Ya nos va bien el reportaje de J.M.L. Romero publicado en el Dominical del Diario de Ibiza, ‘Triunfo renace en la red’.
Aprovecha la edición digital del semanario guía en las postrimerías del franquismo, por lo tanto está muy sobrevalorado y excesivamente mitificado como podrá comprobar cualquiera que se adentre en sus páginas, desde luego a menudo apasionantes.
Lo primero que pensé: A ver si viendo estas imágenes algunos ibicencos que se mantienen empecinadamente a favor de un crecimiento ilimitado en la isla se dan cuenta de la antigua belleza y cobran conciencia.
No lo harán. Ya se dan cuenta. Ya lo saben: están masacrando el poco futuro que nos quedaba, pero a ellos les da exactamente lo mismo, porque ande yo caliente y ríase la gente.
Romero ha abierto las páginas de Triunfo, pero podría haber recurrido a la Actualidad Española, Sábado Gráfico, Destino o a la Gaceta Ilustrada, sin olvidarnos de un excelente Blanco y Negro. Entre otros.
Llegaban los reporteros –no pocas veces notables escritores que no podían ni publicar sus libros o, en caso de hacerlo, apenas vendían para pagarse una semana de alquiler. O sea, como hoy- y quedaban deslumbrados.
Deslumbrados por los autóctonos, los nativos, los arcaicos ibicencos, que no serían muy distintos a los antiguos habitantes fenicios de los tiempos de Cristo. Asombrados por el ritmo, la cadencia, el talante, la atmósfera. Y por aquella extraña y súbita riada de gente absolutamente disfrazada en colorines chillones.
Y encima fumaban droga, iban sucios, no muy provistos de dinero y parecían ignorar totalmente la sobriedad seca, cuando no agresiva de los “grises” (entonces la Policía Nacional).
Los periodistas españoles encontraron en Ibiza una cuña de libertad (libertaria más bien) para pasar por las narices a la mojigata y reprimida sociedad del franquismo. Y disfrutaban fotografiando notarialmente lo que ocurría en la rúa.
A ojos de hoy, todavía sorprende la cantidad y la calidad de los artistas que se cobijaron en la isla: escritores, arquitectos, urbanistas, teóricos, cineastas, pintores, escultores… Ibiza brilló en los Sesenta. Después, rumbo a la destrucción final.