miércoles, marzo 28, 2007

Solanáceas y... venenos


Después de todo lo bueno que he contado hace algunas semanas de las plantas solanáceas que nos llegaron de América no sé si vale la pena recordar que algunas partes y en determinada época son muy venenosas. En Ibiza hay muchas plantas altamente tóxicas. Para distinguirlas, es una buena pista observar cuáles dejan de lado las cabras y las ovejas.
Alguien me solicita que trate las plantas venenosas de Ibiza. No sé si me apetece, porque hay mucho desalmado e inconsciente suelto.
Pero sobre las solanáceas sí que cabe decir aquello de «qué plantas tan raras... han salvado a Europa de morir de hambre desde el renacimiento en adelante, pero también son peligrosas, por tóxicas o venenosas».
Ya dijimos que la hoja y la flor de la patata son tóxicas. Lo mismo la planta del tomate (y encima suelen sulfatarla). Pero atención que hay muchas solanáceas. En la misma familia que el tabaco (uno de los peores venenos que existe sobre la tierra) hay la mal conocida belladona; la mandrágora, una planta sobre la cual se cuentan historias y leyendas terroríficas; los tomatitos del diablo, llamados así por alguna razón que no cuesta imaginar; y atención: dos plantas de las cuales yo he hablado en mis libros y en mis artículos: el estramonio y el beleño.
En mi `Diccionario de Secretos de Ibiza´, publicado en 1980 y ahora fuera de mercado, conseguí que muchos de los hippies residentes se hicieran aficionados a pasear por la muralla de Ibiza con los ojos bien abiertos. ¿Estaban buscando espárragos o alcaparras? No, no...
Yo supongo que lo saqué de alguna rondaia de Castelló o de algún sitio que ahora no recuerdo, pero escribí que el beleño blanco (que los ibicencos denominamos `caramelo de bruja´, caramel·lo de bruixa) a menudo crece entre las piedras de la muralla. Buena la hice. Pero la hice. Porque el beleño es una planta muy querida en la farmacopea popular, comúnmente usada como analgésico y alucinógeno si se toma en cantidades excesivas. Es decir, sale dibujada y fotografiada en cualquier manual, enciclopedia o libro de botánica. Y en efecto, yo he visto en Ibiza el beleño blanco. Ignoro si todavía hay quien lo busca.
Pero cuidado con experimentar con las plantas.
Ibiza está llena de estas plantas diabólicas, pero no es normal que a alguien se le ocurra hacerse unas hierbas ibicencas con estramonio. Puede causar algo más que un susto, de modo que recomiendo con toda claridad no hacer el burro con las plantas ni beber mejunjes desconocidos. Más de uno ha quedado tieso, como en el caso de las químicas pastillas que con tanta facilidad se tragan en Ibiza, sin saber de qué están compuestas ni cuánta cantidad llevan del principio activo. De tomar algo, mejor beber buen güisqui, vino, etc. y pasar de historias estúpidas.
¡Ay... las solanáceas! Bendición como comida de los pobres, maldición como peligrosas compañeras de las curanderas. Una familia de venenos y de muerte. ¿Muerte? Sí, muerte.
Hay muchísimas más, como la `hierba mora´ (Solanum nigrum), con unos frutos en forma de guisantes verdes que se tornan oscuros y resultan muy peligrosos. Las bolitas rojas de la dulcamara alivian de las picaduras de las avispas, pero no hay que comerlas. La belladona es tóxica hasta tal punto que hay quien ha comido carne de un animal que había comido belladona poco antes y se ha visto afectado.
En fin una colección de grandes amigos de la Humanidad. Así que prudencia y admiración.

Publicado en Diario de Ibiza, 28 de marzo 2007

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