sábado, diciembre 23, 2006


El engorde del atún

El precio del atún rojo está por las nubes. Numerosas compañías europeas, japonesas y australianas han recibido incluso subvenciones oficiales para mejorar la flota.
Y en efecto, tanto la han mejorado, que están agotando las reservas del bluefin o atún rojo. La demanda crece exponencialmente y se consume en todo el planeta, siguiendo la moda que se inició en Japón.
La realidad no es muy esperanzadora, y en este Diario llevamos años informando de las planificadas campañas de captura, acoso y encierro de los bancos migratorios del preciado pez.
La novedad estriba en estas jaulas marinas en las que se guardan los atunes jóvenes que han sobrevivido al cerco -muy violento. Desde Tarragona hasta Turquía, de un extremo al otro del Mediterráneo, estos bravos especímenes son enjaulados para el engorde controlado, con resultados muy rentables económicamente hablando. Porque hablando en términos ecológicos, este cultivo de granja -que recuerda a las ocas para hacer el preciado paté- es muy ruinoso. Se sabe que para conseguir un kilo de atún se necesitan 20 kilos de pescado, en general capturado en el banco canario-sahariano, con lo que supone de agotamiento de caladeros y, algo más peligroso y ya constatado, la difusión de algunas enfermedades contagiosas. Se calcula que cada año se arrojan 220.000 toneladas de este pescado atlántico en el Mediterráneo.
El informe de Greenpeace es muy pesimista y no se explica como esta captura intensiva puede gozar de ayudas internacionales de la Unión Europea o de Japón, sabiendo que se pescan muchas más toneladas del mínimo permitido.
Esta sobrepesca supone una grave merma de la capacidad reproductora del atún. Aunque se usen los ejemplares jóvenes para el engorde, se rompe la cadena procreativa y ya se observa un descenso remarcable.
En otras zonas del mismo Mediterráneo, como el mar de Alborán, se pesca la alacha que antes se desechaba por las dificultades de comercialización. Ahora se emplea para cebar a estos atunes, lo cual implica de manera indirecta, que están dejando a los delfines sin uno de sus alimentos básicos.
Los pescan en Ibiza, en el golfo de Valencia, en el sur de Formentera, en sitios bien elegidos, en los cuales coordinar el cercamiento.
Flotas fenomenales, equipadas con alta tecnología, están esquilmando el mar y dejando sin empleo a cientos de familias que viven de la pesca tradicional (almadraba) de este `león del mar´ como le llamaba el Arcipreste de Hita. Desde tiempos fenicios se ha pescado equilibradamente. En esto, ahora, como en otras cosas, actuamos contra el sentido común.

Publicado en Diario de Ibiza, 23 de diciembre 2006 /ENLACE/