miércoles, octubre 30, 2013

A cascar piñones

Tiempo de granadas, piñas, piñones, castañas, avellanas, almendras y otros frutos secos que ahora nos llegan directamente desde el cuerno de la abundancia de la China gracias a Mercadona y a otros magos del transporte.
Se acercan estos días otoñales, tan teñidos de nostalgia y de recuerdos intransferibles. Hay que cascar piñones durante la noche de Todos los Santos y hacerlo con generosidad, dejando como olvidadas unas cuantas nueces y frutos sobre las mesas, por si se acercan las ánimas de nuestros difuntos y quieren compartir el otoño con sus deudos más cercanos.
El catolicismo celebra estas fiestas de recogimiento y de visita a los camposantos con cierta solemnidad discreta. Pero los ibicencos, además de católicos, somos fenicios y no podemos renunciar al eco ancestral de nuestra mitología doméstica.
No solo los antiguos egipcios enterraban a sus muertos venerables con abundancia de comida, joyas y vestidos para la vida de ultratumba. Casi todos los pueblos precristianos conservan algún trazo referente a estos ritos que nos enlazan con la vida de ultratumba. En Grecia, sin ir más lejos, no era aceptado el enterramiento de un familiar sin depositar una moneda a mano, de uno a tres óbolos, incluso bajo la lengua, para entregar a Caronte para que ayudara al temible paso del río Aqueronte (no el río Estigia como algunos creen). De no hacerlo así, el alma del difunto quedaba varada penando errabunda por la ribera durante cien años, concluidos los cuales el barquero los pasaba sin pagar y ellos proseguían su viaje entre tinieblas para ajustar cuentas con su destino.
Había mucha gente haciendo cola, como en las entradas a nuestra discotecas. Caronte tenía muy mala leche y como era quien debía remar, maldecía a los gordos, a los que iba relegando para un próximo viaje, que podía tardar en producirse.
Roma también nos transfirió gran parte de estas creencias, sin menospreciar la presencia judía en Ibiza. Y por supuesto, la omnipresencia fenicia y cartaginesa.
Yo intuyo el poso fenicio en esta minuciosa cena que podía durar horas, martilleando sobre las nueces o los piñones. La trencada de pinyons es una arraigada tradición. El idioma ibicenco usa trencar en el sentido muy concreto de cascar, quebrar violentamente algo sólido y compacto.
Para romper, tenemos rompre. Así no cascas con la novia, sino que rompes con ella: vean cuán importante es conocer el ibicenco para no meter la pata ni ningún otro órgano fuera de lugar.
La familia cenaba de frutos secos, iba dejando granos sueltos sobre la mesa, y por supuesto, no se apagaban los candiles durante toda la noche, porque los familiares fallecidos son muertos, pero no ciegos, y necesitan luz para desgranar la granada o escoger las mejores nueces.
Los niños no nos levantábamos en toda la noche por si acaso nos tropezábamos con algún tío muerto o alguna abuela fallecida luchando con la dureza material de unas nueces. Se les rezaba y se les añoraba, pero siempre a una honorable distancia y con el estómago lleno.

