Ha sido un descubrimiento feliz, pero no es casual si se mira la evolución de la renta per cápita de los nacionales. A partir de 1992 los españoles descubren el placer de viajar por viajar, el charter, los quince días, las vacaciones partidas, etc. Y así es como el español deja de ser veraneante para pasar a ser turista, turista de masas, un givmitú (el español que va a Nueva York y descubre el valor de la inflación y el monetarismo. Cuando observa que los precios son más bajos suele pedirse dos, give me two. Y siempre lo cuento, porque me hace mucha gracia).
Claro que antes venían españoles a Ibiza, especialmente vascos y catalanes. Pero siempre en menos cantidad masiva. Claro que antes del 92 famoso o infame, según se mire, viajaban, pero no en esta intensa extensión.
Hace un mes, el Diario de Ibiza confirmaba mis sospechas en la página 3 entera: «El turismo español rozó el 30% de ocupación media en 2007 y superó a británicos y alemanes».
Si es cierto que hay quien paga (incluso hay quien mata) por una buena información, el precio del Diario del día 10 de febrero estaba justificado.
Y es razonable: Conocer la composición demográfica de una sociedad es esencial para planificar cualquier negocio de manera un poco racional.
Se pretende saber el sexo, nivel de estudios, edad, aficiones... ya no digamos la nacionalidad.
De manera que cuando decimos «cuánto ha cambiado Ibiza» o bien «qué cambios en nuestro turismo» nos podemos referir a que los ingleses vienen más jóvenes, más excitados o que beben más.
Pero esto sería quedarse corto: han cambiado por procedencias de nacionalidades. Esto es importantísimo para abrir una tienda, un taller, un buen restaurante, una cadena de supermercados, etc. Esto es básico.
Una vez sentado esto, siempre podemos dejar un tanto por ciento a la conducta alocada del turista. Ibiza es una isla de locos, da igual lo que pongas, el cliente quiere improvisar, Ibiza es mágica y cualquier cosa que pongas triunfará, etc. Bueno, esta conducta empresarial es suicida. Claro que se debe dejar una parte a la suerte, a la irracionalidad, a la intuición, pero no estamos hablando de un puesto de artesanía o de un carrito de hamburguesas, sino de negocios que requieren más de veinte permisos, obras e inversiones.
A lo largo de los años se demuestra que triunfa quien planifica. Para planificar hay que tener información, procedencias, edad, poder adquisitivo, etc. para adaptarse a un determinado sector de población.
Por esto los gestores del Todo Incluido tienen tanto interés en que el Consell Insular de Ibiza les bendiga sus maniobras. Y Tarrés brincando de alegría. Mmmm... desde Campeche ya no es el mismo.
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