sábado, octubre 12, 2013

Lluvia de perdigones

Como llevo decenas de libros publicados sobre las cosas de las islas y años elogiando sus bellezas, pido, casi exijo mi derecho, hoy, de recordar sus fealdades y sus inconvenientes. ¿Alguien se anima para ayudarme a poner en la lista los problemas que nos molestan y nos dan mala vida? Porque ahora ya casi todo nos molesta. No cabemos. En conjunto opera sobre la psique del nativo un efecto jaula, que es casi parecido al efecto rebose. No cabe ni una gota más en el vaso.
Los lectores de lejanas tierras no me comprenderán, pero quienes vivan en la Ibiza de hoy tendrán presente la velocidad con que se nos levanta una disco a traición frente a nuestro jardín. Incluso instituciones que nos tienen ordeñados con la requisa de impuestos quieren emular a la empresa privada y permiten estruendosas actuaciones en las murallas renacentistas. Lo que no han conseguido doscientos años de piratas berberiscos lo conseguirá la concejala: derrumbar la moral y la resistencia de los sitiados intramuros. Porque Ibiza está casi en estado de sitio.
Y ojo, no se recomienda dejar el Jeep aparcado en Dalt Vila. Puede arder. Como puede arder si se deja en el sotobosque de Benirràs, donde crecen como las setas los incendios pavorosos. Usted cree que es único y se aislará en el sosiego de su jardín de campo. Posible, mientras no le lleguen las vibraciones cósmicas de las discotecas de los salvadores de la isla; mientras no quede en la senda de la huella sonora, por donde entran y salen los aviones; o mientras no le caiga un cascote nacido en una explosión canterana de la vecindad. Protéjase.
Casi no cabemos y alguien tendrá que acarrear la afortunada cercanía de una depuradora que depura mal o de una desaladora que rompe rocas con sus vibraciones, estresa a nuestras gallinas cluecas y nos enloquece un poco más a nosotros mismos. No es raro que todo acabemos viendo ´Sálvame´ por si acaso. No descarten ataques de perros, de avispas, de serpientes o de pulgas, aunque son más llevaderos que una fábrica o taller ruidoso, sea de biodiésel o de biomasa o sea una centralita eléctrica mallorquina (¡encima!).
¿Vive más cerca del mar? Tápese ante los bombazos sordos de las pruebas de las prospecciones petrolíferas: nuestras costas, hoy cementerio de elefantes, pasarán a ser cementerios de ballenas. Esto si no nos revienta –como cada año– el emisario submarino para celebrar el 18 de julio o el 1 de mayo. O si no nos revienta los tímpanos el dragaminas (lo he escrito con ´a´ no con ´o´) ambulante convertido en discoteca.
Cualquier incordio es posible ya en Ibiza, hasta que te empiece a llover en la terraza y en la piscina no una 'lluvia ácida' proveniente de los humos eléctricos, sino una lluvia de perdigones. Relax en Ibiza, cómprese una casa en el paraíso, te dicen en los folletos inmobiliarios. Vas y la compras confiadamente pero nadie te ha avisado que tu casa será tu trinchera, porque en el paraíso también hay disparos indirectos contra la gente inocente que pretende descansar en su casa. 'Balasera pitiusa', dirían en Méjico.