sábado, octubre 26, 2013

No nos hundirán la isla

Vicente Risco dejó inmortalizada su Galicia como «O país do mortos» por repetir una tradicional creencia, según la cual los antiguos pueblos de la Península Ibérica pensaban que iban a parar a Galicia las almas de todos los difuntos.
Cuando descubrí esta lírica apreciación comprenderán que recordé la importancia de Ibiza para los muertos del universo fenicio y cartaginés. Pensaban que Ibiza era una tierra de acogida, casi sagrada, donde no medraban las bestias venenosas y ni los bichejos ponzoñosos, como las víboras o los alacranes y donde valía la pena ser enterrado.
Al margen de que esto ya sabemos empíricamente que no es cierto, la leyenda traspasó las centurias y los milenios y ha llegado hasta nosotros, llenándonos de regocijo y consuelo, que tanta falta nos hace ante la avalancha de enemigos oscuros que se ciernen sobre Formentera e Ibiza.
Estas islas ya dan un poco de miedo. Vas caminando tan tranquilo y te cae un escocés en la cabeza o te atropella una moto de motocross o un quad cuando descansas bajo un pino. Incluso en el mar puedes ser acribillado por una carabela portuguesa, por una colonia de las medusas de siempre, o embestido por una lancha, cuando no por un drogaminas (ahora con o) andrógino.
La verdad es que la Muerte y sus cultos diversos impregnan toda Galicia, en su toponimia, capitaneada por esta Costa da Morte tan temida desde los tiempos de navegantes fenicios de paso hacia las islas Casitérides en busca de estaño, una ruta secreta que los cartagineses de Ibiza conocían y que no revelaban a los romanos, lo cual les ponía de los nervios.
Y si no, con las meigas, tan próximas a los umbrales definitivos o a la Santa Compaña, a la que no hay que mirar de frente como a la Medusa, y con la que es mejor no encontrarse en plena noche.
Ay, la Muerte, inexorable, inesquivable, cuantos precipicios has abierto, cuántos poemas has inspirado. Además Galicia parece ser la exportadora de esta magnífica veneración por la muerte que existe, por ejemplo, en Méjico.
¿Estaremos a salvo en Ibiza en estos tiempos de tribulaciones vibratorias? ¿Saldremos vivos de este derroche de decibelios que ensordece y humilla a los pitiusos? Y ahora nos preguntamos ¿Acabarán por hundir a las Pitiusas al fondo del mar con estas explosiones de fracking o sea cual sea la guarrada que están inyectando al mar próximo a Castellón?
Uno teme lo peor cuando los ingenieros dicen que la situación está bajo control y que están estudiando los informes. Ya, ya. Esto se estudia antes. Pero ahora el peligro más grave es la miseria, los presupuestos generales del Estado de 2014 y la carencia de instalaciones como la radioterapia y otras muchas que nos tienen sumergidos en una España africana, en colonia ordeñable y a la que se deja que se emborrache, se drogue y haga cuanto ruido quiera para compensar. Pero estoy seguro: no nos hundirán.

miércoles, octubre 23, 2013

La reacción de Formentera


Formentera es una isla diminuta y esto es una debilidad, pero en esta misma misma radica su fortaleza. Ningún destino turístico que reciba extranjeros –la costa mediterránea, básicamente– puede presumir del liderato español en la temporada veraniega de 2013, pues es sabido que nuestro país está hundido en una crisis prolongada de la que no conseguimos salir.
La recesión no ha impedido que el número de turistas españoles haya batido a los italianos, los primeros y casi únicos visitantes de Formentera en los últimos lustros. Este hecho lo pagaron caro sus empresarios en 2012 al darse cuenta en plena temporada que la isla no conseguía los buenos resultados de siempre: fallaba Italia, que a su vez estaba y está sumida en una situación tan alarmante como la española.
Una vez tomada buena nota, los formenterenses se armaron de folletos, películas, reportajes, ferias y actos para recuperar la fidelidad hispana, siempre tan próxima. Formentera tiene una imagen relativamente desvinculada de Ibiza en la península. Muchos creen, por desgracia erróneamente, que Formentera es un paraíso salvaje apartado de la insoportable Ibiza. Pero muy cerca, a tiro de avión y ferry.
Durante los dos meses de verano, Formentera ya no es ningún paraíso aislado. En algunos puntos cuesta diferenciarla de Ibiza o de Mallorca, pero es el tributo que se ha de pagar si se quiere operar con turismo de masas.
La buena noticia existe: Formentera ha conseguido sustituir al turista italiano por el español y no han perdido la vida ni la imagen en el intento. Siguen viniendo italianos, pero han dejado la primera posición. Ganan los españoles.
Aparte de la actitud y las capacidades de los responsables turísticos, esto se ha podido lograr gracias a las reducidísimas dimensiones de Formentera. Mallorca y Menorca no han conseguido tal eficacia jamás, ni Ibiza tampoco. Pero Formentera, moviendo unos miles de turistas, ya equilibra su oferta.
Su fuerza está en su situación de debilidad, conviene no olvidarlo, porque este principio actúa en lo positivo, pero también en lo negativo: es mucho más fácil destruir el equilibrio en una islita como Formentera. Ellos ya lo saben.
Otro tema que lleva de cabeza a muchos propietarios y vecinos de estas islas es el alquiler de pisos particulares en zonas residenciales a los desmadrados turistas. La respuesta parece obvia: no hay quien les soporte.
Son actividades ruidosas, molestas y en algún caso peligrosas. Pero claro, hay gente que opina lo contrario. Son los que siguen pensando que en las Pitiusas todo vale. Los residentes tenemos la obligación de ser amables con los turistas, no de entregarles nuestra vida las 24 horas.

