miércoles, julio 23, 2008

Cuarteles de invierno


Me parece que la organización social de la pobreza, de la intendencia quiero decir, ha de recibir respuesta antes de la justicia social que de la caridad cristiana (o musulmana, que también la hay; es más, la limosna es un de los pilares del Islam).
Pero si los hambrientos han de esperar un plato diario de sopa caliente de los políticos ya pueden procurarse la mortaja mortuoria. Leo en el Diario la última aportación dineraria del Consell y de los ayuntamientos. Estoy seguro de que todos aportarán alguna cantidad aunque tengan que sacarla de debajo de las piedras.
La gente tiene hambre y el Consell dice que aportará seis mil euros para un guardia de seguridad. Bueno, parece un chiste, pero cuando la gente tiene hambre, déle usted un bocadillo, no le ponga un guardia.
En fin, el Consell ayuda con otras cantidades y si alguna vez consigue ir al asunto con eficacia, en vez de recargarse de personal y pasarse el día mirando al fotógrafo de prensa, quizás las cosas irán mejor.
Veo que Caritas recibe el premio Illes Pitiüses. Enhorabuena a todos, pero vamos a por trabajo. De momento ofrece una gran seguridad que Caritas se cuide de este tema, al menos de momento, porque hay que preparar los cuarteles de invierno. Los 300 pobres de Ibiza, como en la película famosa, valen por miles y a miles llegarán este invierno si la situación no da un giro y si muchos de los desahuciados no pueden regresar a la Península.
Tampoco iría mal que hogaño sirviera de test (que no de testamento) para el Ayuntamiento de Ibiza: Vila no puede seguir haciéndose cargo de todos los problemas de la isla.
Vila no es capital de nada, cada payés es un mundo y cada villa de Ibiza se siente un país propio y quizás lo sea. Cuando Lurdes vea que no quedan más que ratas en la despensa y arañas en el cofre, quizás baje de la burra y asuma que a Ibiza ciudad no le compensa alimentar a todos los hambrientos de la isla ni acumular todos los servicios. Aunque ahora ya es tarde, como se verá en los próximos meses, desgraciadamente.
Entre esta confusa masa de aportaciones y novedades, debemos recapacitar: Ibiza ha cambiado muchísimo y muy deprisa. Toda esta aureola de pisos a precios millonarios es rotundamente falsa. Unos cuantos privilegiados, dentro, fuera o por encima de la ley, viven sus grandes cifras de cuello blanco. Mientras Hacienda les deje.
Por debajo, una gran masa social apenas llega a final de mes. Muchos otros tienen hambre. Sólo piden una comida al día. Tenemos suerte de que esto se arregle con sólo 60.000 euros, porque, además, pasar hambre en Baleares ya está prohibido en nuestro borrador de la futura ley de servicios sociales.

A mariano digital



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