sábado, mayo 05, 2007

América redescubrirá a uno de sus favoritos


La película `The Hoax´ quizás tenga otro efecto balsámico sobre el norteamericano medio de hoy: redescubrirá a uno de sus personajes liantes y mediáticos más activos de los últimos treinta años.
Yo miro el Rolling Stone, The Village Voice y hojeo otra prensa o la consulto por Internet.
Y lo que veo no me gusta nada. Todo parece reducido a las bobadas de Paris Hilton o la web ParisExposed, donde la niña malcriada y multimillonaria, una de las herederas de la cadena Hilton de hoteles (entre otras muchas cosas) bebe, pasea, toma cosas y muestra el culete de vez en cuando.
Parece como si la sociedad del espectáculo hubiera roto las barreras de las clases sociales que en los años Setenta eran inviolables. La frivolidad hueca no es sólo patrimonio de niñas ricas -cosa que por lo demás siempre ha sido así, aunque no en todos los casos-, sino que cualquier americano tiene las mismas probabilidades que un rico para llegar a ser un cretino, un gilipollas o para mostrar la rajoleta de Venus en las cadenas eróticas de televisión.
El caso de Antonella Barba en el programa televisivo American Idol (una especie de Operación Triunfo española) lo ha vuelto e revelar: durante unos meses ha sido el nombre más buscado de Internet, ha enseñado los senos y ha desafinado como una gallina tronada...
No sólo esto: todo el gran país ha seguido de costa a costa la descomposición de la personalidad de una de sus figuras más queridas, Britney Spears. Con información casi al minuto, el gossip y los cotilleos de la socialite (lo que en mis tiempos llamábamos la jet set) el ciudadano medio ha ido informándose de los efectos fulminantes del alcohol mezclado con cocaína y otras sustancias (quien ya no lo supiera)...
América es así, dirían estos clónicos antigolobalizadores, seres uniformados que sólo ven de la realidad la parte que les interesa. Porque no hay nada nuevo bajo el sol.
Porque España, Reino Unido, Italia, Francia, etc. también somos así.
En este ambiente, en esta atmósfera de Britney Spears y pequeños rostros inventados en un programa de televisión, reaparece la figura nada banal de Clifford Irving, uno de esos personajes que pasó por Ibiza atraído por el antiguo magnetismo de la isla.
Era alto, era atractivo y era ingenioso. Fotogénico y solvente, lo que pasa que sus principios morales se tambaleaban al referirse al dinero.
Que nadie se extrañe de que Clifford Irving sea interpretado por un Richard Gere transformado (pelo cortado, oscuro y con una nariz postiza para parecerse a la generosa nariz de Clifford) y muy reconfortante.

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