero pocos ganaban a Ibiza en miseria: casi 150 años de estado de guerra continuada contra los piratas. Eran más, pero basta con 150 para hacernos una idea de la mentalidad de los habitantes ibicencos, gran parte de ellos colonos catalanes que habían ido emparentando sucesivamente con los supervivientes autóctonos, en gran parte descendientes de aquellos primigenios fenicio-cartagineses.
Una mentalidad a ras de suelo, sin posibilidad de provisión ni de previsión. Los trabajos del labriego eran relegados para tomar la función de guerrero, de miliciano permanente. Eso crea una mentalidad.
Los pocos árboles frutales que sobrevivían a una superexplotación procedían, literalmente, de injertos de los primeros árboles. Hablamos casi de tiempos bíblicos. Ibiza estaba sembrada por aquello que habían sembrado -afortunadamente- los habilidosos fenopúnicos: olivos injertados en los arbustos de acebuche, higueras, algarrobos, quizás algún almendro... bosque bajo y algunos pinares que de cualquier forma serían sobre-explotados.
Mientras esto ocurría en Ibiza, Valencia y Palma de Mallorca desplegaban un creciente comercio con las ciudades mediterráneas circundantes, en especial con Italia. Los especialistas están de acuerdo que en el siglo XVI y XVII se opera una revolución alimentaria en toda España... menos en las Pitiusas. En el XVII se inician los cultivos de aquellos productos venidos de ultramar (y por eso acabarían siendo vendidos en las tiendas de ultramarinos) y en el siglo XVIII su uso está plenamente extendido.
Recordando aquel hermoso libro de Joan Marí Cardona en el que recorre la extraordinaria ruta del pan en Formentera, me gustaría que algún licenciado en Historia o algún investigador particular rescatara los primeros rastros documentales de las primeras remesas de patatas llegadas a Ibiza, que serían tardías.
Los ibicencos no eran muy dados a aceptar novedades técnicas ni revoluciones en los cultivos. Seguían siendo un desastre, si lo miramos desde el punto de vista de obtención de resultados. Pero cuando vieron las primeras bolsas de patatas, debieron abrir unos ojos como espuertas. Las tocarían con escéptica curiosidad....
Y peor aún... ¿qué cara pondrían los ibicencos cuando vieron los primeros tomates, con este rojo encendido que anuncia veneno puro?
Acostumbrados a las plantas y a los frutales fenicios, no esperaban nada bueno de aquellas deformadas manzanas de ultramar. Acababan de descubrir las solanáceas que, en efecto, puede ser muy venenosas, pero salvaron la vida de miles de personas. Excepto el tabaco.

domingo, enero 21, 2007

Una euforia muy artificial (En 7 días)




Nuevos destinos muy atractivos y más baratos están restando turismo de calidad a las Pitiusas


Sigo creyendo que este ritual escalonamiento de informaciones sobre nuestra boyante recuperación sólo pretende inducirnos un estado de ánimo. Quieren contagiarnos artificialmente de su euforia, porque se acercan las elecciones y de alguna manera se han de tapar las monstruosas obras que han dejado la isla prosternada y desconcertada.
No me siento partícipe de este extraño banquete. Da igual que hayan visitado la isla casi dos millones (bastantes menos), si el tipo de turistas sólo concurre a un tipo de locales nocturnos, se aloja en hoteles de Todo Incluido y ahuyenta al mismo tiempo a un tipo de turista más variado y más exigente.
Es curioso, a pesar del crecimiento de población, casi somos 120.000, y del aumento espeluznante de residencias, apartamentos y plazas turísticas no se nota un crecimiento de la riqueza. Por mucho territorio que consumamos, agua, áridos, vehículos, asfalto, Ibiza no se enriquece, al contrario pierde calidad de vida, porque espacio es lo que ya no tiene. Así se quiere construir una planta depuradora a 140 metros de altura, la central eléctrica ha de duplicar instalaciones sensibles, etc.
Cuando por fin nos dan cifras entre un jolgorio que no entiendo se nos dice que Ibiza ha crecido poco más de un dos, menos todavía que Mallorca. Se obvia que España ha crecido más de un tres. Tampoco se nos dice que la inflación ha sido de un tres por ciento en nuestras islas. O más.
Se tiene la impresión de que esto será cada vez peor.
Ha aumentado sensiblemente el turismo residencial, pero nadie ha sido capaz de dilatar la temporada turística, que siempre acaba por depender de la desgracia de nuestros vecinos (una guerra, una gripe aviaria, etc.).
Por eso, porque en el fondo no se puede vender la temporada 2006 como una temporada excelente, ya se nos avisa –más o menos como cada año por estas fechas- que el verano próximo será una maravilla.
En realidad, las elecciones son en mayo, y ningún grupo político las tiene todas consigo, porque los ibicencos son muy escépticos ante este baile de cifras.

