sábado, diciembre 13, 2014

6 millones

Tres millones de turistas, pero buscan emociones fuertes. Algunos acaban mal

La pista del aeropuerto se abrió en 1958 y funcionaba con grandes limitaciones, casi rozando la consideración de lo que técnicamente se llama aeródromo. En los años sesenta se recibió al pasajero cien mil con efusivas muestras de júbilo y sorpresa. No en vano en toda la isla no habría más de sesenta mil habitantes. Si llegaba. Aquella pista de tierra de es Codolar ha progresado muy deprisa, quizás demasiado. No tardó en ampliar instalaciones y en abrir una pista para recibir el turismo chárter internacional. Desde entonces las remodelaciones han sido constantes.

Apenas tres semanas antes de acabar el año 2014 se anuncia que el aeropuerto ha atendido a 6 millones de usuarios. Una cifra que coincide con el número de habitantes de la Cataluña de 1980, 'Somos 6 millones', que fue el inicio de su campaña pujoliana de adoctrinamiento y de derroche que ha llevado a la hermosa región española al desastre y a la quiebra. El aeropuerto de Ibiza es la gran puerta de acceso a la isla, la puerta de las estrellas a las discotecas, stargate, la pasarela incesante de rostros conocidos. No es raro que un famoso dj haya abierto un bar en la zona de salidas del aeropuerto, que no duda en presentarse como principio y fin de la música disco que se oirá en toda la isla durante las vacaciones. Ni un minuto de tregua, ni un instante de silencio: el aeropuerto también es Ibiza, e Ibiza es discotecas. Madre mía. Qué tortura. Si en Ibiza somos unos 150.000 habitantes, da un idea del alcance del trasiego: 6 millones de viajeros, en su gran mayoría vacacionistas, con o sin pastillas. La cifra es tan imponente que ya no voy a entrar en los corrillos de celebración: me parece un gran fracaso de Ibiza, como residencia acogedora. Más bien es un icono de la demencial exageración que ha arrasado con todo por tierra, mar y aire.
Hay que aclarar una vez más –como creen algunos jóvenes empresarios que enjabonan a Ibiza sin parar, porque aquí tienen sus negocios– que no son seis millones de turistas que han venido a Ibiza o a Formentera. No. En todo caso serían tres millones. El aeropuerto los atiende a su llegada y a su partida, es decir, hay que dividir seis millones entre dos. Elemental, pero todavía mucha gente no lo distingue. La parte positiva es que Ibiza tiene una demanda abrumadora, al menos para estos dos o tres millones. Lo negativo es que se acumulan en tres meses, lo cual crea colapsos de todos los órdenes y así seguirá ocurriendo.¿Nos felicitamos? No. Que vengan dos, tres, cuatro millones, pero a lo largo de nueve o diez meses. Entonces podremos felicitarnos. Ahora esto es un desastre tras otro.