miércoles, mayo 30, 2007

Una victoria amarga



Tal vez sea la primera vez en mi vida que recuerdo una victoria tan triste: ganar unas elecciones para gestionar el destrozo descomunal e imperdonable de Ibiza no es un plato de buen gusto.
Nunca sabremos si fue la soberbia o la ensoñación codiciosa o ambas cosas que aconsejaron embarcarse al PP en unas obras públicas absolutamente suicidas.
Ahora el mal ya está hecho. La isla está tajada y hundida en su imagen (que es aquello de lo que vivimos, de nuestra imagen), las monstruosas obras de las autopistas ni siquiera han concluido y nos espera otro verano demencial.
Tarrés tendrá que gestionar las consecuencias de este terremoto.
Lo lógico es que estas obras se concluyan.
Ahora sólo hay que ir pagándolas.
Pero ni siquiera conocemos los términos del mantenimiento. Se prevén constantes y continuos problemas, deficiencias y pleitos. Si se continúan las obras de puertos en San Antonio, los desconchados y averías serán, presumiblemente, cosa común.
Presidente de una isla tras un tsunami o después de un terremoto.
La soberbia injustificable, la creencia de que el poder ejecutivo puede sobrevolar los valores de la prudencia y del sentido común, han conducido al Partido Popular a una derrota merecida.
Ahora quedan muchas cosas por explicar: ¿por qué estas obras sumergidas y socavadas? ¿Qué hacen estas miles de toneladas de tierra en la finca de este señor o de esos señores? ¿Por qué estas curvas y estos diseños en las autovías?
Ya lo dije en su día, cuando un ingenuo quería llevar a los abajofirmantes a la Fiscalía. A la Fiscalía irán muchas cosas.
Sería un error pensar que las elecciones borran toda responsabilidad penal.
Cada cosa a su tiempo y por su carril.
En Ibiza hay mucho que investigar. Y esperamos que la Fiscalía y la justicia entren con decisión en esta maraña de intereses muy oscuros que han colocado a la isla en el mapa de la corrupción nacional. Alcaldes, concejales, exloquesea (por lejos hayan llegado) han puesto en juego el futuro de los ibicencos.
Bien están las elecciones, pero el camino a seguir sólo acaba de empezar.
El campo de batalla está plagado de víctimas.
Confiemos en la Fiscalía, deseamos que trabaje a destajo. Ibiza necesita una gran labor de justicia (intentarán algunos que se confunda revancha con justicia). Un trabajo en profundidad.
La factura la pagará como siempre quien está abajo, pero al menos se necesita recuperar la ilusión y el sentimiento de que, de vez en cuando, no todo puede salir gratis.
La imagen turística ya es otro cantar. Pero que nadie espere milagros.

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