miércoles, febrero 07, 2007

Patata


Desde los casi cuatrocientos años de su llegada a Europa, puede decirse que ha evitado más muertes que la penicilina.
Desde el siglo XVII salva a cientos de miles de personas de morir literalmente de hambre. A millones, tras las grandes hambrunas y las malas cosechas de cereales. Una gran parte de la población las conoce y las hace suyas, las adapta fritas, hervidas o asadas y a partir de entonces ya forma parte activa y básica del menú diario.
No fue así al principio. Se le consideraba indigesta, flatulenta y debilitante. Por ello se la destinaba al engorde de los animales, en especial en Italia. Una gran parte de su éxito se debe a los británicos Drake, Cavendish o Harriot. La historia de Irlanda ya no es la misma desde que John Hawkins la introdujo en una isla misérrima. Quien haya leído las novelas de Patrick McCourt (`Las cenizas de Ángela´ y `Lo es´) puede recordar las descripciones de aquellas calles siempre húmedas y hambrientas. El único consuelo era una poco de lumbre y algunas patatas para matar el hambre. Muchas patatas, siempre patatas.
Puede seguirse una prueba parecida en las novelas francesas del XVIII y del XIX.
El hecho es que se introdujo y conquistó Europa. El descubrimiento renovó bríos y revolucionó la economía, pero es muy tarde cuando en Ibiza podemos detectar algún beneficio, tras la liberalización del comercio. Un intenso tráfico marítimo desde Valencia y Barcelona solicitaba brazos expertos y la isla de Ibiza ya había experimentado una remarcable disminución de los ataques, que fueron terroríficos en el XVI y en el XVII. A partir del XVIII los comerciantes catalanes intervienen intensamente en el comercio marítimo con América. No pocas fortunas catalanas se labraron a la sombra de esta actividad naval, a pesar de las quejas que todavía hoy expresan algunos nacionalistas. Es entonces cuando se ponen de moda en la península los famosos `ultramarinos´, tiendas que venden todos estos productos. En la Península y en toda la isla de Ibiza.
Y debió ser por estas fechas cuando la patata hace su entrada en toda regla en nuestra isla. Es seguro que se conocería, pero no me consta. Quizás aparezcan estos tubérculos citados en alguna lista de mercancías. Y no hubiera sido raro que llegara desde Inglaterra, donde ya estaba aclimatada. De hecho Ibiza exportaba patata a Inglaterra y con gran éxito en pleno siglo XX.
Otra solanácea que se adapta a Ibiza de manera perfecta, como el tabaco, los pimientos o los tomates.
Yo recuerdo desde mis primeros años que se sembraba en un pequeño huerto y la había blanca y roja. Uno de los temores era siempre el cadell o el escarabajo de la patata. ¿Pudo venir de Gran Bretaña? Era el mayor peligro que acechaba al tubérculo. Lo taladraba de parte a parte, dejando un enorme túnel que invalidaba la patata para el consumo.
Me gustaría conocer la historia de la patata en las islas, donde se consiguen sabrosas variedades. Alguien encontrará todo esto en los archivos.
Ahora nos queda la sensación de que la historia de Ibiza hubiera sido mucho más fácil de haber gozado de este tubérculo desde el siglo XVI. Pero ello no fue posible. Ni patatas, ni cereales ni casi aceite.
Desde que llegó se la acogió con un extraordinario afecto. Quizás tanto como otra solanácea recién llegada: el tabaco.


Publicado en Diario de Ibiza, 7 de febrero de 2007.

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