martes, febrero 28, 2017

La peligrosa euforia de Ibiza

                
Las 7.500 jaimas de Aaiún quedaron destrozadas y los saharauis masacrados: Aquí empezó el gran éxito del turismo de Ibiza

En el año 2007 las Pitiusas se sumergieron en una crisis histórica que derivó en una fase depresiva que duraría hasta 2011 al menos. A finales de 2010 los saharauis iniciaron las revueltas de El Aaiún y casi de inmediato la rebelión de Túnez. Las primaveras árabes rompieron moldes y expectativas en una oleada de ciego optimismo en los países occidentales. Quieren democracia, decíamos ingenuamente, quienes en aquel momento ignorábamos que la mano negra y el dinero de Soros estaba rompiendo el statu quo mediterráneo con fines muy oscuros.
A la vista están los resultados, pero para Ibiza significó una bendición. Todos aquellos millones de turistas que solían veranear en los países ribereños salían en estampida y no tuvieron más remedio que recuperar el socorrido recurso de las Baleares y las costas españolas.
Estamos ante un fenómeno artificial, basado en razones externas y coactivas, pero ¡qué más da! El turismo regresaba al Archipiélago, tras una larga fase de abstinencia. Así llevamos casi siete años, lo cual nos nos ha rebotado el ánimo. De aquella depresión hemos pasado a la fase eufórica maníaca. Los hoteles rebosan, las casas de campo y los apartamentos no dan abasto.
Quien ha querido deshacerse del negocio lo ha tenido fácil y bien remunerado al subirse a la curva ascendente de la economía local, como la venta del Pachá al fondo Trilantic, y la de otros muchos hoteles y discotecas que suelen cambiar de manos cada par de años.
También el común de los mortales pide licencias y emprende reformas y obras nuevas. Aumenta un 65% los visados para vivienda. Se rescatan antiguos megaproyectos. Todos quieren apuntarse al carro ganador.
Pero recuerden: Ibiza, Baleares, son una gran burbuja que estallará.

sábado, febrero 25, 2017

Picaresca británica


Aunque el término picaresca tiene profundo arraigo en la literatura española, por tanto en la vida misma, la actividad turística está confirmando algo que ya sabíamos de décadas: el turista británico se las sabe todas. Y si no las sabe, las aprende rápido. Todos recordamos la obsesiva manía de denunciar el robo de la cámara ante la Guardia Civil. Con aquel resguardo, a su regreso al Reino Unido se hacían con un buen pellizco de libras, fuera verídica o falsa la denuncia presentada en el cuartelillo de Ibiza.
Las aseguradoras debieron dar con una feliz solución, porque con el tiempo las denuncias disminuyeron. Ahora tienen la opción del móvil pues abundan los de 600 euros, incluso más, pero me temo que las aseguradoras no se chupan el dedo y es tal la cantidad que te piden por un contrato anti-robo que ya no debe compensar la farsa.
En todo caso, el turismo es terreno fácilmente abonado para el timo. Ya les hablé hace al menos un año sobre el último detectado: el turista denuncia que ha sido intoxicado por la comida del bufet del hotel o cualquier otra contingencia difícil de controlar; ya en su país se pone en contacto con cualquier gabinete de abogados, de hecho sobran, ya que han proliferado como setas, dado el alcance y la facilidad de dar el pego.

El alcance de estas denuncias han costado millones a los hoteleros de Benidorm y de Baleares. El operador turístico indemniza al cliente falsamente enfermado en España y en la siguiente temporada el hotel reintegra el dinero al operador. En todo esto, el hotelero no tiene voz ni voto. Solo puede pagar y tragar.
Observo que en Mallorca se encuentran agobiados y asustados por el alcance que ha tomado el problema. Lo cual me extraña, conociendo la eficacia de la asociación de hoteleros, que bien podría obligar al operador a desechar estas cláusulas abusivas o que pague las indemnizaciones. Que lo haga uno solo o quince no tendría eficacia, pero caramba, que son cientos y ya son mayorcitos.
El plan actual de hacer un seguimiento a los millones de turistas para revisar sus toallas, por si hay sangre o vómitos o de controlar sus movimientos para saber si no han enfermado, se me antoja empeño irrealizable. El hotelero no tiene por qué hacer de policía ni tiene por qué sobrecargar de trabajo a sus camareras de habitación.

