Attention, Londres esta u coin de la rue, dice el cartel que muestra a un inglesote muy bestia con el torso desnudo cruzado con una cruz de San Jorge. Item más: se coge la titola con las dos manos y suelta un chorro de orina que cae milimétricamente dentro de una especie de taza de té.
Asombroso. Y esto es un anuncio para atraer belgas que tomen el Eurostar, este supertren que cruza el túnel del canal de
Lo que no dicen es que cuando hayan terminado de mear en Londres los cabroncetes cogen un low-cost y vienen a Ibiza, el destino más tirado, más ruidoso, más depreciado del planeta. Eso sí, cerveza, pastillas y mucho ruido.
Tampoco dicen que una vez han llegado a Ibiza ya pierden la puntería, el tino y la cruz. La cruz nos la ceden a nosotros y mear, mean por donde mejor les caiga.
Muy asombroso. ¿Por qué tienen esta fijación los británicos con mear entre colegas y en bajarse los pantalones y mostrarte el culito enseguida que pueden y por cualquier excusa? Un argentino (son grandes topógrafos de la psique) diría que es una fijación regresiva en la etapa oral-anal. El ya desaparecido José Luís de Vilallonga, que les tenía mucha manía desde que cometió la imprudencia de casarse con una inglesa, escribió o dijo que todos los ingleses son un poco mariconcetes. Hombre… alguno habrá que no.
A mí me gustan, me caen bien los ingleses porque en general –hombre, cuando ya van muy cocidos no- tienen mucho sentido del humor. Se ríen hasta de su propia sombra, lo cual demuestra una buena salud mental, reforzada por la buena levadura y las vitaminas tipo B que contiene la cerveza.
Todo lo demás sigue el orden natural de nuestro calendario: desfile de políticos vestidos de azul marino y totalmente desprovistos de cualquier idea propia que pueda amargarles el día.
De la cultura europea sólo se salva este tío meándose en una copa de té de