Son cosas del Mediterráneo que a uno le gustaría no leer, porque la realidad es muy distinta. El otro día ya comentaba la conferencia de un experto que sitúa la desaparición del turismo como un posible efecto del cambio climático.
Mucho antes de que el cambio climático se manifieste en una sucesiva cadena de tormentas desde octubre hasta julio, las islas ya habrán perdido su encanto y su gancho turístico. Parece que esto duele. Bueno, pues es lo que pienso. Y lo siento.
¿Cuál es la isla peor gestionada, más destrozada y más difícil de vender entre un turismo exigente? Ya saben la respuesta. Menorca, mal que bien va vendiendo sus plazas turísticas sin gran esfuerzo, pero también paga un tributo tremendo a sus tramontanas enojosas, que suelen soplar con cierta frecuencia y barren al menos la mitad de la isla.
Mallorca está muy destrozada, pero precisamente es su gran tamaño lo que le permite reservar enormes extensiones prácticamente a salvo de la masificación.
Ibiza y Formentera no pueden salvarse. Y continúa el proceso de edificación, imparable, inexorable. Esto no hay quien lo pare, es como si estuviéramos bajo un hechizo que nos impide apercibirnos de la gravedad de nuestra situación.
Tampoco me ha gustado conocer la impresionante acumulación de basura en los fondos mediterráneos, según denuncia Greenpeace. Los mares de España, Francia e Italia acumulan 1.935 unidades de basura por kilómetro cuadrado.
Los ecologistas han contabilizado 267 especies marinas que ingieren plásticos, y cada año mueren 130.000 pequeños cetáceos atrapados en redes abandonadas.
Esta organización al presentar su informe `Contaminación por plásticos en los océanos del mundo´, realizado a partir de los datos conocidos desde 1990 hasta el 2005, reconocieron que van a parar al mar cada año 6,4 millones de toneladas de basura.
Bien, esto no sería grave, pues el mar siempre ha recibido la morralla, los residuos y los descompuestos que aportan los ríos. En realidad sí es grave, porque gran parte de estos detritos no son biodegradables y suelen provenir de manipulaciones químicas o por fertilizantes.
Entre un 60 y un 80 por ciento de estas toneladas de basura son plásticos.
Nada nuevo para estos submarinistas voluntarios que cada año realizan extracciones de basura de los fondos de Formentera o de Ibiza.
a Mariano Digital