No es cierto que los comienzos sean siempre titubeantes y llenos de dudas. Pero en Ibiza sí. Esto es injustificable, aunque es comprensible.
Las compañías de charters dicen que no pueden poner líneas regulares porque no hay gente que ocupe las plazas. Y los empresarios de Ibiza suelen quejarse de que no hay aviones para viajar a Ibiza en temporada media o baja.
Pero no se entiende como una isla que tiene registrados 120.000 habitantes, con una población joven en edad de estudiar y con residencia en la península –más de la mitad son peninsulares o de naciones europeas- no mantenga un movimiento de pasajeros suficiente.
Es como si la isla quedara dormida, narcotizada: los más jóvenes se marchan a pasar el invierno a Vietnam,
Ibiza queda sin vida, catatónica. El paréntesis navideño no supone nada, la primavera sólo sirve para levantar más paredes y el verano…mmm… ya no esperes nada hasta pasado el quince de junio.
Y dice César Jerez que esto va cada vez a peor. No lo dudo. De todo el tipo de turismo que podría venir a Ibiza, más o menos durante todo el año, hemos escogido dos países: Inglaterra y Alemania. No sé cuál es peor. Del turismo emisor, sólo una franja de edad, de los
Este tipo de gente es encantadora: tienen energía y una cantidad de dinero. A los cinco días ya están desprovistos de ambos. Pero no cede el ruido, por lo que la poca gente que tiene un cierto interés en salir a cenar, a caminar, se siente poco motivada a hacerlo.
Los jovenzuelos son maravillosos, pero ahuyentan a los pocos turistas sensatos. Resumiendo: hemos seleccionado los más malos entre los peores.
Y chunda-chunda-chunda.