domingo, julio 20, 2008

el excitante futuro de la sandía y las medusas


He mirado en Valencia, Madrid, una
ciudad de Asturias y en otra de Badajoz:
hay poco melón y poca sandía, debido a
los destrozos causados por las tormentas
de mayo. Y lo que hay está casi al doble
con respecto al año pasado.
No entiendo porqué en Ibiza mantienen
los precios congelados, cuando en
esta circunstancia estaría justificado subirlos.
La sandía. Hay que comerse la cáscara
que tiene mucha citrulina, y en ibicenco
el "citró" (un pimiento fino y largo
en forma de titola) es el pene. Así que
si te hinchas de comer la cáscara de la
sandía, ingresarás el principio activo.
Podría aportar aquí un argumento de
autoridad, comparando la veloz mecánica
sexual de los gorilas, pero esto es
más una intuición que un conocimiento.
En cambio los bonobos se pasan el día
fornicando y comiendo frutas que, a saber
si vienen cargadas de citrulina.
Pero ya digo ¿y esto no puede producir
efectos secundarios, acosos, atajacriadas,
brincos lúbricos y derrames de
ferragosto?
El horno no está para bollos, aunque
sí está, bienvenida esta energética receta
para abreviar la ansiedad y cumplir con
la tabla gimnástica diaria.
No olvidemos a los chinos. Son atrevidos.
Quieren comerse nuestras medusas.
Ellos verán. En teoría son agua del
mar y han de saber a esencia de mar,
como el erizo (que yo he comido y sabe
a gloria).
Pero si los chinos escogen las medusas
nacidas en parajes cochinos o donde desembocan
los emisarios, no quiero ni pensar
por un momento en las esencias de
aquellas aguas tan cargadas de materia
orgánica.
La historia tiene su miga: ya se sabe
desde hace tiempo que la sombrilla o la
cabezota de las medusas son proteínas
útiles. En China usarán algún sistema
para desprenderse de los filamentos, que
es lo peligroso. El resto es engullido y degustado.
Hago esta modesta aportación recordando
que hasta hace pocos lustros algunos
personajes curaban la impotencia
azotándose con ramas de ortigas. Más
urticantes que los filamentos, poco o
nada. Un futuro excitante o sea, perdonen
mi veraniega cavilación.



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