miércoles, febrero 22, 2017

Un festival de insultantes derroches

Lamento insistir, pero no puedes abrir un periódico balear donde no te topes con una desesperante lista de proyectos disparatados, de altísimo coste y nula rentabilidad social. O sea, chorradas que nos siguen hundiendo en la miseria, porque hay que recordarlo una vez más: estamos quebrados, debemos muchísimo más de lo que producimos y de no ser por la avalancha salvadora del turismo, ya haría años que las Baleares y España entera estarían intervenidos y en las garras de los cuervos del FMI.
¿Qué gana la sociedad con el cambio de nombre de un paseo? Pudiera darse un caso perentorio o de imprevisible alcance, pero no se me ocurre ninguno. La sociedad no votó mayoritariamente al Pacto, sino al PP, pero los partidos perdedores pactaron entre sí, encantados de haberse conocido, por mucho que se lanzaran las paelleras a la cabeza desde el minuto uno. De modo que nos preside una señora que apenas sacó un 19% de los votos. Y así nos va a todas las Baleares. En Ibiza parecen menos agresivos, sin olvidar sus numerosas meteduras de pata que nos han costado mucho dinero tirado a la papelera. No vamos a olvidarlas, porque al menos han puesto en evidencia delante de todo el mundo el alcance cósmico de su ineptitud. Bien pudieron haber hecho sus experimentos asamblearios pueriles con su propio dinero, pero mira, es lo que hay. Incluso ellos mismos se han asustado de sus propias iniciativas y Vicent Torres ha renunciado al tranvía del puerto al aeropuerto.
Pero en Mallorca lo viven peor. No solo es su estrambótica política de rendición ante Cataluña (su referente) y ante el catalanismo y la ingeniería social. También se las dan de ocurrentes. Y así el Consell de Mallorca, que por cierto no sirve para nada y debiera de suprimirse, propone cambiar de nombre al aeropuerto de Son San Juan o aeropuerto de Palma de Mallorca por el de Ramon Llull, que como sabemos era un pensador medieval que iba mucho en avión o al menos volaba alto.
Muy bien, solo que los especialistas han hecho los primeros números y la broma saldría por medio millón de euros. Mientras se van aplazando obras de imprescindible y alarmante urgencia estos políticos enloquecidos quieren desparramar 500.000 euros en un superficial capricho, además poco afortunado.
Por supuesto saldría muy caro a agencias, aviones, compañías y particulares que tienen su marketing, sus rótulos, impresos y material de oficina o de ventas ya a mano. Un gasto muy superior que debería sumarse al medio millón. En fin, otro ejemplo de como esta ristra de políticos impresentables no sabe solucionar los problemas reales y para ello necesita inventarse paridas para salir en la prensa, perder el tiempo y hacerlo perder a los demás.

sábado, febrero 18, 2017

Polémicas previsibles

Inventarse polémicas invernales es un buen sistema para pasar los días fríos y lluviosos, pero en general son muy limitadas y previsibles, cuando no abiertamente aburridas. En las últimas semanas hemos visto a la podemita portavoz de Podemos en el Parlament pidiendo una reducción de turistas no solo en verano. También en invierno. El tema se complicó cuando entró en un debate en Twitter: «No queremos más turistas en Baleares en invierno, porque los trabajadores, después de ocho meses de trabajo, están reventados». (Laura Camargo).
Pues que descansen y contraten a otros. Es lo primero que se le ocurre a cualquiera. ¿Estás cansado? Descansa. Asunto arreglado. Pero no es tan sencillo, porque esa podemita demuestra una ignorancia preocupante, casi a la par del odio a los hoteleros del oscuro Jarabo. El tema del turismo es esencial en nuestra economía, por esto hurgan en la herida cada vez que pueden. El problema es que gobiernan, manejan mucho dinero. Ya sabemos que poco a nada solucionarán, pero lo que se dice estropear, pueden estropear muchas cosas.
Por supuesto, pocas empresas turísticas existen en las Pitiusas que tengan abierto ocho meses. No hay turistas. Suponiendo que los hubiera, es probable que encontrasen camareras de piso entre las miles de mujeres paradas en las islas. Lo dije el primer día del tercer Pacto de Perdedores: que Dios en su infinita misericordia nos coja confesados.