Publicado en Diario de Ibiza, 21 de enero 2007

sábado, enero 20, 2007



Las plantas son la vida


Una vez que has vivido, has viajado, has mirado y has estudiado un poco, podrías definir con precisión y con exactitud el lugar y la época donde te encuentras.
Porque las plantas no sólo son la vida, sino que nos explican en el universo. O en el microcosmos donde vivimos. No hay reglas fijas ni definitivas, porque el ser humano es un ser adaptable. Sobrevive por su capacidad de adaptación. Pero en lo que se llama un hábitat o un nicho ecológico, se establecen unas relaciones de jerarquía que no pueden saltarse en vano.
Pongamos unos ejemplos: Si desaparece de un bosque un determinado tipo de frutos, es probable que alguna colonia de murciélagos, pájaros, primates u otros mamíferos se trasladen de lugar; al hacerlo, dejarán el sitio libre para el desarrollo anormal -por inesperado- de otra especie; si desaparece la hierba de la sabana, los rumiantes deberán recorrer distancias inmensas, con lo cual arrastrarán a los depredadores superiores tras ellos. Etcétera.
Bueno, pensando en esto, yo me reto a mí mismo para no aburrirme (y el Diario de Ibiza podría hacer un concurso fenomenal para escolares, aunque es un tema difícil) en cómo sería un campo de secano, de riego o una zona forestal en tiempos de los fenicios. O de los romanos.
Cuando dicen que incendiaron la isla (sobre todo a los romanos, vándalos y catalanes, les encantaba incendiar; pero no sólo a ellos, esa maldad no es exclusiva de nadie) ¿se refieren sólo a las casas o es que había extensas áreas de bosque? Bien. Desde tiempos de los romanos pueden detectarse este tipo de incendios que arrasaban globalmente una colonia, una unidad familiar, una alquería.
Otro reto, al que invito a los jubilosos jubilados: ¿Por qué sólo Ibiza quedó postrada en la miseria del hambre, la peste, el paludismo y la piratería desde el siglo XIII, sin aprovecharse de las fabulosas importaciones del Nuevo Mundo, como ocurrió en Mallorca, Barcelona mismo y Valencia, por ejemplo? Estoy pensando en la patata, el maíz, el tomate y otras cosas.
Llega un ejército peninsular en 1235, desmenuza una organización social y económica, roba las fincas a sus dueños legítimos y sobrepone unas leyes que conducen Ibiza a una postración espantosa.
Nada más llegar, encima contagian la peste a los pocos supervivientes que quedaron. La peste acabó de despoblar las islas. Ya en el siglo XV, los señores (que habían robado las fincas a sus dueños) obligan a sus pobres esclavos catalanes a trasladarse a Ibiza, engañándoles con una Carta de Población plena de derechos. Muchos derechos, nada de comida, enfermedades y frecuentes ataques de los moros (que por cierto, eran en su mayoría los españoles e ibicencos que habían expulsado los católicos reyes y siguientes).
Barcelona, Sevilla, Inglaterra, Francia, mal que bien, comían. Pero Ibiza se moría literalmente de hambre. Ni trigo para sembrar, ni medicina ni seguridad.
De Cataluña venía cada año el visitador espiritual a cobrar los impuestos (en general el diezmo o décima) a una gente que no tenía pan para llevarse a la boca ni recibía ayuda de su señor para defenderse de auténticas flotas de piratas que tenían Ibiza, El Espalmador y Formentera como su base.
Un misterio: mientras Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, España se salvaban de las hambrunas gracias a cultivos (más adelante) como la patata, Ibiza tendría que esperar hasta bien entrado el siglo XVIII para iniciar una lentísima recuperación.
¿Cómo serían las plantas y los frutales de la isla en el sigo XVI cuando atacaban los piratas casi semanalmente en algún punto de la isla?
Totalmente distintas. Hoy no podemos ni imaginarlas.

