miércoles, enero 10, 2007

Otros cuidan su patrimonio, nosotros lo destruimos


Sí, un poco triste francamente, no sólo por la abusiva extensión y superficie que tragan las autopistas/autovías/autostradas o como quieran llamarlas, sino también por los restos arqueológicos, las propiedades y comercios o negocios de algunas personas ibicencas que vivían de esto.
Y un poco triste por las secuelas que dejará.
Todo tiene consecuencias, y esto las tendrá profundas y duraderas. Cientos de puntos, focos, unidades arqueológicas han desaparecido a lo largo de estos últimos cincuenta años. Cincuenta años que han revolucionado todo. Lo han cambiado todo de sitio.
Ahora sólo falta que un terremoto en Argel o Granada (que están igual de cerca) o un tsunami o rissaga nos acaben de partir la isla en dos trocitos. Y las Pitiusas quedarán compuestas por tres formenteras.
Mientras países y comarcas vecinos reparan, restauran y excavan con dedicación y constancia, parece que en Ibiza nos hemos cansado de resguardar las piedras. Preferimos el cemento y el ladrillo. La arqueología se considera un lujo exquisito reservado a cuatro licenciados caprichosos.
Pues no. La arqueología, el paisaje, la limpieza son nuestra materia prima.
Leo con una envidia insana (ya me pasa mucho cada vez que comparo mi islita de Ibiza con lo que se está haciendo alrededor) los trabajos de la Pompeya del mar Egeo, la ciudad de Akrotiri, que quedó cubierta de cenizas, embalsamada en el año 1628 a. de C. , tras la violenta explosión del volcán. Estamos hablando de la isla de Santorini, o Thera como le llaman los griegos.
Pero es en todas partes, a donde quiera que mires, desde Cataluña hasta Huelva, el interior de España, Marruecos, Libia... Italia sigue explotando con una gran sabiduría su milenario patrimonio artístico. Han conseguido, como París, un turismo especial y que va a integrarse, en su admiración sin límites por la cultura y el arte, en el espíritu de la ciudad. Y en sus hoteles, restaurantes y tiendas.
No estoy muy alegre, decía. Es Cuieram lo dinamitaron y queda lo que queda, allá arriba, como una anécdota perdida en el bosque. Mejor que nadie lo encuentre. Lo que quede de la Isla Plana también será rellenado. El Puig des Molins sigue cerrado. Bien... de verdad ¿alguien piensa que Ibiza conseguirá salir adelante abriendo más zanjas, más carreteras y abriendo más discotecas, tomando más drogas y cultivando la borrachera durante seis meses seguidos e importando pistoleros que descargan sus armas en plena calle, justo al lado del Far West End.
No. Ni en el Far West, ni en el West End. Lo tuvimos todo en la mano. Lo arrojamos al vertedero.
Y mientras otros se preparan con instalaciones hoteleras modernizadas y con un paisaje pasablemente conservado, aquí insistimos, aumentamos la dosis, sonreímos a la prensa y después nos volvemos a presentar a las elecciones poniendo cara de despistado. Como si tal cosa.
Yo no he sido. Os he arreglado la isla. He llegado muy lejos. Soy Nerón y puedo quemar Roma. Votadme.
Y es por eso que, se acaben cuando se acaben las zanjas, los túneles, las autopistas y las discotecas (poned los campos de golf dentro, caben) yo no acabo de verlo claro. Bueno, claro que lo veo.

Publicado en Diario de Ibiza, 10 enero 2007.

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FOTO del Diario de Ibiza. Muestra las obras de excavación en la calle Juan Román, en Dalt Vila. Restos de la Ibosim púnica y medieval.