sábado, octubre 13, 2007

Templo, castillo y mirador


Detrás de la gran cáscara o de la pátina histórica hay muchos anhelos y callejones en los más de dos mil quinientos años de historia conocida.
Ya son años, pero son bastantes más de los que he dicho.
Mil años antes de que Jesucristo viniera a Ibiza, la isla ya estaba habitada y a buen seguro era visitada, quizás no siempre de buen grado -tormentas, tempestades, aguada, refugio y defensa.
El dato que conocemos por deducción -654 antes de Cristo- es muy reciente. Hasta en Formentera, menos dotada de recursos, hay construcciones megalíticas datadas casi dos mil años a.C. lo cual significaría cuatro mil años de movida en las Pitiusas.
Y siempre ha estado ahí este cerro, Dalt Vila, una montaña muy curiosa, tan mal situada que agradó a los fenicios y después a los cartagineses. Situada de forma que recibe todos los golpes del viento dominante que es el Levante y adláteres, pero en cambio permite maniobrar en el resto, incluso con un levante o un xaloc moderados.
Buen sitio, pensaron ellos. Y refundaron Ibiza, no directamente en el cerro o acrópolis -lugar alto- pero se enseñorearon de toda la rada, mucho más abierta que hoy, que está asfixiada por los diques y el relleno.
Era templo, castillo defensivo, último baluarte y era... el mejor mirador. Hoy lo sigue siendo.
Es muy curioso: desde abajo se ve una panorámica inigualable, la que tanto se han encargado de ocultar los modernos piratas del urbanismo. Pero es que desde arriba, como en un espejo, te devuelve el favor.
Déjenme decirles una cosa: no existe en el mundo ya ninguna ciudad que dé una idea de sí misma en su globalidad y de un solo vistazo. Ni una. Piénsenlo bien: ni Río de Janeiro ni Nueva York ni Moscú ni Copenhague, Londres, París, Roma... Estas grandes urbes han debido recurrir a la parte por el todo. Mostrar el Cristo Redentor, la torre Eiffel, la torre de Londres, el Empire State, etc.
Si tuvieras que entenderlas por lo que ves, estas grandes ciudades no existen. Existen aglomeraciones, de favelas o de rascacielos.
Ibiza se ve desde sí misma o desde el exterior. Es genial. No hay otra en todo el mundo. Sí, claro, he pensado en la Acrópolis, pero... me falta más ciudad. He pensado en Toledo, y es la única ciudad que se le aproxima, pero me falta monumentalidad como es el caso de Ibiza.
Barcelona, un desastre de ciudad, se salva por Gaudí y ahora el supositorio; Sydney, por su auditorio. Etcétera. Prueben.
Ibiza es genial hasta en el nombre, que es una raíz fenicia, terca y muy resistente, que se adentra -como las raíces mágicas del drago canario- en miles de años de historia. Y aquí no le hacéis caso.

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