sábado, junio 09, 2007

Se desentienden


Cada principio de temporada nos introduce en una ceremonia jeremíaca, de quejas y de lamentos. Serán los dolores que anteceden al calentamiento muscular del verano.
Ya no entiendo que algunos hoteleros se quejen de que hay una competencia desleal (que la hay, desde luego) porque no cuadran los números de las entradas por aeropuerto y el de ocupaciones en empresas hoteleras.
Ellos saben que Ibiza ya tiene un movimiento mecánico de población que se ubica en apartamentos, casas particulares o en una residencia de su propiedad. Muchos propietarios incluso alquilan su casa durante tres meses y aprovechan ellos mimos para escaparse de Ibiza.
Después hay los miles de empleados flotantes que trabajan en discotecas o negocios de ocio diurno y nocturno. Estos no suelen alojarse en hoteles sino en apartamentos que rentabilizan de varias maneras.
O sea, Ibiza tiene vida propia al margen del libro de registros del hotel. Se han acabado los tiempos en que llegaba un avión repleto a rebosar. Varios autobuses se acercaban al aeropuerto, cargaban a los turistas y los iban repartiendo en diversos hoteles de la isla. Esto se ha terminado.
El aeropuerto consigue cifras récord, pero a la hora de distribuir al personal, son muchos menos los que usan el hotel.
Hay que aceptar esta situación (entender, ya la entienden) para programar un negocio. No es extraño que algunos grandes empresarios de la isla hayan vendido lenta y muy discretamente sus hoteles. Es como si alojar a clubbers y hooligans ya no fuera un negocio destacable. Es mucho mejor venderles entradas de discoteca o venderles un piso. Incluso construir los pisos. Construcción, en vez de hostelería.
Supongo que a la isla y sus posibilidades hosteleras le ocurrirá lo mismo que a los políticos del PP, que dicen no entender las razones de su derrota. No entienden, pero sí entienden que deben dimitir si no ocupan un cargo rentable. Entienden lo que les conviene. Y por ello se desentienden de su compromiso electoral, de su compromiso ante la sociedad.
Esto no es astucia, sino cobardía política.
Hay que reconocer las causas para encontrar la solución.
Por ejemplo, ¿por qué hay tanta gente que apoya la construcción de apartamentos y de viviendas, sabiendo que ya sobran miles de plazas?
Cuando llegue el verano, estos apartamentos se llenarán, y la gente que se cobije en un apartamento no irá a los hoteles. No se puede tener todo.

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