sábado, mayo 26, 2007

Una temporada de seis meses



Leo en algún sitio que los hoteleros quieren recuperar una temporada de seis meses. Estas peticiones (¿a quién, al Govern?) siempre quedan bien y pueden llevar a los despistados a pensar que en estos sitios se trabaja mucho, se piensa, se proyecta.
Pero estamos en las mismas de siempre. Nada nuevo.
Es más, es todo lo contrario: aquí el último que se puso a pensar decidió que en invierno no tiene que venir ni un solo turista, pues se les saca muchísima más pasta llevándolos al Caribe, a Cabo Verde o a Brasil.
Ibiza trabaja fuerte dos meses, y los otros dos arrastran y redondean los números.
De manera que, no sólo hemos perdido la batalla de la desestacionalización (y cosa curiosa, la hemos perdido sin plantearla), sino que estamos camino de perder el semestre activo.
Ibiza es un semestre activo, otro semestre al paro. Y el último que cierre la puerta con cuidado no vaya a despertar a nuestra conciencia, que está durmiendo la siesta. Y que apague la luz.
Y que se marche cantarín y estupendo a pasarlas a la Puebla de Cazalla o a Cancún, por un decir.
Ahora los hoteleros quieren recuperar un semestre activo. Si se trata de un ardid para pedir dinero, estupendo, pues la consejería de Turismo está entusiasmada y cada vez que tiene la oportunidad de hacer el ridículo, de irse al Rasputín o de derrochar euros con iconos del siglo pasado, no pierde la oportunidad de hacerlo.
Pero hay muy malas noticias para estos pobres hoteleros:
Una. Esto ya se viene pidiendo desde 1970 y cada vez se acorta un día más la temporada.
Dos. Para los clientes de gran poder ya se van construyendo agroturismos, cinco estrellas o rurales.
Tres. Para el turismo masivo ya sale más a cuenta alquilarse entre doce un apartamento. Y subarrendarlo. Y usarlo de almacén para vender cosas.
Cuatro. Ya no queda temporada: sólo las ciento y pico de sesiones de las discotecas. El mismo día en que se cierra la discoteca, se cierra la isla.
De manera que si el medio millón de ingleses y el otro medio de alemanes deciden irse a Corfú (por ejemplo), aquí sólo quedaremos (quedaréis) los que insistan 30 años más en pedir cambios en el turismo.
El resto, dj´s, camellos, camareros, vendedores de sandía se trasladarán y como las gaviotas andarán el camino estacional.
Pero siempre nos quedarán toneladas de medusas.

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