sábado, septiembre 17, 2016

El presidente y la técnica del calamar


Vicent Torres sigue manifestando su temor al vacío, como aquellos pintores que odian dejar un centímetro del cuadro en blanco: horror vacui decían los escolásticos. Ahora nos avisa de algo sobre el turismo excesivo, pero no se entiende muy bien el porqué ni cuándo ni el cómo. Es de agradecer que dedique su atención a sectores que no controla ni son de su competencia. Lo hace para echar un buen chorro de tinta, como el calamar. Ya que no sabe solucionar aquellos temas acuciantes que entran de alguna manera en sus dominios, nos deleita con una conferencia de prensa, escudado en los temibles y viajeros concejales de turismo, sobre temas que no puede ni tocar.
El presidente del Consell podría ocuparse más de la errabunda y selvática política urbanística, en la demencial situación de los transportes colectivos y en la inaplazable calificación legal de los apartamentos turísticos, en las inspecciones a todos los niveles y a otras cosas que entran en su área de acción. Yo comprendo que se deja llevar por el entusiasmo y se olvida de que el ejecutor y responsable es el presidente. Torres no es la oposición, no es ni siquiera de Podemos –para su suerte–. Tampoco es del PP, pero aprovecha que este partido no emprenderá ni una sola iniciativa en urbanismo, control e inspecciones, al menos no lo hizo cuando gobernó. Me refiero a leyes o reglamentos restrictivos y sensatos que filtraran este crecimiento salvaje, incluso en áreas que son o debieran ser de alta protección.
El entusiasmo le lleva a comparar Ibiza con Cuba. Mire, como Cuba estaríamos en unos pocos años si gobernara en España Podemos (por cierto, ya lo hace junto con el PSOE en más de media España municipal y así les va). Ibiza es un fenómeno singular que se desarrolla en un ámbito de economía de mercado. Cuba es comunismo o lo que diablos sea, Cuba-Venezuela es Podemos. Supongo que Torres no está contra el turismo, pero en momentos así lo disimula, quizás como un guiño a Podemos y a ultranacionalistas y ecologistas desorientados. Sabe bien que no se puede limitar la entrada de personas y vehículos y seguramente no debemos pretenderlo. Porque si le molesta la cantidad de récords acumulados, puede estar tranquilo, que regresaremos a cifras más digeribles. Lo sabe. Por eso, yo no frivolizaría sobre el turismo.
Deje para el Mester de Progresía y otros antisistema estos simposios que al final se reducen a un aquelarre de odio contra el turista y que en suma todavía se concentran más en un odio al trabajo y al éxito ajenos. Pero es cierto que podría ahorrarnos el derroche de las ferias turísticas. A que no lo hará.