sábado, diciembre 02, 2006


ESTA DULCE VIOLENCIA ES TAN, TAN RENTABLE...
Pienso que nadie se ha sorprendido de estas tres chicas que han agredido grupalmente a una víctima “porque eres fea” y otras lindezas por el estilo, en uno de nuestros modernos colegios.
No importa que se alimenten bien, vayan al dentista, duerman calentitos y que se les lleve al cole de la mano: salen igual de granujas que siempre, porque siempre ha habido actos de gamberrismo y algún tortazo.
Lo que alarma es esta forma de encarar la violencia: en clan, grupito, bandas, sectas y… la motivación: ser fea, estar enferma o ser muy distinta.
Anoche me dormí en el sofá viendo a Uma Thurman en ‘Kill Bill’, que se pasa las dos horas sacando ojos y cortando testas con una catana. Por la tarde veo un documental en el cual hay tres pajarillos en un nido... Dos de ellos se confabulan contra un tercero, le picotean, le hacen sangrar, le van debilitando y cuando pueden lo echan del nido, cae del árbol y se acabó la historia.
Dicen que esto es una violencia ejercida para sobrevivir y es un recurso que tiene la naturaleza para auto-regularse. Ya puede ser, pero es una cabronada.
Recuerdo el caso de aquellos embrutecidos jugadores de rol que en Madrid, de madrugada, comenzaron a apuñalar a un trabajador que se iba al tajo: declararon que lo habían elegido porque era gordito, un poco calvo y feo. Como argumentación es bastante sólida.
Pero es que en la televisión y en la prensa nos hartamos de oír otros casos, como el de dos hijas que agredían habitualmente a su padre, inhabilitado e indefenso. Salía una psicóloga justificando a las criaturas, porque eso “es un reflejo de la sociedad”, una de las frases más estúpidas y comodonas que circulan por ahí. La sociedad la conforman individuos y cada cual es libre y responsable de su conducta. Achacar siempre la culpa a la sociedad es una simpleza.
Pero los casos son tan habituales que ya nos parecen cotidianos. La violencia es un lenguaje, pero también es un negocio. No me extraña que en Ibiza algunas alumnas desestructuradas o simplemente unas granujillas reproduzcan en invierno lo que han vivido en verano o han visto la noche anterior en una película de sexo y violencia de unas colegialas en la tele.
Un psicólogo nos explicará causas profundas: El pasmoso vacío de una vida sin referencias morales ni éticas, la ansiedad de negar la enfermedad agrediendo al enfermo y decrépito, la no aceptación del propio cuerpo y negándole el placer de la comida.
Puede ser, puede que nuestro cerebro reptiliano necesite de vez en cuando servirse un poco de sangre ajena, pero en definitiva todavía sigue vigente la máxima revolucionaria de “ama al prójimo como a ti mismo”. Pero y ¿si no te amas ni a ti mismo?

Publicado en Diario de Ibiza, 2 diciembre 2006

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