domingo, agosto 10, 2008

Como Marbella


En otro sitio contaba la anecdótica tradición cristiana. Cuando el pescador Pedro decidió que en Roma el nacionalista Nerón se iba a dedicar a tocarle los argumentos a la secta contraria (se llamaban cristianos, porque seguían a un extraño personaje llamado Cristo), tomó ruta y salió pitando.

Vio a Jesús que venía y le preguntó: Quo Vadis, Domine.

¿Señor, a dónde te diriges? Vuelvo a Roma para que me crucifiquen otra vez. Era su forma de reñir a Pedro que, el cual se rascó la cabeza y muy tontamente, volvió a las fallas de Nerón.

Es lo que está haciendo Ibiza: va hacia las fallas, una de las vulgaridades más insoportables que ha inventado jamás el homo sapiens. Si a los valencianos las disfrutan hay que respetarles, pero no las saquéis de Valencia, por favor.

Pero es que es mucho peor: Cuando nos pregunten a los ibicencos ¿Quo Vadis, Ebusus? La respuesta es simple: a Marbella. Vamos hacia la marbellización.

¿Qué es Marbella? Un engendro, otro, un pastiche compuesto por la especulación, aristócratas que sienten la nostalgie de la boue (nostalgia del barro, de la vida canalla), moros de lujo, mafia rusa, prostitutas, cuadros de flamenco y muchos nuevos ricos madrileños y de otros sitios.

A esto hay que superponer una aportación nada insignificante de la vulgaridad catalana. La vulgaridad de la clase empresarial catalana (no me refiero al campesino catalán, que es elegante y amo de lo suyo).

En resumen: Tetas, Titas, Titis, Totos, Tutes, Delasrosas, y así sucesivamente

Marbella sólo ha sido descrita en su terrorífica esencia por Francisco Umbral (¡cuanto te añoro, cabrón!).

Entre las fallas y Marbella casi prefiero el fuego, que purifica. Ibiza tiene sus propios fuegos, pero hemos sido invadidos por una avalancha de memos con dinero, bobos y lameculos televisivos.

Vicente Ribas Ribas les tenía pavor, quizás porque no le hacían ni puto caso. Yo le decía que el peligro de Ibiza era el cemento, el me decía que era Marbella. Al final el me dio la razón a mí yo se la doy a él, che.


A MD