La portada de la revista `Time´ esta semana se refiere implícitamente a Ibiza, una isla que acogió el año pasado a 650.000 jóvenes turistas (o lo que sean) británicos.
Traduzco: «Infelices, sin afecto y fuera de control. Una epidemia de delitos violentos, embarazos adolescentes, alcoholismo muy fuerte y el abuso de drogas alimenta la idea de que la juventud británica está en crisis».
Muchos ibicencos atentos notarán que se han olvidado de algunas cosas que aparecían en los últimos informes y de las que yo me hice eco. Por ejemplo: abandono escolar, desestructuración familiar, un aumento preocupante de enfermedades de transmisión sexual y sida.
Esta gente es la que ha convertido Ibiza durante seis meses en un lugar inhóspito e invivible. Esta gente, sumada a los españoles, alemanes e italianos.
Este verano los clubbers volverán a pulular por la isla porque, afortunadamente, el Consell y los ayuntamientos asistieron en masa a la feria turística de Londres, como antes fueron a Madrid y después a Berlín.
España, Reino Unido y Alemania suponen casi el total de los turistas de Ibiza. Dentro de esta fragilidad, las expectativas son buenas, aunque no podemos perder de vista que estamos hablando en un contexto de crisis.
Crisis de valores, pero también una caída de la renta familiar en Gran Bretaña, un país que ha disminuido el número de turistas emitidos a todo el mundo. Además, está el cambio monetario: la libra no está fuerte. Esto es malo para Ibiza.
Los turistas españoles son una incógnita. Se sabe que el crédito se ha recortado, que las hipotecas aprietan y que el consumo en líneas generales (compra de coches, vacaciones) se ha desplomado.
Somos gente curiosa: hemos votado unos meses antes del verano y hemos elegido el mismo equipo que ha embarrancado el barco. Respeto las opiniones y defiendo el derecho al suicidio, pero estábamos avisados: la crisis económica será de órdago y apenas ha comenzado.
¿Cómo nos afectará este verano a Ibiza? Ya en enero escribí que sí, que este verano ya se vería mermado. Pero ahora veo las orugas interminables de vehículos en las carreteras españolas y me siento desconcertado. Sólo me queda recurrir al fenómeno italiano para encontrar una explicación: la economía sumergida.
España ha seguido los pasos de Italia y nadie se explica de dónde sacan el dinero los italianos de Formentera. Pues... de las alcantarillas. De todas formas, sigo pensando que el turista español está afectado por la crisis; el británico también; Alemania no está boyante. Ahora bien, dos millones de turistas en tres meses en Ibiza es una cifra accesible. O sea, nos salvaríamos.
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