Siempre recuerdo una frase terrible de Albert Camus, que resumía el espíritu de los tiempos: aquellos años cincuenta, cuando la vida de una persona, la dignidad y la seguridad no valían un céntimo. Un rosario de destrucción y de guerras daba la medida del hombre inmerso en una maquinaria diabólica. Al final de la II Guerra Mundial, se juntaba una posguerra atroz en París (y en otros sitios) y los comienzos de la guerra de liberación de Argelia, colonia de Francia, anunciaban otro período sangriento.
Quienes le hayan leído sabrán que esta asfixiante presencia de la historia oscura (la personal y la histórica-fenomenológica) es un trasfondo y un móvil de muchos de sus textos.
Siempre el hombre, braceando casi como un muñeco, atribulado y hostilizado por las pequeñas amenazas cotidianas, pero también por la mala digestión de la gran Historia.
Ello no obstante, había salidas. Las había porque las había y porque sí.
A veces me pierdo con Camus. No siempre es diáfano ni explícito y ahora sé que es debido a que él mismo estaba muy confuso. No es un defecto, pero sí un síntoma. Muchas cosas las explica oscuramente, de una manera pastosa y ello sólo puede ser debido a que no las entiende él mismo o quizás las entiende pero no encuentra una explicación validable.
A mí me toca hoy escribir unas palabras para el artículo del Diario, y me invade una desazón camusiana, una indefinible pereza que me sugiere evitar ponerme en tareas.
No es pereza, no es depresión, es que uno está hasta la coronilla. Estamos viviendo -haré como los estudiantes de periodismo, jugar con los títulos- una apestosa situación de marasmo, un estado de sitio permanente en el que Ibiza nunca encuentra una salida.
Pero la hay. La hay porque las hay y también porque sí.
Nos da igual que Miguel Ramon (a quien citaré mucho, porque el urbanismo es el único tema importante de Ibiza y de Formentera) no crea en las moratorias. Ibiza tiene que encontrar una forma de detener esta maldita orgía de destrozo urbanístico.
Una manera de hacerlo tendría que haber llegado en septiembre: Las leyes especiales que permitían un mayor desmierde, destrozo y masacre en Ibiza que en el resto de las Baleares, iban a ser anuladas por el Govern-Consell.
Bien, ok, andiamo. Quiero ver al Pacto, al cambio de los cambistas.
No será suficiente, porque Ibiza está dentro del circuito de la mafia para la especulación. Les hemos vendido terreno. Hemos tenido a alcaldes muy simpáticos y ellos están en Ibiza machacando lo poco que queda, y muchos ibicencos sonríen beatíficamente como los bobos o los dementes.
¿Dónde están los cambios? El urbanismo es lo único importante ahora.
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