sábado, mayo 12, 2007

Aliarse con las hermosas medusas



Cuando leí la solución propuesta por el director general de Pesca, Calviño, me pareció muy elemental, pero esto es lo que hemos hecho siempre: recogerlas con una red, un gambanero, directamente desde la orilla. Se encestaba, se extraía con cuidado y se dejaba la temida masa gelatinosa sobre la arena caliente.
El rito terminaba con la contemplación extasiada del monstruo urticante que tanto miedo nos causaba -por experiencia y con razón- que se fundía entre estertores. Casi todo es agua, pero los filamentos son muy temibles.
Yo siempre que puedo me pongo el bañador. Siempre he temido que me suelte un latigazo a lo largo de la entrepierna. O en la cara, a la altura de los ojos.
Recogerlas directamente de la orilla es una tontería. No consigues gran cosa, porque la medusa tiene unos filamentos muy largos e invisibles. Al aprehenderla, se suelen fragmentar estos hilos, que son urticantes (esta es la parte abrasiva, el cuerpo no) y cuando te metes en el agua, confiadamente, de repente notas un calambrazo: ahí estaba el regalo en diferido de la medusa.
De manera que lo mejor sería buscar otras soluciones. Lo natural es dejarlas a su suerte para que se las vean con sus depredadores naturales. Pero hemos esquilmado los atunes, las tortugas y los delfines. Eso ya es impensable.
Otra posibilidad sería encontrarle su parásito o enemigo natural: guerra química, aunque esto suele tener el riesgo de ocasionar daños colaterales a otras especies.
Y finalmente crear una flota de grandes barcos pesqueros que se dediquen intensamente durante varias horas a la extracción de los bancos de medusas... una vez identificados y ubicados. Esto será muy costoso.
Ya dependemos del petróleo totalmente. Hasta el agua potable, es un decir, nos viene del mar, previa desalación usando energía eléctrica, que a su vez viene del combustible fósil.
Quiero decir con todo esto que llegará un día en que nos costará más dinero mantener el turismo que tener la isla vacía. Ya estamos en ello.
Quizás sería mejor hacerse amigos de estos seres que pueblan la tierra mucho antes que el homínido.
Visitarlas, vender excursiones y bañarse en tubos o piscinas controlados por los Inspectores de Medusas. Cobrando, naturalmente. Con derecho a fotos y a peligrosas inmersiones sin traje de neopreno en el centro de un banco de medusas.
Es un mal enemigo. No le venceremos. Mejor sería aliarse con él.

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