Publicado en Diario de Ibiza, 20 de enero, 2007

miércoles, enero 17, 2007

Y matarás sin dolor

Para mí es una buena noticia el que ahora la Comisión Europea obligue a aturdir a los cerdos antes de sacrificarlos en las matanzas tradicionales ibicencas.
No tengo noticias de que se le haya dado publicidad alguna. De hecho, me llega de rebote cuando estoy indagando otra cosa, pero una directiva europea -como otras muchas que están creando una revolución silenciosa en muchos usos y costumbres de diversas actividades españolas- es muy explícita: el cerdo debe cumplir escrupulosamente las condiciones de higiene, pero el payés está obligado a matarlo sólo si previamente se le ha aturdido, se supone que con algún método de electronarcosis, algo parecido a las descargas atenuadas de los mataderos industriales.
Hasta ahora las matances eran una especie de rito familiar y vecinal , mediante el cual se reunían en los días ya fríos del invierno algunos vecinos para ayudar en las faenas de la matanza, bastante duras.
Yo no puedo con ellas, quizás porque un niño recuerda con nitidez incómoda muchas de aquellas operaciones. Los animales eran un ser más de la casa, de la vida, conocido y querido. Sólo de oír los chillidos del cerdo, uno revive aquellos días idos.
No gruñía, chillaba y no era para menos. La afiladísima cuchilla matancera penetraba en el cuello del animal y abría brecha, mientras sangraba abundantemente. Aquella sangre se recogía en un recipiente que iba llenándose a medida que la vida del cerdo escapaba lentamente por la herida.
Este proceso, ya no podrá hacerse. Antes de abatirlo sobre la mesa, el animal deberá recibir una carga para desvanecerle y privarle de estos dolorosos momentos. Esta directiva entró en vigor a principios de diciembre del 2006 y el Govern Balear ha adaptado sus normas a esta superior disposición.
Pasado el episodio más sangriento, la fiesta se recuerda con sorprendente alegría, y una deliciosa pitanza. Las vísceras del animal se empleaban para freír al instante y alimentar a toda la tropa que colaboraba en los trabajos, mientras las mujeres limpiaban con naranjas agrias el ventramen que se emplearía de funda para elaborar las sobrasadas y las butifarras, que deberían hervirse con parsimonia y lentitud.
Casi todos los ritos de nuestra tierra, tan relacionados con el calendario solar, con las energías de la tierra, han sufrido un contundente remozado, cuando no una revocación pura y simple. Es o no es otro efecto de la globalización, pero España ha salido de aquella esterilizante autarquía y aislamiento. Ibiza ha pasado en cincuenta años del siglo IV antes de Cristo a la era cibernética más avanzada.
Quizás exagero, pero en estos festejos, ritos y celebraciones, es cuando uno se apercibe de que no podía ser distinto en los mismísimos tiempos de los íberos, de los fenicios, de los romanos o de los bizantinos.
Pero todo ha cambiado.
La isla ha cambiado, los ibicencos han cambiado. No hay razón pues para seguir haciendo la matanza y otras cosas con los métodos más rudos y dolorosos de antaño. A mí me parece bien esta nueva norma.

domingo, enero 14, 2007

Más amor y menos grúas

Estos informes que va facilitando Gadeso, basados en encuestas muy concretas no dejan de sorprenderme. O no. Todo lo contrario.
Resulta que Ibiza es de todas las Baleares la que más apoya el actual turismo y la que menos inquietudes siente ante la alarmante avalancha de construcciones y el abusivo consumo de territorio.
Lo primero que pensé, la verdad, es que no se había entendido la pregunta o que estaba redactada de forma confusa. Pero no, a los ibicencos les va la marcha. Han venido en su mayor parte de la Península donde el territorio aburre hasta a las ovejas, pero al mismo tiempo hay pocas opciones para hacerse con un buen sueldo.
¿Qué más les da Ibiza? Quieren grúas, coches, comprarse un piso, huir hacia delante. Y a gran parte de los ibicencos les pasa lo mismo. ¿El futuro de Ibiza? Ja, eso jamás llega.
Este turismo les gusta, quieren más, hay que hacer más promoción. Esto lo oigo yo desde pequeño.
Son pocos los que vinculan una consistencia y perdurabilidad del turismo con la integridad y una defensa del paisaje y del territorio.
Estos datos contrastan con los obtenidos en Menorca, Formentera y Mallorca, lo cual demuestra que los ibicencos son marcianos, suicidas o inconscientes. A los isleños les da igual, y a los residentes, deben pensar que una vez agotada la mina, venderán su piso por una cantidad astronómica y se irán a otro lugar a desmocharlo y a hundirlo.
Todo menos tontos. Cualquier ibicenco lleva en la memoria una partida de cartas complicadísima y sabe de memoria una lista de más de mil jugadores de fútbol de Primera División.
Algo tengo por deciros: Todas las cifras que ofrece el PP sobre la bonanza y el futuro son más bien irreales. En Ibiza apenas se crece un 2%, mientras en todas las Baleares se crece un 3,1% (por un 3,8% en toda España). Incluso estos datos son falsos, pues hay más habitantes de los que se contabilizan. Así que lo que necesita Ibiza es más amor y menos grúas.

