sábado, diciembre 06, 2014

A más turistas, menos puerto

La actual configuración es asfixiante (SuInfografía) y empeorará
A lo largo de mi vida periodística no recuerdo haber encontrado jamás un solo motivo para hablar bien de Puertos o como se llame ahora y sí he tenido muchos motivos para hacerlo mal. En mis recuerdos se agolpan varios choques con los ayuntamientos de Ibiza, como si estos demarcadores de costas y puertos fueran unos colonizadores llegados de la meseta para recaudar en una zona de la que ellos se han apropiado.
Ahora ya no es así, pero incluso en los mejores términos autonómicos, cuántos disgustos siguen dando a la gente de las Pitiusas.
Además se hacía difícil interactuar con ellos. Tomaban una decisión –en general contra la estética o los intereses locales– y la tragabas y te callabas, porque en al menos durante cuarenta años no admitían, ya digo, ni el menor atisbo de diálogo. Por eso anticipo que yo puedo estar contagiado por estas impresiones personales. O por el recuerdo de cuando se intentó construir unos silos para depositar el cemento industrial. Solo Francisco Verdera, a la sazón copropietario y director de Diario de Ibiza, se jugó el cuello, oponiéndose a la monstruosidad urbanística en las cuatro páginas magras y raquíticas de nuestro decano. Ahora parece poca cosa, pero a principios de los años 70, Franco estaba vivo y de vez en cuando ejercía. Por cierto, por aquellas fechas es cuando yo defendí el uso del catalán y su enseñanza en los colegios.
O cuando unos obreros de Puertos empezaron a levantar la acera donde está el bar Marisol, alegando que la zona pertenecía al puerto y no al ayuntamiento. Se enfrentó personalmente Enrique Ramón Fajarnés, de cuerpo presente y muy cabreado.

El puerto de Ibiza, 1950 y el actual. ¡Ha desaparecido la bahía!
Sí, mis recuerdos no son muy halagüeños, por esto me han gustado las palabras de Alberto Pons, presidente de la Autoridad Portuaria de Baleares, rechazando la construcción de un gran parking subterráneo justo en el centro del puerto. «Entiendo -ha dicho- que el proyecto es ambicioso y bueno para la ciudad, pero ya lo estudiamos en su día y lamentablemente lo tuvimos que descartar».
Lo único que encuentro bien hecho es algo que no han hecho, pero ya hemos avanzado algo. Este aparcamiento era/es la última barbaridad que se le ha ocurrido a algún arquitecto o ingeniero con ganas de solucionar su facturación. No entiendo ni cómo se le puede ocurrir a nadie, cuando precisamente el problema de Ibiza es su cáncer, pues cancerígena es la forma de crecer de esta putrefacta ciudad bimilenaria y saturada: o sea, creciendo hacia dentro, canibalizando las célula malignas a las benignas, tragándose el poco espacio libre que queda. Y que vale su peso en oro, o en diamantes.
Pero a los jovencitos que me leen –los mayores ya me da igual, no tenemos remedio– les voy a decir algo, muy breve. Este puerto se declaró de refugio en 1882. En 1885 se lanzó al mar la primera piedra o bloque del dique. El muelle y el contramuelle se acabaron en 1912. Quedó una bahía maravillosa con un luminoso y amplio espejo de aguas. Mirad las fotos antiguas y se os caerán las lágrimas. Desde su nacimiento, la bahía ha sido rellenada. A partir de 1960 se empieza a robar la bahía, a medida que llegan los visitantes. Y cuantos más visitantes, menos bahía. Cuanto más espacio necesitamos, menos han ido dejando. Los visitantes ya son millones y la bahía parece un charco de orina maloliente. Y encima querían construir un aparcamiento en plena marina. Rediez, dijo el fenicio rascándose la cabeza con desasosiego.