miércoles, octubre 09, 2013

Demasiadas leyes no sirven para nada

 

'Allá van leyes do quieren reyes´, ´Donde las leyes flaquean los pillos se pavonean´, ´Hágase la ley en los bueyes de mi compadre´, ´La ley del embudo, para mí el ancho para ti lo agudo´, ´Leyes implanta quien más las quebranta´
Refranes sobre leyes y abogados los hay a miles en el riquísimo idioma español. Solo he mencionado unos cuantos, pero conocemos muchísimos más.
Cuando llega a cierta altura de la vida, uno se da cuenta de que un exceso de leyes es tan nocivo como una carencia de las mismas. En cualquier caso, es preferible muy pocas leyes en los códigos, pero que sean claras, sensatas y adaptables a cada momento de la sociedad. Todo lo contrario de la avalancha de leyes que nos cae encima cada día que pasa. El Parlamento Europeo aprueba 18 leyes cada día. Así nos luce el pelo. Yo jamás había conocido tantas leyes en mi vida, y sin embargo -quizás por esto mismo- son muchos los que prescinden de su cumplimiento.
Recuerdo la Ibiza de finales de los años 60, donde jamás observé represión alguna, lo cual no significa que la policía no actuara. Vaya si lo hacía. Pero todo el mundo sabía que no podías abrir un local y poner los altavoces a 80 decibelios durante todo el día o la noche, que no podías conducir borracho como una cuba. La música en los bares se acababa a las 12, y en algunos a a la una de la noche. En Semana Santa, música sacra, Bach, Mozart, para equilibrar los descacharrantes chirridos del rock que tanto nos gustaban.
Todos sabían que no se podía conducir sin carnet ni, por supuesto, sin seguro. A nadie se le hubiera ocurrido trabajar en un taxi pirata, ni en un party boat.
El PP se quedó solo en el Parlament el otro día al pedir que Madrid regulase los fiestorros en los barcos. Es como si nuestros políticos se hubieran infantilizado, rehúyen la responsabilidad y sin embargo quieren salir en todas las fotos.
Ahora se redactan leyes para cualquier chorrada, lo cual asegura que nadie las cumplirá. Antes, había menos y más sensatas, salvo excepciones. El desastre de las autonomías ha supuesto una hiperregulación que se superpone a las directivas europeas. Quieren regularlo todo y después nadie las cumple ni las hace cumplir. Uno tiene la impresión de que todas estas cuestiones (ruido, peligro público, sanidad) ya estaban reguladas, pero no, insisten en cambiarlo todo.
A mí me sobran leyes, la mayoría y encuentro a faltar gente que las cumpla. Muchas veces bastaría con el sentido común, convivencial, un poco de urbanidad y algo de educación.