sábado, marzo 10, 2007

Un Nobel que recuerda a Elmyr


Hay días en que por los más inesperados motivos me llega a la memoria algún personaje de Ibiza, algún elefante que desde los años Sesenta y Setenta dejaron una huella tan grande que -algunos y a veces- incluso ha quedado grabada en cine, televisión o en música, cuando no en la pintura y la arquitectura.
Leo una entrevista a Imre Kertész, en Time. Bastan las famosas diez preguntas para sacarle petróleo.
Ganó el Nobel de Literatura en 2002, y como Elmyr tuvo que luchar por salvar su vida de las garras de los nazis y de los comunistas, que se quedaron asentados en su país implantando una dictadura atroz.
Elmyr pudo abrirse y ya jamás volvió. Tuvo que emplear todas las armas de la astucia, sus dotes artísticas y sus encantos personales para ir sobreviviendo.
Cuando sucedieron los hechos de la rebelión frente a la URSS en 1956, el novelista podría haber salido, pero entonces tenía 27 años y se dio cuenta de que empezar de nuevo sería complicado. Aprender un nuevo idioma no sería tarea amable. Decidió quedarse y lo explica con un chiste que yo creo haberle oído a Elmyr en Ibiza. Elmyr, quien siempre repetía que «ser húngaro no es una nacionalidad, es una profesión».
Dice Imre: «Algunos húngaros prefieren enfrentarse a todos los peligros imaginables quedándose en su casa, en vez de la tranquilidad de salir a viajar por el mundo». Es una forma de decirlo que coincide con el viejo tópico: ser húngaro es ser un superviviente y por ello es más una profesión fatídica que una nacionalidad que te dé una seguridad y un país estable.
Yo entrevisté a una pareja o matrimonio de pintores húngaros en Mallorca. Contaban que en Hungría en los últimos años ya nadie quería tener hijos y que muchos incluso preferían el suicidio.
El suicidio no les es extraño. Elmyr lo tenía claro y parece que no dudó mucho cuando le notificaron que sería extraditado a Francia.
La periodista le pregunta al novelista por los mayores peligros que corren ahora la política, la vida y la sociedad europea. No parece dudar. «El mayor peligro es la cobardía. Compromisos innecesarios que pueden dañar nuestra sistema de valores».
"Muy a menudo pienso qué habría ocurrido si los Estados Unidos no hubieran permanecido al lado de Europa frente a la amenaza del fascismo. No podemos olvidar que el terrorismo tiene sus raíces en políticas extremistas europeas. La I Guerra Mundial comenzó con un asesinato y después hemos ido viendo ataques terroristas de gran alcance y la creación de estados terroristas. Esta es la amenaza", afirma rotundo en la entrevista.

Publicado en Diario de Ibiza, 10 de marzo 2007
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