Otro tema invernal ha sido el poco disimulado acoso a Vara de Rey. Nos guste o nos disguste, el nombre acompañó al paseo desde el primer día. Que haya alamedas o no las haya, depende de la época y del humor del alcalde de turno, es algo circunstancial. Se ha llamado Paseo de Vara de Rey desde el primer día en 1904 cuando lo inauguró el Rey Alfonso XIII (y su vara), por lo tanto es el nombre tradicional. No lo sé, pero quizás sea el único nombre así en todo el planeta. Y esto es sustancial.
Y en estas llega el IEE, que es una institución privada catalanista y catalanizadora siempre que se pueda y le hagan caso. Sugiere el nombre de S'Alamera, que es el tradicional, dicen. Pues no, es el espacio más tradicional y famoso de la isla, con una estatua del catalán Alentorn, asentada sobre piedras de Montjuic, que nos cobraron una a una. Se levantó por suscripción popular y costó 57.500 pesetas. No lo dicen, pero si se adoptara el nombre de S'Alamera, al cabo de unos meses los mismos del IEE «sugerirían» desmantelar la estatua. Probablemente.
El nombre más famoso y conocido, más tradicional y respetado es Paseo Vara de Rey, exactamente desde hace ciento trece años. El señor Ruiz lleva dos años de alcalde; el señor Vara de Rey lleva 113 nombrando el paseo central de Ibiza.

miércoles, febrero 15, 2017

Los almendros amenazados

Foto Sapos y princesas
Una de las imágenes más explosivas y radiantes de Ibiza no es el destello multicolor electrónico de las discotecas, sino el luminoso redondel del Pla de Corona encendido por las luminiscencias naturales de la flor de almendro en pleno mes de enero.
Ignoro la intensidad de la floración de este invierno, tan azaroso y ocupado por las lluvias y los vientos, pero en cualquier caso, los almendros de la zona ya son viejos y parecen estar concluyendo su ciclo vital y productivo. O sea, que los almendros de Santa Inés se nos mueren y lo harán casi todos al mismo tiempo.
Esta idea me vino a la mente cuando leí los estragos causados por la bacteria Xylella Fastidiosa, tan proclive a anclarse en los árboles frutales. En Italia ha causado daños en millones de árboles. De modo que si se extiende en las Pitiusas veremos cosas muy feas en muy poco tiempo. Solo cabe la esperanza de que la bacteria encuentre un reacción enérgica, pero ¿cómo? Nadie lo sabe.
Además los años pasados de sequía y el abandono generalizado de las labores del campo tampoco ayudarán a la supervivencia de este enclave privilegiado con un clima especial y bastante resguardado de los vientos agresivos.
Si en Ibiza se empleara la lógica –como en los afortunados y rentables bancales de cerezos del Valle del Jerte, Cáceres– se irían sembrando nuevos almendros para cubrir las pérdidas que serán sucesivas y abundantes. No sólo en el Jerte, en casi todos los valles de la zona, facturan cantidades imponentes en la venta de las cerezas. Durante más de doscientos años, los payeses ibicencos han encontrado una forma práctica de monetizar su vida mediante la exportación de frutales como la algarroba, la almendra, albaricoque y otros frutales muy preciados.
No soy muy optimista con la actuación de esta ristra de técnicos a las órdenes de unos políticos ineptos (5 millones al año nos cuestan solo los políticos). No hacen nada útil en previsión. A cobrar a fin de mes y el último que apague la luz.
Quizás haya algunos con entusiasmo y buena fe, pero miren como muestra un botón: el otro día nuestra presidenta Armengol (que por cierto no alcanzó ni un 19% de los votos) afirmó que desde el Govern se habían tomado medidas contundentes para el control de las serpientes. Y no se le cayó la cara de vergüenza.