sábado, octubre 19, 2013

Picudos y radioterapia

Alcaldes que no saben cuidarse de su propio municipio arrancan corriendo cuando ven un micrófono o una cámara de televisión para explicar sin que venga a cuento que el año que viene habrá radioterapia en Ibiza. O que la habrá muy pronto.
Esto no obstante, nadie se compromete a dar un plazo fijo en realidad. Al menos quien debiera comprometerse. ¿A finales de 2014? No lo sé. Algo tan elemental y no sabemos pedirlo. Es porque nunca pedimos nada. Si pidiéramos como los políticos catalanes, con un mensaje lastimero teñido de coacción y sin cesar, siempre nos caería algo. Nosotros no sabemos.
Es tremebunda la situación de Ibiza y Formentera. Decir que es injusta es poco. Que el Estado nos ordeñe como la primera vaca lechera de España tiene un pase, o no. Pero que seamos los últimos en recibir alumbrado, aceras o sanidad es algo que ya no deja lugar a las buenas maneras. Bauzá debiera saberlo. Pero la culpa es de los políticos pitiusos, que no debieran cobrar ni una sola nómina mientras estos temas no estuvieran resueltos. Ni un euro.
Dejemos la radioterapia inalcanzable (por cierto, ahora que caigo ¿la instalaron Tarrés y el Pacte?) y dediquémenos a cosas menos importantes, como las palmeras pitiusas.
Tambien tienen males, pero no oncológicos. El bicho no es de ahora y yo me enteré de sus existencia en Valencia. No quisiera exagerar pero creo que hace más de diez años Elche, Murcia, Andalucía, ya sufrían la plaga de este gorgojo gigante llegado desde el Asia tropical. Y lo escribí, claro, porque sabía que si no estaba en Ibiza, muy pronto llegaría. Y así fue.
Ahora, una lectora atenta, María Nadia Trautwein, entra en el juego que propuse en un artículo: relación de los males en su mayoría evitables que nos aquejan en las islas. Ella apunta más locuras de las que yo expuse y lo hace muy bien. Pero, en realidad, nunca me he olvidado del picudo rojo que si será malo que los científicos le llaman coleóptero curculionoideo y en Ibiza ha hecho ya mucho daño. Las palmeras destrozadas se cuentan a miles. Aquel artículo es 'Devoradores', del 26 de junio de 2010 y lo puedes leer en mi blog ´Notas de un fenicio´, si gustas.
Este verano he tenido un súbito encuentro en la tercera fase con un picudo que se estrelló contra la pantalla de mi ordenador. Cuando intenté agarrarlo con el propósito ecologista de aplastarlo salió volando... hacia otra palmera. Yo mismo pasé el verano rodeado de muñones de palmeras abatidas por este bicho asiático con trompa.
Seguiremos anotando estas cosas de Ibiza que nos preocupan y nos ocupan.

