Reconozco que a menudo me muestro sarcástico, pero es que no es para menos. Cuando algo cambia es para peor. No sólo eso, cuando dejas pudrir una situación nunca conseguirás regresar al sentido común.
Es como los impuestos y los funcionarios: el sistema siempre quiere más, de ahí que el socialismo –entre otros motivos- nunca haya funcionado ni nunca funcionará. Una vez decretado un funcionario o un impuesto, ahí se queda para siempre.
Si permites que se venda droga en todas las aceras y esquinas, el día que se pretenda imponer un poco de discreción (ya no digo poner ley, eso es una utopía) los camellos se defenderán diciendo que la policía coarta su libertad y que vender droga en Ibiza es una tradición desde tiempos inmemoriales (recuerden el cómico derecho a construir una casa para cada hijo).
Si el gobierno (del PP, una percha de inútiles, los autores geniales de
Otro ejemplo es el de las discotecas. La irracional y apocholada situación de los horarios de las discotecas es el fruto de veinte años de política pepera (“En Ibiza a veces también se duerme”). Ineptitud, intereses, políticos que no tienen tiempo de pensar más allá de sus propios intereses, etc.
Ahora se pretende coordinar un horario de discotecas la mar de suave. En la isla no hay dos mil ayuntamientos. Sólo unos cuantos. Pero es que el horario de cierres había estado siempre claro. ¿Quién autorizó la terrorífica cencerrada global durante 24 horas? De locos.
Ahora veo que los políticos, los concejales o lo que sea se reúnen. Muy serios, con arreos y atalajes. Sólo les falta un mariscal de la sexta flota o de
La última, caramba: los alemanes en Berlín quieren más Todo Incluido, pero les sobran los españoles y lo quieren más barato. Pero sólo para julio y agosto.