sábado, noviembre 10, 2007

Una paradoja de nuestra Ibiza

Si las cosas -turismo y construcción- van mal, mucha gente que vive al día y tiene compromisos y pagos que cumplir religiosamente se encontrará en dificultades.
Si las cosas -el turismo y la construcción, básicamente- van muy bien, se crea una efervescente sensación de euforia que mueve al derroche, a la subida de precios y a la edificación de más urbanizaciones, pisos, casas con la consiguiente necesidad de infraestructuras, que en Ibiza siempre van detrás cuando tendrían que ir antes de cualquier proyecto de urbanización.
Esto es la paradoja de Ibiza.
Quizás es porque somos excesivos en todo, y en estos momentos deberíamos alegrarnos de dos noticias recientes: por una parte ha subido el número de turistas. En principio es bueno y debemos alegrarnos de que vengan turistas. Una vez más no sé si es bueno que se incremente un 14 por ciento el número de visitantes.
La segunda noticia es que todos aquellos sectores relacionados con la construcción (en suma, todos se relacionan con el turismo) han acusado descensos de más de un veinte por ciento.
¿Eso significa que ha bajado mucho? En absoluto. Significa que estaba por las nubes, que estaba demasiado alto, que la actividad constructiva en Ibiza era absolutamente insostenible. Y lo sigue siendo.
Otra cosa que explican los entendidos es la extraña prolongación del ciclo económico español. Desde 1994 se relanza la economía española y ya en 1996, con la victoria de José MaríaAznar, se dispara del todo.
Pues bien, trece años, 13, ha durado el ciclo. Los entendidos no se lo explican y están todos de acuerdo en que ahora toca a) devolver los créditos, y para seguir pedaleando y pagando, b) no perder el puesto de trabajo.
Mal lo tenemos con el incremento incesante de la inflación y la subida del Euribor y de los tipos de interés. Muy mal, habrá mucha gente que se encontrará en serios apuros.
El drama humano (perdón, no es un drama, es un contratiempo o como quiera llamarse; drama es perder las piernas, por ejemplo) no puede alegrar a nadie, porque en economía las bofetadas las recibimos todos (las ganancias, unos pocos). Pero observado desde el punto de vista ecologista, conservacionista (que es o era el mío cuando todavía quedaba algo para conservar), uno se alegra.
Ibiza necesita oxígeno, esponjamiento, aterrizar de esta locura de ciclo, de estos casi catorce años de destrozo. ¿Cómo salir del circuito de la especulación?
Ahí tiene mucho que hacer el gobierno insular. Así que en faena y dejarse de perder el tiempo en bobadas y en informes: para el partido quizás seáis una buena ayuda, pero para la isla sois imprescindibles. Más trabajo, más puntería y más claridad.

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