miércoles, octubre 16, 2013

4.000

Después de unos meses de tumultuoso y vertiginoso verano se agradece la pausa otoñal, como transición al invierno acogedor y magnífico. Los inviernos de Ibiza, salvo una semana o dos de fríos crueles, suelen ofrecer un compendio de las esencias de Ibiza. Quien sepa capear el invierno de Ibiza ya puede graduarse en cualquier parte. Ha superado una prueba de humedades y aislamiento difíciles de comparar.
Unos días de temporales que nos rompen la costa y nos alejan del mundo continental. No todo el mundo lo resiste. Algunos caen en tristezas diurnas, incluso en prolongadas melancolías que suelen remitir tras una sesión de caminata bajo el sol de febrero.
A veces se sucumbe y uno desea que vuelva pronto la floración de la primavera. En estos días de sequía en la faltriquera el fenicio se pregunta dónde habrán ido aquellas esbeltas ninfas de verano que se llevan un pastón de San Antonio vendiendo tíckets de discos, bares, ferry boats y a saber de que otras cosas. Casi uno añora la algarabía y el guirigay.
Guirigay es palabra que dio origen al palabro guiri, según deducción propia, o sea, no vayan ustedes a fiarse, que tampoco es ciencia lo que apenas nace como intuición.
¿Dónde aquellos efebos y aquellas ninfas borrachos como cerdos líricos, abrasados por el sol? Nos llamó la atención que aquellos 300 espartanos, aliados con miles de soldados de otras polis griegas, que hay que contarlo todo, pudieran contener a las tropas densas de Jerjes, un persa tan bestia como el que hoy les gobierna. Aquellos centenares de soldados a la postre salvaron la gran Grecia.
Nosotros debiéramos sorprendernos más de estos 4.000 workers británicos, semivestidos, que se plantan a hacer la calle y los negocios estivales y se ganan una buena pasta para pasar el invierno. Pero lejos de Ibiza, una islita muy pequeña pero que da de comer a mucha gente nativa y foránea. Estos 4.000 británicos salvan un poco la economía británica, como los 300 espartanos salvaron las polis griegas. El fenicio les añora en invierno. No solo para emparentar, compartir o desfogarse, también para verles gastar aquí lo que han sudado aquí.
Si Ibiza pudiera retener a todos los que en verano dicen que es una isla mágica de la que no se puede escapar, probablemente los residentes podrían escapar de la monotonía, la escasez y la carencia. Pero, ay, sabemos que durante medio año Ibiza se convierte en un gran escenario y el teatro no es de verdad, es una simulación, es una ficción.

sábado, octubre 12, 2013

Lluvia de perdigones

Como llevo decenas de libros publicados sobre las cosas de las islas y años elogiando sus bellezas, pido, casi exijo mi derecho, hoy, de recordar sus fealdades y sus inconvenientes. ¿Alguien se anima para ayudarme a poner en la lista los problemas que nos molestan y nos dan mala vida? Porque ahora ya casi todo nos molesta. No cabemos. En conjunto opera sobre la psique del nativo un efecto jaula, que es casi parecido al efecto rebose. No cabe ni una gota más en el vaso.
Los lectores de lejanas tierras no me comprenderán, pero quienes vivan en la Ibiza de hoy tendrán presente la velocidad con que se nos levanta una disco a traición frente a nuestro jardín. Incluso instituciones que nos tienen ordeñados con la requisa de impuestos quieren emular a la empresa privada y permiten estruendosas actuaciones en las murallas renacentistas. Lo que no han conseguido doscientos años de piratas berberiscos lo conseguirá la concejala: derrumbar la moral y la resistencia de los sitiados intramuros. Porque Ibiza está casi en estado de sitio.
Y ojo, no se recomienda dejar el Jeep aparcado en Dalt Vila. Puede arder. Como puede arder si se deja en el sotobosque de Benirràs, donde crecen como las setas los incendios pavorosos. Usted cree que es único y se aislará en el sosiego de su jardín de campo. Posible, mientras no le lleguen las vibraciones cósmicas de las discotecas de los salvadores de la isla; mientras no quede en la senda de la huella sonora, por donde entran y salen los aviones; o mientras no le caiga un cascote nacido en una explosión canterana de la vecindad. Protéjase.
Casi no cabemos y alguien tendrá que acarrear la afortunada cercanía de una depuradora que depura mal o de una desaladora que rompe rocas con sus vibraciones, estresa a nuestras gallinas cluecas y nos enloquece un poco más a nosotros mismos. No es raro que todo acabemos viendo ´Sálvame´ por si acaso. No descarten ataques de perros, de avispas, de serpientes o de pulgas, aunque son más llevaderos que una fábrica o taller ruidoso, sea de biodiésel o de biomasa o sea una centralita eléctrica mallorquina (¡encima!).
¿Vive más cerca del mar? Tápese ante los bombazos sordos de las pruebas de las prospecciones petrolíferas: nuestras costas, hoy cementerio de elefantes, pasarán a ser cementerios de ballenas. Esto si no nos revienta –como cada año– el emisario submarino para celebrar el 18 de julio o el 1 de mayo. O si no nos revienta los tímpanos el dragaminas (lo he escrito con ´a´ no con ´o´) ambulante convertido en discoteca.
Cualquier incordio es posible ya en Ibiza, hasta que te empiece a llover en la terraza y en la piscina no una 'lluvia ácida' proveniente de los humos eléctricos, sino una lluvia de perdigones. Relax en Ibiza, cómprese una casa en el paraíso, te dicen en los folletos inmobiliarios. Vas y la compras confiadamente pero nadie te ha avisado que tu casa será tu trinchera, porque en el paraíso también hay disparos indirectos contra la gente inocente que pretende descansar en su casa. 'Balasera pitiusa', dirían en Méjico.