Publicado en Diario de Ibiza, 14 de enero de 2007

sábado, enero 13, 2007

Un cierto desmadre climático

Ya nadie niega la evidencia de este cambio climático. Todos los esfuerzos se centran en perfilar los modelos, que son muy primarios («muy bastos», dice Millán) para encauzar algún tipo de acción destinada a paliar los efectos cada vez más devastadores del cambio climático. Nunca como ahora se habían podía registrar para la estadística los acontecimientos sincrónicos que aquejan al planeta. Así, se han dado chocantes circunstancias; por ejemplo, mientras una región del planeta está quedando arrasada por el fuego, en la opuesta el hielo y las nevadas causan pérdidas millonarias.
Suelo recurrir a uno de los investigadores más innovadores de nuestro entorno: Millán Millán (Granada, 1941), director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo. Él es quien ha divulgado más y mejor estos fenómenos meteorológicos que con el tiempo permiten sacar parámetros de tipo climático. Pero -nos viene a decir- es malo crearse patrones fijos, pues los cambios erráticos son frecuentes. Hay un cierto desmadre climático. A mitad de un ciclo conocido se salta a otro de manera que el modelo se cae a pedazos.
El clima siempre ha cambiado. Cambio climático ha habido siempre. Mirando los registros de temperaturas, la Tierra estaba entrando en un ciclo de glaciación, pero a partir de 1900 las temperaturas empiezan a subir y nos salimos del ciclo esperado. ¿Cuánto de ello se debe a la acción del hombre?, se pregunta Millán. Esta es la clave. Y no hay quien responda a esto.
Pero el hombre causa desastres, eso sí se sabe. Con los usos del suelo y su política industrial puede alterar el orden de las cosas. Pone el ejemplo de España que, hace dos mil años, era una selva de bosques y ahora es un erial. La zona de Almería era un tupido bosque de encinas y robles que fue talado sin piedad para alimentar a las minas. Ahora se han quedado sin bosques, sin minas y sin lluvias, porque si te llevas la vegetación de un sitio le niegas la aportación de humedad y, con la primera gran tormenta, el agua tumultuosa barrerá el suelo y los nutrientes (véanse las lluvias recientes de Galicia después de los incendios del verano).
Cabe decir -y me gustaría comentárselo a Millán, pero me imagino su respuesta- que el caso de Ibiza es atípico. Durante cientos de años hemos talado los bosques intensivamente. Tan grave era la situación que en algunos edictos reales se prohibía la exportación de madera, pez y carbón, para preservar el crecimiento de los árboles y la repoblación forestal. Los bosques estaban pelados y empobrecidos. Ha sido el abandono total del bosque lo que ha salvado el paisaje, paradójicamente. El turismo, que tanto daño ha causado a la isla, ha vaciado los acuíferos, ha permitido por otra parte una gran aportación de manto vegetal.
Pero en Ibiza hemos descubierto otro fenómeno que nos remarca Millán: la teoría de la recirculación del aire mediterráneo. El Mediterráneo es un mar profundo rodeado de altas montañas, en las cuales se ha creado un microclima especial y adorable.
Mientras el aire de Gran Bretaña se renueva totalmente dos y hasta tres veces por día, la atmósfera del Mediterráneo está encharcada en sí misma y no circula, sólo recircula. Si el agua del mar tarda entre noventa y cien años en renovarse, el aire de la atmósfera puede tardar hasta diez días en hacerlo. Esta es una información magnífica, porque desde que hemos convertido el Mediterráneo en un basurero atiborrado de contaminantes, se han descubierto nuevas manifestaciones y brotes de enfermedades. Los aires mediterráneos son muy insanos.
En Ibiza, decía yo antes, hemos descubierto la sensación recurrente de los veranos insoportables, húmedos, desapacibles, donde se palpa la pesada presencia de un aire pastoso y contaminado. En fin, que el tema es apasionante y de estas investigaciones pueden nacer muchas aplicaciones útiles. Buen trabajo, Millán.