sábado, febrero 11, 2017

El último regalo envenenado

Gentileza de EPPO gallery

Esta fea bacteria conocida por la Xylella fastidiosa es uno de los últimos regalos envenenados para Ibiza, una isla que ha recibido demasiados, no solo en tierra firme, sino bajo las aguas del mar. Basta recordar especies como las algas alóctonas, como la caulerpa taxifolia o la racemosa. Han llegado y se han aclimatado, lo cual no tiene nada de positivo.
Ignoro si la bacteria que liquida los árboles frutales ha llegado a Formentera, pero ya llegará. Existe ya en varios países europeos, como Francia y Alemania, pero fue en Italia donde se descubrió y donde ha creado un daño inmenso en los olivares y donde los agricultores se han empleado a fondo en los tribunales de justicia y contra las directivas de la Unión Europea, que pretende arrancarlo todo.
Pero el bicho no entiende de papeles. Cuando se instala, normalmente en plantas importadas por los viveros, toma el mando del árbol que la hospeda y los mosquitos y otros agentes infecciosos comienza su labor de esparcir el patógeno en otros frutales cercanos. En más de 300 especies distintas. No tiene manías ni es demasiado selectivo. Muestra una eficacia temible en los olivos, los cítricos y en los almendros, pero se puede hospedar en los sitios más inesperados. Al tiempo que ocluye los vasos por donde circula la savia, los mosquitos o artrópodos lo van esparciendo por los alrededores.
Ello explica la medida, muy contundente, de arrancar todos los árboles a cien metros a la redonda. En Baleares ya se han detectado y neutralizado algo más de dos mil. Uno de los primeros provenía de Cataluña, en concreto de Alcanar, Tarragona. La conselleria lleva un control y un registro precisos. O esto dice.
El hecho de exterminar los árboles según este radio y estas normas, probablemente dejaría toda Ibiza pelada sin un solo frutal. La imagen sería desoladora, aunque tengo mis dudas de que afecte a los pinares, que a su vez ya gozan de un contumaz enemigo personal entre las orugas de la procesionaria.
El asunto es muy preocupante. Nos queda confiar en la fortaleza natural de los árboles de Ibiza, que con cierto tiempo generen anticuerpos que los defiendan de la bacteria, pero ignoro si ello será así. Suspense.

miércoles, febrero 08, 2017

Una entrada de año escalofriante


Si los pitiusos no estuviéramos ya curados de espantos yo diría que la entrada al 2017 nos da susto. Espanto. Pero lo dejaremos en escalofríos, por aquello de los vientos, los temporales marítimos, los fríos y las nevadas que apenas han cuajado.
Fácil comprender que el fenicio no se refiere al clima, que también, porque se ha manifestado con tal crudeza que en algunos casos ha levantado el miedo en la población. Y con toda la razón del mundo.
Aparte de los sobresaltos meteorológicos, hace lustros y décadas que vivimos con el corazón en un puño y el puño bajo el sobaco. No le dimos importancia cuando los pozos empezaron a asalitrarse y a llenarse de coliformes, pero no sabíamos que era el principio de una cadena de desastres que están borrando el aura de Ibiza. Aquello siguió con el diseño monumental de las carreteras, proceso que aún no ha terminado. Siguió con un aire cada vez más contaminado en verano y con unos niveles de ruidos que causan locura y otros desórdenes en la salud.
Siguió con un proceso de balearización incontenible e irreversible en las costas y en el interior. Con una sequías africanas (al menos tres en los últimos 30 años). Con unos incendios de dimensiones jamás vistas, ni siquiera cuando los cruzados catalanes incendiaron media isla en el año 1114 para eliminar a la población local, que jamás ha sido catalana.
Por el camino hemos dejado muchos árboles frutales, mucho bosque y casi toda la costa accesible, o sea, la costa no acantilada. Pocas veces ocurren tantos fenómenos encadenados, con tal intensidad y casi siempre por la misma causa: el arrasamiento de la isla para ponerla al servicio de la industria de tostado. Del tostado de turistas.
En años pasados se recibió la fatal noticia del cáncer de los viñedos. La filoxera acabó con gran parte de la producción de vino en Mallorca, desde 1891. Ibiza no dependía de las uvas, pero también recibió su castigo. Casi lo mismo ocurrió con la mixomatosis, a partir de 1938 (aunque ya se conocía cientos de años antes), una enfermedad vírica que mata a los conejos de manera fulminante.
Ahora, en plena entrada de año, se da a conocer el ´ébola de los olivos´ causado por una bacteria que elimina los árboles sin remedio conocido. El ébola es causado por un virus, no por una bacteria, así que el apodo está mal elegido. Es mejor su nombre científico: Xylella fastidiosa. Puede dejar Ibiza sin árboles, dicen. No pasaría nada, ya quedamos sin agua, pero el asunto da miedo, sí.

