miércoles, octubre 31, 2007

Las heridas más profundas de la historia

El insomnio de miles de ibicencos se debe a la pesadilla que estamos viviendo desde el 2005. La animalada proyectada o bocetada (porque da una impresión de chapuza muy preocupante) es astronómica, colosal.
Es admirable la capacidad de destrozo demostrada en apenas dos añitos.
Si estas energías se hubieran empleado para mejorar las infraestructuras, levantar las estaciones marítimas, de autobuses, colegios, residencias, etc. Ibiza sería un paraíso.
Ahora se aproxima a algo parecido a la guerra de Corea.
Y todavía nos hubiera sobrado dinero para que Lurdes Costa y Xico Tarrés se pasaran el día viajando a Campeche, que es una actividad que les asemeja a los del traje azul marino del PP.
En vez de esto, se abalanzaron como fieras sobre los planos, sobre las fincas y las descuartizaron, las expropiaron y levantaron sus tierras para moverlas y depositarlas en un sitio donde ahora molestan.Un destrozo colosal.
Comparado con este despiece de Ibiza (que ya no tiene arreglo), la calabaza de Palau a Tarrés queda reducida a la verdadera dimensión de quien la regala. Vuestras bromitas son muy graciosas, habéis arrasado la isla y habéis arruinado a los ibicencos; y en consecuencia al perder las elecciones habéis dejado la isla otra vez en manos del PSOE y de los catalanistas, que ya vuelven a cambiar los membretes. Y algunos incluso quieren cambiar el nombre de la isla de Ibiza.
Si no cambian las perspectivas, el panorama está negro.
Y sin embargo estamos vivos. Mal que bien, Ibiza sigue atrayendo a estas fuerzas de la noche, que se drogan, se estrellan contra el suelo porque se lanzan desde un cuarto piso. Beben mucho y mal, se amontonan, hacen mucho ruido y extienden su mal rollo por donde pasan. Y te dicen: no los critiques, si no vienen estos ¿quién vendrá a Ibiza?
Al margen del calendario turístico, se impone el paisaje del bombardeo. Todo levantado, destrozado, inundado, reventando en invierno y en verano.
Incluso los explotadores de canteras parecen quejarse, porque esto afloja. Venden menos áridos.
Pero estas heridas que vemos en las montañas hendidas y sangrantes son las más profundas que se hayan inferido jamás a Ibiza. No hay constancia de terremoto ni removimiento de tierras parejo. Ni para construir la iglesia catedral ni para levantar las murallas. La catástrofe de 2005-2007 (y lo que falta) es singular, única. Incomparable. Si yo hablara, dice cínicamente, Tarrés...

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