Publicado en Diario de Ibiza, sábado 13 diciembre 2007

miércoles, enero 10, 2007

Otros cuidan su patrimonio, nosotros lo destruimos


Sí, un poco triste francamente, no sólo por la abusiva extensión y superficie que tragan las autopistas/autovías/autostradas o como quieran llamarlas, sino también por los restos arqueológicos, las propiedades y comercios o negocios de algunas personas ibicencas que vivían de esto.
Y un poco triste por las secuelas que dejará.
Todo tiene consecuencias, y esto las tendrá profundas y duraderas. Cientos de puntos, focos, unidades arqueológicas han desaparecido a lo largo de estos últimos cincuenta años. Cincuenta años que han revolucionado todo. Lo han cambiado todo de sitio.
Ahora sólo falta que un terremoto en Argel o Granada (que están igual de cerca) o un tsunami o rissaga nos acaben de partir la isla en dos trocitos. Y las Pitiusas quedarán compuestas por tres formenteras.
Mientras países y comarcas vecinos reparan, restauran y excavan con dedicación y constancia, parece que en Ibiza nos hemos cansado de resguardar las piedras. Preferimos el cemento y el ladrillo. La arqueología se considera un lujo exquisito reservado a cuatro licenciados caprichosos.
Pues no. La arqueología, el paisaje, la limpieza son nuestra materia prima.
Leo con una envidia insana (ya me pasa mucho cada vez que comparo mi islita de Ibiza con lo que se está haciendo alrededor) los trabajos de la Pompeya del mar Egeo, la ciudad de Akrotiri, que quedó cubierta de cenizas, embalsamada en el año 1628 a. de C. , tras la violenta explosión del volcán. Estamos hablando de la isla de Santorini, o Thera como le llaman los griegos.
Pero es en todas partes, a donde quiera que mires, desde Cataluña hasta Huelva, el interior de España, Marruecos, Libia... Italia sigue explotando con una gran sabiduría su milenario patrimonio artístico. Han conseguido, como París, un turismo especial y que va a integrarse, en su admiración sin límites por la cultura y el arte, en el espíritu de la ciudad. Y en sus hoteles, restaurantes y tiendas.
No estoy muy alegre, decía. Es Cuieram lo dinamitaron y queda lo que queda, allá arriba, como una anécdota perdida en el bosque. Mejor que nadie lo encuentre. Lo que quede de la Isla Plana también será rellenado. El Puig des Molins sigue cerrado. Bien... de verdad ¿alguien piensa que Ibiza conseguirá salir adelante abriendo más zanjas, más carreteras y abriendo más discotecas, tomando más drogas y cultivando la borrachera durante seis meses seguidos e importando pistoleros que descargan sus armas en plena calle, justo al lado del Far West End.
No. Ni en el Far West, ni en el West End. Lo tuvimos todo en la mano. Lo arrojamos al vertedero.
Y mientras otros se preparan con instalaciones hoteleras modernizadas y con un paisaje pasablemente conservado, aquí insistimos, aumentamos la dosis, sonreímos a la prensa y después nos volvemos a presentar a las elecciones poniendo cara de despistado. Como si tal cosa.
Yo no he sido. Os he arreglado la isla. He llegado muy lejos. Soy Nerón y puedo quemar Roma. Votadme.
Y es por eso que, se acaben cuando se acaben las zanjas, los túneles, las autopistas y las discotecas (poned los campos de golf dentro, caben) yo no acabo de verlo claro. Bueno, claro que lo veo.

Publicado en Diario de Ibiza, 10 enero 2007.

