miércoles, marzo 30, 2011

Campechanos

Alguien le explicó a Tarrés que el conocer lugares y ver mundo hace a las gentes discretas. Es un consejo cervantino que el maestro trasladó al campo de la campechanía: para ganar elecciones en Ibiza mejor ser campechano y departir con el pueblo.
Ni corto ni perezoso, en vez de hacer un cursillo como todos los políticos del PSOE, cogió el avión y se fue a Campeche, México, donde todavía no sé muy bien qué diablos hizo, si nos hermanó con aquella ciudad o si nos proporcionó algunos contratos a los ibicencos. No lo sé.
Ignoro, sigo ignorando los posibles beneficios de tanto viaje para los pitiusos.

Estas prácticas de campechanía quedaron selladas desde entonces y ahora observo que ambos -y otros políticos- no pierden ocasión de mezclarse con el pueblo. O con los pueblos. Porque los pueblos del mundo (Trobada de Pobles) se encuentran en Ibiza, comen , se conocen y se disfrazan, siguiendo aquellas pautas que sin ningún sentido del ridículo también pusieron en práctica la María Teresa Fernández de la Vega, que se fotografíó con un polígamo pederasta subsahariano: quiero decir que era un negro con varias esposas, algunas de las cuelas todavía no había cumplido los 12 años.

Se disfrazaron en África, con la Carmen Alborch, y creo recordar Elena Valenciano y la incomparable Leire Pajín. Un ramillete florido de españolas disfrazadas de africanas. Del localismo cañí al universalismo étnico.
Más adelante pudimos disfrutar de la misma práctica en la propia carne mortal del ministro Moratinos, de quien cualquier exceso suena a normal, al disfrazarse de señor de la guerra en Afganistán. Unos meses antes había dado muestras de su ceceante poliglosia al perpetrar un extraño discurso en ningalo o qué sé yo.
Bueno y en fin, que ellos tienen derecho (¿o no? No lo sé) a este ejercicio de simulación y en el PSOE llevan 120 años de entrenamiento o más, al menos en lo referente a su ideología. Pero que conste que nosotros, los contribuyentes que sufrimos las consecuencias de sus tópicas salidas de tono tenemos derecho a opinar, incluso a reírnos.

Dice el pie de foto del Diario que la asociación de mauritanos puso la nota de color al vestir con sus trajes tradicionales a los políticos ibicencos. Digamos que simplemente dieron la nota. Veo a tres, entre ellos a Xicu Tarrés y a Lurdes Costa. Podría decirse y lo digo que van de saharauis y los hombres azules del desierto del Sahara se confunden (ya cada vez menos) y se entremezclan todos en Mauritania. De ahí que esta vestimenta sea también saharaui, pero cualquiera lo admite con los miles de marroquíes que viven en Ibiza y que pueden votar en estas elecciones municipales.

Claro que han descuidado la cabeza de ambos políticos. Tarrés debiera tocarse con un turbante azul oscuro que destiñe y Lurdes debiera esconder su casco reforzado con laca. De hecho se cubren la cabeza para cubrir el pelo, pero en fin lo que cuenta es pasar el día, salir en la foto, mostrarse campechanos y ampliar el abanico de posibles votantes.