sábado, mayo 24, 2008

Si no gano, no juego


Los columnistas debemos evitar los juicios de intenciones: uno no se entiende a sí mismo muchas veces, entonces ¿cómo nos vamos a poner en la cabeza de los demás?
Pero en el caso de Ibiza o de Baleares no estamos hablando ya de intenciones, sino de hechos y de relaciones demostradas, al menos atestiguadas.
Esta estampida de políticos conservadores (de ultra-centro son ahora, además de codiciosos son acomplejados) no dice gran cosa en su favor. Hay uno que ha huido hasta la capital de los Estados Unidos. Otra estrella se ha camuflado en los brillos cegadores del turismo pitiuso.
A nivel nacional los hay a miles. No me dan pena. Decepcionan, pero al mismo tiempo explican por qué muchos sujetos se empotran en el universo de la política y de los políticos: medro personal, para pagarse los vicios y los servicios (sexuales o no), por vanidad y narcisismo, o simplemente para no dar golpe, si el pelotazo no merece la pena. Y entre tantos hay algunos políticos -muy pocos- que sienten una extraña vocación de servicio, porque la práctica de la bondad en público les suministra grandes descargas de adrenalina.
En cualquier caso es imposible generalizar.
Después de los azarosos últimos años en Ibiza, que arrancan cuando el ex ministro decide entrar a saco, probablemente sintiéndose intocable por haber llegado a ministro, cuando es sabido que a ministro llega cualquiera, a condición de tener ambición, pocas ideas propias o las justas y una infatigable capacidad de adulación del patrón. Ibiza sufrió los embates más extraños, virulentos e injustificables de toda su historia.
A los hechos me remito: un destrozo descomunal que ha tajado sin remedio y para siempre la isla en dos partes o más. Incluso se vieron obligados a escenificar teatralmente la violenta violación de nuestras tierras con el desembarco un poco ridículo de los batallones de antidisturbios, cuando el único que estorbaba y turbaba en Ibiza era Matutes, y el PP, en las terminales del Consell y del Govern Balear.
Ahora los jueces van poniendo algunas piezas sobre el tablero. Entraron en propiedades privadas, arrasaron, expropiaron. Pero el tablero está ahí y, aunque lentamente los jueces actúan.
Los votantes pitiusos le pegaron tal patada en el trasero al PP que todavía no se ha repuesto. Muchos han huido, literalmente. Otros pasarán por el juzgado y todavía faltan sorpresas. Lástima que se han llevado Ibiza por delante. Y esto es imperdonable.

A Mariano Digital

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