sábado, febrero 04, 2017

De sequía a diluvio

Sa Caixota desplomada. Puede volver a ocurrir

Hogaño han llegado sin timidez los días convulsos, acompañados de una gripe virulenta que te deja el cuerpo baldado. Primero fue el aviso de las lluvias masivas. Más adelante las lluvias regresaron con sus vientos destemplados que tanto daño suelen ocasionar cada año en nuestras costas.
Dejan huella. Siempre empleo la misma expresión: el agua saca a relucir sus escrituras. Aquellos distraídos o confiados que levantaron un garaje en el torrente o cerca de las aguas, de la noche a la mañana descubren que se han quedado sin nada. Lo mismo les ocurre a quienes construyen esperpénticos chalés en las laderas arcillosas de algunas zonas de la isla.
Al respecto leo que los geógrafos reclaman desde 2008 a Costas que tome medidas para evitar el posible deslizamiento del ayuntamiento de Ibiza y de gran parte del acantilado de la Peña, que como se sabido está formado por margas y arcillas que con el tiempo resultarán inestables. ¿Cómo no voy a estar de acuerdo con estos geógrafos si yo ya lo denuncié en los años 70, cuando incluso varias paredes interiores sufrieron grietas amenazantes?
Creo recordar que fue durante la alcaldía de Juan Prats o de Adolfo Villalonga (no lo recuerdo ahora). Se instalaron unos testigos de yeso, pero cuando estas tierras deciden derrumbarse no dan aviso. Son imprevisibles. Que se lo digan a los vecinos de sa Caixota en es Cubells.
Quiero decirlo claramente: Costas no hará nada si no ve una rentabilidad inmedita. Y dos: el acantilado puede derrumbarse en parte en cualquier momento, máxime desde la construción del dique de es Botafoc, que potencia la ferocidad de los embates marinos.
En los litorales de Valencia sufren el mismo mal que en las Pitiusas y por la misma causa y en las mismas fechas: las incontenibles tormentas de Levante que arrastran todo a su paso. En Alicante y Valencia son decenas los chaletitos de verano que han sido engullidos por el mar. En Ibiza también hemos pagado un alto precio, pero el problema es que la gente olvida enseguida y se recae en los mismos errores.
De todas formas, escribo esto a principios de febrero, que suele ser un mes de fríos contumaces, pero dudo que se repitan estas tormentas tan destructoras. Las tradicionales y acogedoras menguas de enero –cuando el mar encalmado desciende varios metros– han resultado casi todo lo contrario: días y semanas de tormentas muy belicosas. Ses minves de gener, decimos en las islas.
Dice la canción campesina que tras una marejada suele venir una bonanza. En Ibiza ha sido algo distinto por una vez: tras una sequía atroz, nos ha inundado un vendaval y un diluvio. Y la cosa no ha terminado.

miércoles, febrero 01, 2017

Gigantismo y enanismo

En Ibiza son gigantes y encima van a  nadar al mar
Cuando se descubrió la primera culebra en Ibiza reseñé dos rasgos. Por una parte, se rompía el mito clásico de las tierras de Ibiza como refractarias a los venenos. Fue bonito mientras duró y yo lo usé abundantemente, aun sabiendo que era pura mitología. Y en segundo lugar me mostré muy sombrío con respecto al futuro, porque en Ibiza no existen depredadores directos y de haberlos, caso de los erizos, prefieren conseguir su alimento en circunstancias menos arriesgadas. Hoy en día sobra alimento para toda clase de bichos.
Esto debía ser en 2003 y es fácil comprobarlo, pues todo queda escrito. Las culebras llegaron, se multiplicaron y se han quedado definitivamente como dueñas absolutas de las tierras pitiusas. Ni siquiera las fieras ginetas presentan batalla, mientras sientan seguras a sus crías. De modo que estaba cantado que cualquier día batiríamos el récord mundial de culebra gigante. Y este día ha llegado. Comprendo que los técnicos del Consell se sientan admirados ante este ejemplar que sobrepasa en mucho, en peso y en longitud, los anales registrados.
Una vez más, Ibiza seguirá siendo famosa por sus desastres en las distintas comunicaciones entre biólogos de las distintas universidades y centros de control de especies.
Nos remarca otro hecho muy conocido, ante el cual todo el mundo cierra los ojos porque miles de persones viven de ello: los consells y en suma las autonomías apenas sirven para nada práctico, salvo para generar unos despilfarros descomunales. Hubiera sido fácil prohibir la entrada de los troncos de olivo, o en caso de autorizarlos hacerlo bajo control biológico. Pero nada de esto se ha hecho ni nada se hará. Más de cinco millones en nóminas nos costaron los dirigentes políticos de las Pitiusas en 2016.
Como en todo, venimos del enanismo de la miseria y de la sobriedad histórica obligada. Y hemos pasado a la orgía del colesterol y de los infartos: gordos, gruesos y mucho más grandes. Son récords de pena, como el que se avecina sobre Formentera y sobre Ibiza, con un 30% más de turistas que en el año pasado. Escape aquel que pueda hacerlo mientras esté a tiempo.