miércoles, octubre 09, 2013

Demasiadas leyes no sirven para nada

 

'Allá van leyes do quieren reyes´, ´Donde las leyes flaquean los pillos se pavonean´, ´Hágase la ley en los bueyes de mi compadre´, ´La ley del embudo, para mí el ancho para ti lo agudo´, ´Leyes implanta quien más las quebranta´
Refranes sobre leyes y abogados los hay a miles en el riquísimo idioma español. Solo he mencionado unos cuantos, pero conocemos muchísimos más.
Cuando llega a cierta altura de la vida, uno se da cuenta de que un exceso de leyes es tan nocivo como una carencia de las mismas. En cualquier caso, es preferible muy pocas leyes en los códigos, pero que sean claras, sensatas y adaptables a cada momento de la sociedad. Todo lo contrario de la avalancha de leyes que nos cae encima cada día que pasa. El Parlamento Europeo aprueba 18 leyes cada día. Así nos luce el pelo. Yo jamás había conocido tantas leyes en mi vida, y sin embargo -quizás por esto mismo- son muchos los que prescinden de su cumplimiento.
Recuerdo la Ibiza de finales de los años 60, donde jamás observé represión alguna, lo cual no significa que la policía no actuara. Vaya si lo hacía. Pero todo el mundo sabía que no podías abrir un local y poner los altavoces a 80 decibelios durante todo el día o la noche, que no podías conducir borracho como una cuba. La música en los bares se acababa a las 12, y en algunos a a la una de la noche. En Semana Santa, música sacra, Bach, Mozart, para equilibrar los descacharrantes chirridos del rock que tanto nos gustaban.
Todos sabían que no se podía conducir sin carnet ni, por supuesto, sin seguro. A nadie se le hubiera ocurrido trabajar en un taxi pirata, ni en un party boat.
El PP se quedó solo en el Parlament el otro día al pedir que Madrid regulase los fiestorros en los barcos. Es como si nuestros políticos se hubieran infantilizado, rehúyen la responsabilidad y sin embargo quieren salir en todas las fotos.
Ahora se redactan leyes para cualquier chorrada, lo cual asegura que nadie las cumplirá. Antes, había menos y más sensatas, salvo excepciones. El desastre de las autonomías ha supuesto una hiperregulación que se superpone a las directivas europeas. Quieren regularlo todo y después nadie las cumple ni las hace cumplir. Uno tiene la impresión de que todas estas cuestiones (ruido, peligro público, sanidad) ya estaban reguladas, pero no, insisten en cambiarlo todo.
A mí me sobran leyes, la mayoría y encuentro a faltar gente que las cumpla. Muchas veces bastaría con el sentido común, convivencial, un poco de urbanidad y algo de educación.

domingo, octubre 06, 2013

No impresionan

Rechazado en Diario de Ibiza

Este artículo no fue aceptado por la dirección del Diario de Ibiza, donde escribo desde 1972. De todas formas, creo oportuno hacer que llegue a mis lectores asiduos con esta explicación por si alguien lo busca en la hemeroteca del citado rotativo: no lo encontrará. Por otra parte, no creo que tenga mayor importancia.

No me ha impresionado en absoluto la que han llamado “la mayor manifestación de la democracia” en Baleares. Empezaron por 60, otros 70 y acabaron en cien mil manifestantes. Me habría impresionado si hubieran pedido la radioterapia para Ibiza desde el primer día de apertura del nuevo hospital.
Es cierto que este tipo de manifestaciones muy ideológicas, de corte político, son difíciles de valorar. El Partido Popular llegó a reunir más de un millón en Madrid, en tiempos en que el PP usó a las masas de ariete contra la demencial política de ZP (al vencer después en las urnas, el PP la continuaría, con todo el cinismo del mundo).
No sirve para nada la guerra de cifras. Y desde que hay facilidades de transporte, no vale ni la admiración ante la manifestación del 29-S, que reunió a miles de llegados de Barcelona, Bilbao y Madrid, entre otros puntos. Es el turismo-manifa.
Esto sirve para el bando opuesto, el día 12 de octubre se reúnen en la plaza Cataluña los catalanes que también se sienten españoles. Muchos españoles que se sienten también catalanes llegarán de todas partes de España para sumarse a este acto testimonial de la hispanidad.

