miércoles, diciembre 24, 2014

Cuba, otra vez en el mapa


Los emigrantes ibicencos a Cuba ayudaron mucho a la isla, como demuestran estos cheques bancarios del año 1921. Solían mandar importantes remesas de dinero a los familiares, mediante estos pagarés bancarios. Algunos se podían hacer efectivos en la banca Matutes. Aunque como tal S.A. nació en 1935, el fundador Abel Matutes Torres ya trabajaba como tal. Otros cheques o letras de cambio se cobraban en bancos corresponsales de Madrid, Barcelona o lugares más lejanos. Obsérvese en el tercero que en el reverso firmaban dos testigos. El cobrador a menudo no sabía firmar y se usaba el dedo o los testigos. Estos y otros documentos de relevante valor histórico pertenecen al archivo personal de Pedro Matutes Barceló, director General del grupo Sirenis (el que operó en Cuba, como narro en las líneas de más abajo) y atento observador y estudioso de todo lo ibicenco. Conserva pagarés de Cuba, Argentina y otros destinos de la emigración. Un archivo que agradecerán probablemente los futuros investigadores de la economía pitiusa. (Clicando encima las fotos se expanden)

Políticos y empresarios españoles y de todo el planeta han recuperado sus mapas para fijar de nuevo la atención en Cuba, una isla con un clima y una situación privilegiados que había sido borrada de la hoja de ruta de la empresas más exigentes ante las dificultades impuestas por el régimen comunista. Cuando hayan pasado unas semanas o meses, los estudios ecológicos efectuados por los técnicos cubanos (de las pocas cosas bien hechas que vi en aquel régimen ruinoso y sátrapa) podrán cristalizar en antiguos planes hoteleros y de urbanismo. O no. 
Cuba es un pastelito y que nadie crea que será solo para la docena de hoteleros españoles. De hecho, Sirenis (Matutes) gestionó dos importantes hoteles hasta hace unos años, pero cesó por diferencias insalvables de criterio profesional. Uno en Varadero, el más grande de Cuba, con mil habitaciones, y el otro en Holguín. Ibicencos no hay más, que yo sepa. 
Ahora ya tenemos empresarios como los mallorquines Fluxá (Iberostar), Escarrer (Meliá) y otros que explotan miles de plazas. Pero los problemas son enormes y la compleja red de transportes, pagos, cambio, legislación, contratos tendrá que adaptarse a un mercado mundial de libre comercio. Como está, no puede seguir. Lo saben bien compañías como Iberia que es de presumir que muy pronto recuperará la ruta interrumpida. Lo saben bien otros empresarios, algunos baleáricos, que han intentado asentarse con grandes inversiones. Tienen todos los estudios técnicos previos preparados.
 Al menos a un hotelero ibicenco que me consultó a primeros de los 90 sobre la conveniencia de invertir en Cuba le confirmé lo que él ya sabía: «Ni se te ocurra». Al margen de la alambicada técnica de operar los pagos y los controles (vía Méjico, Canadá, qué sé yo, de locos) del negocio diario, hay un asunto de fondo. Los españoles que venían de una guerra civil quizás podían pasarlo por alto, pero los EEUU no lo van a hacer: hay que revisar todas las propiedades robadas por la revolución comunista para que sean reintegradas a los dueños o a los herederos. Con Canadá ya se consiguieron resultados y EEUU va a exigir con firmeza la reposición del derecho de propiedad. Nadie lo dude. 
En el caso de las tierras no puede haber mayor problema, en las fincas urbanas ­–la mayor parte de las cuales se derrumban solas, víctimas de la miseria acarreada por el comunismo– tampoco. Pero ¿qué se hace con el terreno sobre el cual un hotelero ibicenco ha construido un hotel? Es uno de tantos ejemplos. 
Pero quiero concluir con una mirada alegre y optimista. Esa gente ya ha sufrido bastante. Ignoro si habrá elecciones libres, supongo que no en unos años. Pero al menos que cese la brutalidad y el mal trato sistemático a la oposición. Créese un espacio de discusión, de concordia y de reencuentro. Cuba tienen mucha potencialidad natural, climática, turística y humana. No hay arte que los cubanos no borden ni eleven hasta alturas excelsas. Dadles ilusión, medios y libertad. Lo decía el otro día, en apenas unos años se convertirá en una Ibiza del Caribe, pero con voz propia. Una voz que tiene mucho que decir si no se la ahoga.