miércoles, julio 11, 2007

Miles de millones para las chapuzas


Parodiando a Dalí, podría decir que me causa un placer inenarrable, casi próximo al éxtasis, el ver cuánta razón tenía hace un año y pico al decir que además de caras las obras presentarán deficiencias y defectos dignos de figurar en un libro de efemérides. Y que no resuelven la situación. Pero no.
Estamos ante el espíritu chapuza de siempre. Puedes gastar mil euros o puedes gastar quinientos millones: los peraltes se construirán al revés, los túneles son trampas mortales y las acequias de desagüe desembocan en cualquier sitio menos donde deben.
Un poco cansado ya de tantas chapuzas, del tema mismo de la vedette y de sus autopistas, paso a admirar rendida pleitesía a este atracador que tiene al menos la decencia de salir huyendo en bicicleta.
Eso es un ciudadano ejemplar, y si no fuera por este cuchillo que, inexplicablemente, apareció en sus manos en el momento en que iba a sacar dinero de la ventanilla del banco, yo le daría estas medallas o lazos color orina que otorga Zapatero, en una de sus muchas burlas del pobre ser humano, sobre todo si es español y militar.
Aquí está todo Dios en su sitio menos los políticos y quienes deben impartir justicia y lógica desde cualquier ángulo que se analice. Veinte años otorgando licencias podridas y ahora resulta que no sé qué, que han prescrito y no sé cuántos.
Me acuerdo de esta pobre chica -hace dos o tres años- a la que menos fusilarla la condenaron a todo porque había comprado una parcelita y quería construirse una casita. Qué rapidez y que contundencia en la justicia. Admirable. Y los políticos y la oposición, pero qué valientes.
Ahora comprendo que el país lo aguantan, entre otros, los honrados atracadores que huyen en bicicleta por educación y por no despertar al vecino. Los grandes atracadores de cuello blanco arman bulla, compran lanchas motoras y están moralizando todo el día desde el periódico.
Un atracador civilizado, pedáneo, silencioso, no tiene precio. Yo me los pido para Ibiza, y les dejo los rumanos y los peligrosos rusos a los catalanes, que tienen una tendencia admirable a sufrir barbaridades.
Aquí, todo lo más, aguantamos que nos saquen de casa, que nos construyan el peralte al revés y que nos cobren justo el doble en el supermercado de lo que el mismo hipermercado (de la misma compañía) cobra en Cuenca, en Navalmoral de la Mata o en Lérida.
Al menos se agradece gente como este señor que hace unos años quería sembrar melones en el Parque de la Paz o este atracador, un humanista del gremio, que atraca para comer pero odia molestar al vecindario con los pedardeos de la moto en fuga.

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