domingo, noviembre 25, 2007

Dentro de la taza

Attention, Londres esta u coin de la rue, dice el cartel que muestra a un inglesote muy bestia con el torso desnudo cruzado con una cruz de San Jorge. Item más: se coge la titola con las dos manos y suelta un chorro de orina que cae milimétricamente dentro de una especie de taza de té.

Asombroso. Y esto es un anuncio para atraer belgas que tomen el Eurostar, este supertren que cruza el túnel del canal de La Mancha a más de 200 por hora. Claro, Londres está a la vuelta de la esquina.

Lo que no dicen es que cuando hayan terminado de mear en Londres los cabroncetes cogen un low-cost y vienen a Ibiza, el destino más tirado, más ruidoso, más depreciado del planeta. Eso sí, cerveza, pastillas y mucho ruido.

Tampoco dicen que una vez han llegado a Ibiza ya pierden la puntería, el tino y la cruz. La cruz nos la ceden a nosotros y mear, mean por donde mejor les caiga.

Muy asombroso. ¿Por qué tienen esta fijación los británicos con mear entre colegas y en bajarse los pantalones y mostrarte el culito enseguida que pueden y por cualquier excusa? Un argentino (son grandes topógrafos de la psique) diría que es una fijación regresiva en la etapa oral-anal. El ya desaparecido José Luís de Vilallonga, que les tenía mucha manía desde que cometió la imprudencia de casarse con una inglesa, escribió o dijo que todos los ingleses son un poco mariconcetes. Hombre… alguno habrá que no.

A mí me gustan, me caen bien los ingleses porque en general –hombre, cuando ya van muy cocidos no- tienen mucho sentido del humor. Se ríen hasta de su propia sombra, lo cual demuestra una buena salud mental, reforzada por la buena levadura y las vitaminas tipo B que contiene la cerveza.

Todo lo demás sigue el orden natural de nuestro calendario: desfile de políticos vestidos de azul marino y totalmente desprovistos de cualquier idea propia que pueda amargarles el día.

De la cultura europea sólo se salva este tío meándose en una copa de té de la Gran Bretaña.


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