Mi mami cumplió el otro día todo un Mediterráneo. Es una de estas payesas que siempre anda buscando y encuentra ayes, pero ha cumplido los 90 años. Y no es un chiste: lo que más parece preocuparle es quién va a cuidarla cuando sea vieja.
Esto me sigue convenciendo de que el mundo tiene medidas, pero cada uno se hace las suyas. Mientras vayan bien…
Un poco saturado -sé que les ocurre lo mismo a muchos compañeros periodistas de Ibiza- porque en Ibiza, como en Cataluña, como en España parecemos obsesionados con hurgar en nuestras entrañas, en nuestra esencia, en nuestra constitución.
Siempre estamos a punto de cambiarlo todo.
Ahora lo ha hecho Pedro Palau y su equipo. En mayo sabremos si sus colosales removimientos de conciencia, perdón de tierra, han calado hondo en los ibicencos. Sabremos si han gustado o no, porque el PP se ha embarcado sin llevar este destrozo en el programa electoral.
Lo sabremos a posteriori
Ibiza ya galopa a ritmo desbocado. Al menos hay que poner en aprietos a los socialistas (¿socialistas, estáis seguros?); a los catalanistas que quisieron incluso tumbarle el nombre a Ibiza; y al Partido Popular que ha creado tal grado de destrozo, hundimiento y destrucción como no se recuerda en todos nuestros miles de años de historia.
El votante, como en Francia, se la tendrá que agarrar con papel de fumar. Nunca olvidaré que si los socialistas no llegan a votar en masa al corrupto y cesarista Chirac, hubiera ganado Jean-Marie Le Pen.
En Ibiza hay elecciones, dios santo, y mi madre cumplió el otro día noventa años, que es el tiempo que tarda el mar Mediterráneo en vaciarse o en llenarse. En la mitad de tiempo, el PP y sus predecesores, han dejado Ibiza inservible, para el arrastre.