miércoles, abril 11, 2007

El origen de la mandrágora


La forma más habitual de suicidarse en el Mediterráneo era mediante ahorcamiento. Quizás en todo el mundo. Pero en Ibiza era la única, salvo algunos casos de bárbara utilización de cartuchos de dinamita colocados entre las mandíbulas.
Ibiza no sólo tiene un islote para los ahorcados, destinado a exhibir los cadáveres enemigos y aviso de lo que ocurriría a quien entrase en la ciudad con intenciones aviesas. Ibiza misma era una isla de ahorcados autóctonos. Ibiza era uno de los sitios de España con mayor índice de suicidios, o sea, de ahorcados.
¿Cómo no va a existir la mandrágora en Ibiza? Se dice por tradición que la mandrágora es una planta solanácea misteriosa y con poderes potentes, que nace debajo de los patíbulos donde los jugos y los líquidos seminales que vertían los ajusticiados servían de generador. Por lo tanto, si hay mandrágoras éstas deben buscarse bajo algún pino donde se hayan ahorcado algunos ibicencos.
No se alborote. Usted no las encontrará: para encontrar una planta de mandrágora, como para encontrar la hierbecita del familià, hay que cumplir unos estrictos requisitos que sólo reúnen algunos magos o brujos. Una persona normal y seria no va por la vida descubriendo mandrágoras.
Más le vale. Para empezar, olvidarse de arrancar la planta con raíz en forma de cuerpo humano, tanto en forma de hombre como de mujer, aunque tienen las mismas propiedades indistintamente. Sólo una bruja o un mago pueden intentarlo y salir con vida del proyecto: al tirar de las hojas y de la raíz, la planta se resiste y comienza a emitir unos chillidos insoportables que provocan lo locura y eventualmente la muerte. Los brujos saben que se debe arrancar solamente un viernes a medianoche y con un perro negro. Se ata la mandrágora a la pata del perro, se llama al animal, que suele morir enloquecido, y se recogen las raíces de una forma muy ceremoniosa. Se tratan durante 30 ó 40 días, hasta que la raíz cobra vida y se convierte en un hombrecito que trae la fortuna a la casa y puede adivinar el futuro. Se conserva dentro de un frasco bien cerrado.
¿No recuerda eso al familià ibicenco? Mucho, y viene a demostrar que casi todas las historias tienen un ancestro común. Por ejemplo, otra coincidencia: la mandrágora (mandrake, en inglés, con la raíz man, que significa hombre) era un hombrecito o una mujercita muy poderosa que podía heredarse... siempre que el hijo cumpliera los deseos testamentarios del padre. Muy listos los viejos.
De ninguna planta se ha escrito tanto ni tanto se ha hablado. No existe cualidad que no se le haya atribuido en un plano místico o supersticioso, pero también es cierto que en la farmacopea se ha usado un poco como la belladona, como analgésico y como narcótico. En grandes dosis es venenosa. Quienes han querido probar su potencia alucinógena sólo han conseguido terribles dolores de barriga y en la cabeza. No es raro. Es un alcaloide, que tiene atropina y escopolamina. Los pastores saben que daña el ganado. De hecho, la palabra mandrágora es de origen griego y significa eso, `dañino para el ganado´.
Cuando observo las fotos, la flor, las ilustraciones, me digo para mí que esta planta existe en Ibiza. Que la he visto a menudo en los márgenes de los canales y de la huerta... En realidad no sé si es la mandrágora común , de la cual hay cuatro variedades, o bien otra herbácea solanácea silvestre de las que tanto abundan en Ibiza. Se lo tendría que preguntar a Toni Bassó o a Vicent Guillemó, que saben mucho de plantas. A mí me hace mucha gracia ver cómo en Harry Potter, por ejemplo, usan con auténtico pavor la palabreja mítica. Pero hacen bien, ya sabemos como las gastan las solanáceas.

Publicado en Diario de Ibiza, 11 de abril 2007

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