domingo, julio 15, 2007

Bautismo de fuego para la isla


Bautismo de fuego para la isla

En términos reales, ya hace cientos de años que nuestras islas han recibido el bautismo de fuego, pero si hablamos de los últimos meses, parece que esta amenaza de bomba en el aeropuerto es una señal añadida a un estado de cosas caótico.

Ibiza lleva años descarnándose, perdiendo sustancia. Perdiendo incluso el aura (por eso han regresado los bichos como las medusas y las serpientes). Las Pitiusas han perdido calidad de vida, seguridad en un turismo sostenido y de cierta textura que respete los valores autóctonos.

Ibiza lleva ya varios lustros deshinchándose.

Por mucho que ahora ya quieran echar la culpa al Pacto o al Cambio. No han empezado y ya avisan de una temporada negra. Ya lo sabían en diciembre: Ibiza estaba enferma y las obras públicas emprendidas la dejan endeudada para siempre, perpleja y herida hasta un punto en el que no cabe hablar de recuperación.

¿Puede imaginar alguien que el día cuatro de julio se hable de una temporada que aún no ha comenzado? Los avisos tantas veces proclamados se han cumplido.

Pero eso no es lo malo. Puede ser peor. Ahora quedan las deudas y las obras ni siquiera están en su fase intermedia. Ignoro el turismo que vendrá a Ibiza dentro de quince años, pero a nadie se le escapa que los ingleses y los alemanes están eligiendo otros destinos.

Nos quedan los españoles, papanatas mesetarios que se tirarían por un barranco detrás de una mochila: pertenecen al país mundial que más se droga con cocaína, que más arremete contra sus mujeres y que más se divorcia. Y más operaciones de cirugía estética se paga.

El español está como Ibiza, en fase de auto-reconocimiento, operándose la nariz, buscando soluciones mágicas a la vida prosaica.

La bomba en el aeropuerto casi da lo mismo: Ibiza sigue teniendo suerte. ¿Por? Porque en el mismo momento en que se desalojaban cuatro mil pasajeros en Ibiza, los bomberos de Glasgow estaban apagando terroristas islamistas convertidos en teas humanas.

O sea, nos queda lo más duro, pero ánimo.



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