En comparación con otras especies, el ser humano es un recién llegado al Planeta y en los últimos cien años lo ha puesto todo patas arriba. Ya estamos viviendo otra etapa de extinciones como no se conocía.
Durante los últimos millones de años de evolución, las ballenas, orcas, delfines o cachalotes se han ido adaptando fisiológicamente al ruido natural o accidental del Planeta.
Pero los cetáceos no están preparados por esta nueva especie emergente, loca, imprevisible, imprudente que es el hombre (y la mujer, como diría Ibarreche).
Ruidos inexistentes hace 125 años y que la conformación física de los peces y mamíferos no puede procesar. Salen siempre dañados del encontronazo. En realidad no se sabe gran cosa, pero parece que los ruidos excesivos inducen a los zifios y otras ballenas a conductas suicidas y descompensadas.
Ruidos que deberían evitarse, filtrarse con silenciadores o no producirse son: el transporte marítimo, la exploración y producción en alta mar de gas y petróleo; los sónares militares e industriales; las distintas fuentes de acústica experimental; las cargas y explosiones submarinas (civiles o militares); otras actividades de ingeniería y los aviones supersónicos.
Estos mapas del ruido serán muy útiles y no se descarta que se plantee a nivel europeo la obligación de diseñar los motores con silenciadores, como ya ocurre en tierra y en el aire.
Porque las ballenas se enfrentan a numerosas amenazas. No olvidemos que es un mamífero y le afecta esencialmente todo lo que afecta al ser humano, desde el cambio climático, la escasez de pesca, la desaparición de la capaz de ozono, los huracanes, etc. Y además, el ruido, que acaba embotándoles los sentidos y produciendo una sordera profunda que les impide reconocer los sonidos de baja frecuencia de los barcos. Los encontronazos con barcos suelen ser habituales, y a resulta de ellos mueren muchas ballenas. En un estado natural y en condiciones normales jamás chocarían contra una embarcación. «Un tono de 6,8 Hz de un petrolero gigante puede ser detectado a una distancia entre 139 y 463 kilómetros, con fuentes de niveles de 190 dB» (Gordon y Moscrop, 1996).
Las ballenas son muy vulnerables, están amenazadas y en peligro de extinción (y aquí no hemos hablado de la pesca exhaustiva de ballenas con modernas tecnologías).
Espero con ilusión los trabajos de campo que se están llevando a cabo en aguas de Ibiza y Valencia al menos dos equipos.
Regreso a Mariano Digital