Le invito a pasearse por mi blog Principal

FOTO del Diario de Ibiza. Muestra las obras de excavación en la calle Juan Román, en Dalt Vila. Restos de la Ibosim púnica y medieval.

domingo, enero 07, 2007

Muy contentos no se van (En 7 días)

Pueden ir publicando gota a gota los resultados de cuantas encuestas quieran. Ya se sabe hace tiempo que el turista de Ibiza se va cada vez más frustrado y son muchos los que deciden no volver y explicar el percal de la isla a sus amigos.
Antes solían manifestar sus deseos de volver, básicamente por tres motivos: Agradable de trato, bonancible de clima, accesible de precios y una belleza natural al alcance de la mano. Siete días de Ibiza para alguien que viva en Manchester, Liverpool, Francfurt, Dusseldorf o en Bilbao es una inyección de fe en la humanidad.
Pero Ibiza ha perdido en los precios (que han subido de forma irracional), ha perdido muchísima de su belleza natural (y sigue siendo masacrada de forma inmisericorde) y ha perdido encanto en las formas y en el trato. Si hasta Matas nos ordenaba a través de un anuncio que sonriéramos a los turistas. Para sonrisas está uno.
Esto no sería grave, porque Ibiza acumula mucho turista adocenado que se va almacenando en hoteles de segunda fila, y por la noche (cuando sus capacidades de percepción ya no están para grandes finuras) se le suelta cerca/en una disco, donde acabará con el hígado macerado, los nervios licuados y los tímpanos reventados.
Para este tipo de cliente todo-incluido casi no hacen falta encuestas. Le da igual. Le han dicho que hay puestas de sol (como si las hubiera inventado un bar decorado a la hindú o a la balinesa) y se sientan allí como autómatas. Al menos descubren el sol en Ibiza. El sol existe en Ibiza –otro slogan gratis, de nada.
Pero quieren la luna. La luna es lo que quieren.
Aun así, en la encuesta Gadeso se quejan del deficiente medio ambiente. Hay una excesiva contaminación atmosférica (esos sulfuros, que amarillean el aire de la ciudad….), el entorno está hecho picadillo, todo huele mal, la humedad es agobiante y los ruidos son ensordecedores. Aún así, no son pocos los que quieren volver. Parecen salmones remontando el rio aun sabiendo lo que les espera.

sábado, enero 06, 2007


De cuando Talamanca se tragó a Cioran

Se ha dicho de él que ha sido uno de los filósofos más leídos y apreciados en España durante la segunda mitad del siglo XX. Más aún: Junto al místico antropólogo Mircea Elíade y el dramaturgo Ionesco formaron una de las tríadas rumanas más excitantes de la cultura europea. Cioran murió en 1995, pero cuando estaba vivo se murmuraba en París que los dos mejores escritores franceses eran Milan Kundera (que es checo) y Cioran (que era rumano). Hoy quizás ya no podría afirmarse tan alegremente este insolente aserto sin incluir a Arrabal (que es español) o a Michel Huellebecq que es de donde le apetezca ser.
Lo cierto es que Cioran se pasó la vida hablando del suicidio, para acabar muriendo tan tranquilo a los 84 años. Pero la idea de que podía suicidarse cuando quisiera le ayudaba a sobreponerse y seguir viviendo bajo la ficción de que era el amo de su propio destino.
Llamarle filósofo suele irritar a muchos pensadores. Llamarle escritor tampoco satisface a todo el mundo. Redactaba sus greguerías, sus frases, en forma de pequeñas píldoras, venenosas según algunos, bajo un clima de sinsentido y de absurdo existencial.
Era como si destilara en sus interminables insomnios una fórmula sentenciosa, para lo cual le iba muy a mano la lógica del francés, pues se negaba en redondo a escribir en su lengua materna, el rumano. En francés componía una frase racional, químicamente elaborada, en la que el ser humano es un simple monigote en un universo donde la historia siempre termina mal.
Se declara pasivo, reumático, obsesivo, irresponsable hasta la enfermedad, insomne incurable y a menudo exangüe, fracasado, sin deseos de lidiar con el futuro.
Vino a Ibiza en 1966, pero yo tengo la intuición de que antes ya había estado aquí al menos una vez. Durante el verano (julio-agosto) abandonó sus inseparables `Cuadernos´ en su casa de París. Nada más llegar comenzó a apuntar sus molestias, fobias y dispersiones varias.
¿Cómo pudo un tipo insomne, con los ojos hinchados, los nervios deshechos y la paciencia al límite soportar las calimas húmedas de Ibiza? De ninguna manera. A las pocas horas ya estaba renegando de todo, así que el 31 de julio escribe:
«Esta noche, sobre las 3, completamente despierto. Imposible seguir más tiempo en la cama. He ido a pasear por la orilla del mar, acompañado de los más sombríos pensamientos. ¿Y si me arrojara desde lo alto del acantilado? He venido hasta aquí por el sol, y yo no puedo soportar el sol».
Pero se sobrepone. No sólo eso sino que una profunda crisis parece conducirle a un callejón sin salida. Es una de las pocas veces donde concreta que estuvo a punto de lanzarse al vacío mientras se embriagaba con el vértigo, el insomnio y las emanaciones pálidas de la luna, que en Ibiza pueden ser acuciantes.
Fuera lo que fuera, de la larga crisis salió porque toda su vida fue, de hecho una larga crisis. Morirse a los 84 años casi es una falta de respeto para sus devotos lectores.
Pero es cierto que una de estas noches le dejó marcado para siempre y tanto es así que parece que en adelante desechó la idea de practicar el suicidio, aunque siguiera con sus monsergas teatralizadas.
Nada más volver a su apartamento de París anotó: «Tendré que decidirme de una vez a escribir La Noche de Talamanca, proyecto que he abandonado vergonzosamente».
¿Por qué vergonzosamente, por el pudor del suicida frustrado? ¿Por qué una noche en Talamanca cuando casi pasó un mes seguido sin poder dormir?
Lo que nos temíamos: Los acantilados de Talamanca casi le tomaron en serio la palabra y cuando descubrió que los cuerpos se caen hacia abajo le entró tal canguelo que quedó sanado para siempre.
Quien quiera leer a Cioran en sus notas de Ibiza puede hacerlo en `Cuaderno de Talamanca. Ibiza (31 de julio-25 de agosto de 1966). Pre-Textos. Valencia, 2002.

