Habitualmente los comienzos de temporada suelen ser un poco inquietantes y con los nervios del principiante. Después de cincuenta años uno ya no es un novato, pero dado que sufrimos esta extraña forma de economía partida en dos, parece que estamos anquilosados en los primeros días del mes de junio.
Anquilosados no es la palabra en 2008. Hay mucha preocupación. Diré enseguida que no voy a usar el registro tremendista ni pesimista. Frente a la adversidad, debemos mostrar diligencia y derrochar experiencia.
Ello no quita que con dos simples llamadas telefónicas -no vivo el día a día de Ibiza- ya me haya hecho cargo de una situación muy delicada.
Ya sé que lo escribí hace más de un mes, pero uno siempre espera que la realidad se irá componiendo por una extraña ley de inercia. Pues bien, no, nada se compone.
Nada ayuda en estos momentos, pero recordemos que en agosto siempre estalla alguna guerra o ocurre algo que viene en ayuda de nuestra salvación.
Poco ayuda a Ibiza esta tendencia de la libra esterlina a la devaluación. No hemos llegado a mayo y ya es de un 18% y seguirá bajando con respecto al euro. Esto es importante, porque el euro es la clave y no está en nuestras manos solucionarlo: el euro está muy emparralado. No cabe duda que a los ingleses les compensará más comprar las vacaciones en otros países, pues le saldrá sensiblemente más barato.
¿Vendrán a Ibiza? Sin duda, claro que sí, pero ya podemos deducir que si están las mismas estancias, gastarán mucho menos y en definitiva es muy posible que elijan menos estancias y todavía peor: irse a Turquía, Bulgaria, Egipto, Marruecos, etc.
Ibiza tiene ya varios flecos de otros países para tejer la malla. Ibiza y Formentera (con presencia abrumadora de italianos) están mucho más defendidos que Menorca, que está a expensas de lo que pueda hacer el turismo británico.
Y otro aspecto de la situación para acabar: Mucha gente deambula de hotel en hotel buscando un trabajo que ya no les ofrece la construcción.