¿Había 100.000 mallorquines manifestándose el 29-S en Palma de Mallorca? Ni de coña. Ni en sueños. Aparte de que se congregaron de todas partes de la isla, incluso de Ibiza (los más radicales o los que querían comprar lotería de Navidad), está perfectamente documentada la presencia activa y la ayuda económica desde el catalanismo continental. Los esbeltos y refinados rostros de Tardá, Carod Rovira y otros muchos decoraron las redes sociales durante los días previos y durante la manifestación.

Y es que el pancatalanismo ya no da más de sí en Catalonia. Siempre son los mismos y acabarán por canibalizarse. De hecho, ya muerden a Duran y hay guerras subterráneas entre ellos. Necesitan un Lebensraum, expandirse en las islas Baleares, que consideran propias -con la inestimable ayuda de algunos isleños encantados de entregar lo que no es suyo- al tiempo que descompresionan la atmósfera barcelonesa, donde el inconmensurable Junqueras ya ha declarado su afecto por España, al enterarse por quinta vez de la respuesta de la Unión Europea: Si Cataluña se segregara de España, quedaría automáticamente excluida de la UE y solo podría entrar cuando las ranas criasen pelo.

En todo este follón, lo de menos ya es la educación. La huelga de docentes ya ha caído en la órbita de los políticos y los sindicalistas. Pobres niños si han de regresar a la inmersión.

No será así. Si había 100.000 manifestantes, sumando catalanes e indígenas colonizados, hay que pensar que el PP obtuvo 195.000 votos. Que en Baleares hay casi 1.200.000 habitantes que no compran las puñetas reaccionarias catalanistas, que no conducen más que a la ruina, al fracaso escolar (un 39% en Baleares) y a la agitación. A mí, lo digo en serio, me impresiona más un fin de semana de agosto en Son Sant Joan: Esto es una movida fuerte. O en el aeropuerto de Ibiza. Pura adrenalina.

Queremos una enseñanza pública de calidad”, piden los mismos profesores que la han hundido. Todos la queremos. ¿Y ustedes a qué están esperando? ¿Qué hicieron mientras gobernó el Pacte?  

@MarianoPlanells

sábado, octubre 05, 2013

Monte y playa


Las aglomeraciones de Ibiza ya son recurrentes. No puede impresionar a nadie una manifestación de unos miles de descontentos en otoño, cuando en cualquier fin de semana unos centenares de empleados del aeropuerto han dar entrada o salida a bastantes más turistas veraneantes.
Que tengamos que soportar estas oleadas de turistas en verano ya es algo que va incluido en el sueldo. Y en otoño nos tendremos que ir acostumbrando porque ya hemos adoptado la sonora costumbre argentina de la cacerolada.
No nos pilla de improviso, tampoco, porque en tiempos no muy lejanos, los ibicencos solían practicar la cruel ceremonia de la cencerrada contra algún desgraciado que tenía que soportarla. Aquella costumbre nocturna y alevosa fue prohibida por Carlos III, pero seguramente nos ha quedado la querencia por los cencerros, las perolas y las cacerolas abolladas.
Menos mal que otoño nos abre algunas brechas de vacío para ir dejando atrás las aglomeraciones. Para unos será la montaña, en la que hay que andar precavido, porque ahora es una selva en la que prende el fuego en el menor descuido. También puede ocurrir que te salga un señor alemán cabreado, cerrándote el paso con una alambrada metálica.
No sé a ustedes, pero a mí me da la impresión de que Ibiza ha cambiado mucho.
Para los que prefieren los espacios abiertos para reconciliarse con la Humanidad, en vez de encerrarse en el despacho de una psiquiatra argentina que no te permite fumar, siempre nos quedará la línea de playa. Bueno, siempre no lo sé. Cualquier día cierran las playas o intentarán cobrarte entrada.
Mientras tanto, hay que aprovechar para pasearse la playa d´en Bossa hasta la torre, antes de que levanten un Ibivegas que hará poco aconsejable el relax sobre la arena en la vera del mar.
Y ya en el mar, ha llegado el momento de bañarse en otoño y en invierno. Las aguas están calentitas del abrumador verano. Y si no, ya te calentarán las picaduras de las medusas, tan omnipresentes durante todo el año. Son muy bonitas.
Pero todo va bien. Cualquiera soporta la picadura de un born o de varios. Los días son maravillosos, sigue haciendo sol y calor. Terminó la enojosa presencia de los alocados turistas y si piensas bien sobre la situación el único peligro que te acecha es un tiburón. Pero algún tiburón que llega muerto a las costas de Ibiza o de Formentera.