miércoles, enero 03, 2007



Monos contra monos (Notas de un fenicio)


A veces la mejor cuña es de la propia y misma madera. O hay que dejar que el orden natural de las cosas se reconstruya a sí mismo.
Por eso los mieleros o apicultores prefieren que se ataque a la procesionaria mediante recursos biológicos (bacterias) en vez de agresivas medidas químicas que pueden esterilizar a las abejitas y de paso hacer daño a muchos pájaros y a otras especies.
Leo una noticia chocante y que hace cierta gracia. En Delhi (India) están sufriendo las molestias y las pérdidas causadas por la proliferación de ágiles y diminutos macacos (rhesus macaques), titís, que son tan intocables como las mismísimas vacas. Estos monitos brincan con extraordinaria facilidad, suben y bajan por cables y esquinas, se pasean por las terrazas y cuando ven la más mínima grieta o resquicio, penetran en las casas, se sirven de todo aquello que encuentran , saben abrir armarios y conocen los escondrijos donde pueda guardarse comida.
Nadie puede molestarles porque son la representación de un dios. Los quince millones de habitantes de la ciudad saben que los monos ya eran mencionados en el libro escrito en sánscrito Ramayana, en donde el dios-mono Hanuman simboliza la sabiduría.
Son tantos y tan enojosos que el gobierno municipal ha decidido cazarlos sin agredirlos ni exterminarlos. Los guardan en cajas y tienen previstas varias excursiones para dispersarlos por diferentes zonas naturales de la India.
En cualquier caso, el protocolo defensivo es muy lento y por ello poco eficaz. Los habitantes más adinerados han decidido hacer lo que algunos pubs y locales de ocio nocturno de Ibiza para defenderse de las gamberradas de los hooligans: Fichar a un hooligan todavía más fuerte y más gamberro que el cliente peleón.
Es un primate que puede pesar veinte kilos y está especialmente entrenado para aterrorizar a los diminutos y molestos titís: son los langures y se han ganado una merecida fama de cabroncetes. Se asientan en la ventana o en el jardín a la espera de los macacos, pero éstos a su vez ya han aprendido que no deben entrar en la zona de influencia de los langures.
Los gamberrillos tienen donde elegir y si no pueden entrar en una finca cuidada y vigilada, saltan al andén del tren, entran en los vagones o esperan su oportunidad para hacerse con una hogaza de pan al menor descuido.
Residentes y hooligans han aprendido a convivir, al menos durante medio año que dura la temporada.
Pero el problema comienza cuando se rompe el equilibrio y se deja que el hooligan se haga dueño de la noche, de la mañana, de la discoteca y de las carreteras durante el día.
Y tampoco es gran negocio capturar a los hooligans y dispersarlos por las otras zonas turísticas del Mediterráneo, si en Ibiza están mejor que en su propia casa.

Publicado en Diario de Ibiza, 3 de enero de 2007