Muy contentos no se van (En 7 días)
Pueden ir publicando gota a gota los resultados de cuantas encuestas quieran. Ya se sabe hace tiempo que el turista de Ibiza se va cada vez más frustrado y son muchos los que deciden no volver y explicar el percal de la isla a sus amigos.
Antes solían manifestar sus deseos de volver, básicamente por tres motivos: Agradable de trato, bonancible de clima, accesible de precios y una belleza natural al alcance de la mano. Siete días de Ibiza para alguien que viva en Manchester, Liverpool, Francfurt, Dusseldorf o en Bilbao es una inyección de fe en la humanidad.
Pero Ibiza ha perdido en los precios (que han subido de forma irracional), ha perdido muchísima de su belleza natural (y sigue siendo masacrada de forma inmisericorde) y ha perdido encanto en las formas y en el trato. Si hasta Matas nos ordenaba a través de un anuncio que sonriéramos a los turistas. Para sonrisas está uno.
Esto no sería grave, porque Ibiza acumula mucho turista adocenado que se va almacenando en hoteles de segunda fila, y por la noche (cuando sus capacidades de percepción ya no están para grandes finuras) se le suelta cerca/en una disco, donde acabará con el hígado macerado, los nervios licuados y los tímpanos reventados.
Para este tipo de cliente todo-incluido casi no hacen falta encuestas. Le da igual. Le han dicho que hay puestas de sol (como si las hubiera inventado un bar decorado a la hindú o a la balinesa) y se sientan allí como autómatas. Al menos descubren el sol en Ibiza. El sol existe en Ibiza –otro slogan gratis, de nada.
Pero quieren la luna. La luna es lo que quieren.
Aun así, en la encuesta Gadeso se quejan del deficiente medio ambiente. Hay una excesiva contaminación atmosférica (esos sulfuros, que amarillean el aire de la ciudad….), el entorno está hecho picadillo, todo huele mal, la humedad es agobiante y los ruidos son ensordecedores. Aún así, no son pocos los que quieren volver. Parecen salmones remontando el rio aun sabiendo lo que les espera.