miércoles, octubre 02, 2013

Bauzá, frente al frenesí pancatalanista


Destruir es mucho más fácil que construir, de ahí que finalmente el frenesí pancatalanista me haya movido a hacer algo que jamás se me habría ocurrido: defender la actitud de un presidente del Partido Popular. Mira tú por dónde.
Bauzá no necesita defensores, ya ha demostrado que lleva el gen de la resistencia desde el primer día en que le recibían en distintos pueblos mallorquines con caceroladas, empujones (más peligrosos que los de la librería Blanquerna de Madrid, tan interesadamente magnificados y publicitados por las terminales mediáticas del catalanismo) y agresiones.
Tengo publicadas en mis blogs (Ibiza Digital, por ejemplo) las fotos con las brechas abiertas en la cabeza de uno de sus guardaespaldas, en realidad salieron en toda la prensa nacional.
Desde aquel día, José Ramón Bauzá, tomó la medida de sus agresores. Creo que técnicamente es correcto el sustantivo ´agresor´, pues le agredieron en su honor, le insultaron, le zarandearon, le lanzaron objetos contundentes, difundieron infundios horrendos y un sinfín de barbaridades. Todo ello nacía de una agresividad que viene siempre del mismo punto: una izquierda radical impregnada de pancatalanismo, que por unos días abandonó el sentido lúdico que pudo observarse en la manifestación del 29-S.
Eran los mismos –y ni uno más– ayer que hoy, aquellos que se sintieron atacados por el pánico al legislar sobre la consideración del catalán, cuyo conocimiento pasaría a ser un mérito en vez de un requisito entre el funcionariado en algunos casos.
La intolerancia catalanista es conocida desde los años 30, así como algunos episodios de deriva hacia la violencia. Desde la Transición democrática se les ha acostumbrado a una dinámica irracional: sólo puede avanzarse hacia delante, siempre se gana, y por el camino hay que desbancar el español (¡en España!).
Así, cuando estos sociolingüistas, filólogos de catalán, sindicalistas, se reúnen en una comisión negociadora con el Govern, dan por sentado que sólo pueden salir ganando, jamás cederán. ¿Por qué? Porque «estamos inmersos en un proceso de liberación nacional frente a un enemigo opresor que nos priva de la libertad. Y por lo tanto, quien no nos dé la razón y el dinero es un facha». Suena a comedia bufa italiana. Pues es el pan de cada día.
Comprendo el cansancio de quien tenga que negociar con tales sujetos. Pero no es difícil. Solo hay que decirles la palabra ´no´ y ya quedan descolocados.
La palabra ´no´ la matizarán los políticos de la conselleria de Educación que han presentado un excelente proyecto en el TIL (mejorable en algunos aspectos). Pero no han de ceder en dejar consolidadas como lenguas vehiculares el español y las modalidades de Baleares. El inglés se implementará progresivamente.
Los mismos que se asustaron al ver en peligro su pequeña área de poder en el tema del funcionariado, se han encabritado ahora al ver que el odiado castellano (sí, muchos lo odian) regresaba para quedarse. Ellos quieren solo inmersión en catalán. Este es todo el problema. O sea, no hay ningún problema, sino ganas de agitar la calle para dinamitar a Bauzá y a su Govern. Pues no. Dispuso de mayoría absoluta, 195.000 votos, y esto sin poder contar con la divina ayuda de María del Mar ni los maullidos de Lluís Llach.
@MarianoPlanells